miércoles, 18 de febrero de 2015

CONTINUACIÓN

He pasado muy mala noche. Apenas he podido dormir por los nervios y la preocupación que tengo. En el desayuno, me han traído una pieza de fruta. A media tarde me harán el primer chequeo médico, consiste en un T.A.C. cerebral y me volverán a subir a planta. A ver qué me dice el doctor.

¡Qué alegría me acabo de dar! Se abrió hace unos segundos la puerta muy despacio:

-  "Toc, toc" -  se oyó el permiso de entrada por algunos nudillos -  ¿se puede pasar?

-  Sí  -  contesté yo muy alterada por el anonimato del extraño visitante.

-  Soy yo, Antonio  -  se apresuró a entrar. Era el simpático celador con la auxiliar de enfermería  -  están dos varones muy guapos abajo. Dicen que son sus hijos. ¿Quiere usted Alicia que suban?

- Sí, por favor  -  contesté yo muy emocionada.

-  Por cierto, Alicia -  continuó Antonio  -  se ha retrasado su prueba hasta mañana por la tarde. Ha acontecido un accidente múltiple de circulación y tenemos las Urgencias colapsadas.

- No pasa nada  -  aclaré yo muy aliviada, el contraste y las agujas me dan mucho miedo.

Han entrado ya mis dos hijos, Alfred Segundo y Daniel, me han dado sendos besos en mis mejillas.

-  ¿Qué tal te encuentras, mami? -  me preguntó muy cariñosamente mi hijo mayor.

-  Me encuentro bastante bien hoy -  les engañé a todos para que no se preocupasen demasiado.

-  Ya tienes otra anécdota para escribir en tus memorias, mamá  -  me dijo Daniel para animarme.

-  Sí... estará bien escribir todo lo que me queréis y amáis...  -  le dije yo cerrando lentamente mis ojos mientras me quedaba adormecida.

-  Le han dado hace poco un sedante muy fuerte para tranquilizarla  -  les aclaró mi marido Alfred  -  vamos a dejarla dormir. ¿Habéis comido algo en el avión?

Ambos le han contestado a mi gran amor que no. Han avisado a las auxiliares de planta que se van a bajar al restaurante a tomar algo para que estén pendientes de mí. Se encontrarán abajo con mi hija Marisa en media hora. Ha llevado a mi pequeño nieto, Alfred Tercero, a la guardería de bebés.

Entro en un profundo sueño, mi subconsciente empieza a entrar en acción. Mis miedos afloran en mis sueños. Estoy ahora mismo cruzando el umbral de la muerte y me encuentro a mi primer amor, Daniel Simith en el cielo. Nos fundimos en un emotivo abrazo...

"-  ¿Qué tal estás, princesa?  -  me preguntó susurrando Daniel Simith en mi oído -  ¿has sido feliz? ¿Has encontrado a un hombre que te haya querido y protegido igual que lo hice yo?"

(Continuará...)


lunes, 2 de febrero de 2015

CONTINUACIÓN

Ya estoy ingresada y me he puesto el camisón azul que me han dado. Tengo mucho frío sin los calcetines y, además, estoy muy nerviosa, no sé lo que me pasa y me duele mucho la cabeza. Cada vez veo menos.

Van pasando las horas muy lentamente y ha venido a visitarme el doctor de planta. Me ha explicado que me van realizar mañana unas pruebas y me ha pedido ya la merienda. Mis otros hijos tardan en llegar. Quizás no han podido coger el vuelo a tiempo.

Me suben un poco de jamón de York y una tostada con mantequilla y mermelada de arándanos, me preguntaron que si tenía apetito y las dije a las auxiliares que mucha hambre. Llevo con un café y un melocotón desde esta mañana.

He convencido a mi hija Marisa para que bajase a la cafetería a tomarse un tentempié. A los pocos minutos, entra por la puerta de la habitación número quinientos mi gran amor Alfred. Ha tardado mucho porque estaba defendiendo un juicio del Estado mayor y no se podía ausentar.

-  ¿Cómo te encuentras?  -  me preguntó mi esposo acariciándome la mejilla muy cariñosamente.

-  Me encuentro bien  -  fingí yo.

Se ha sentado mi amado marido, mi eterno aliado y mi mejor amigo en esta vida, a observarme con la preocupación clavada en su rostro. Mientras, yo degusto mi merienda con un zumo de naranja bien rico. Me da mucho miedo la muerte. Rememoro, como en multitud de ocasiones, las últimas palabras de mi primer novio antes de fallecer y su deseo de que fuera muy feliz y querida. Mi otro gran amor Daniel Simith, siempre presente en mis días:

"- Serás feliz, no te preocupes, mi vida. Cuidaré de ti desde el cielo y me ocuparé de que no te falte nunca el cariño y el amor que te mereces, cual bella persona eres, el corazón más hermoso que jamás he conocido".

Sin duda, se ha cumplido sus últimas voluntades con creces. He sido, mil veces, feliz y muy amada y protegida por todos mis seres queridos... ¡Cómo os echaré de menos si fallezco!

(Continuará...)