miércoles, 23 de diciembre de 2015

CONTINUACIÓN

Carlos John y los dos comerciales visitantes se sentaron alrededor de una mesa redonda que tenían en un pequeño despacho.

La mujer vestida toda de blanco, sutilmente, cruzó sus largas y esterilizadas piernas. Sacó de su carpeta de vestir unos folletos encuadernados y un mini ordenador. Su acompañante empezó hablar mientras el rostro de la mujer volvió a convertirse en una calavera. En el bibliotecario se notaba el pánico, pasaron unos segundos en silencio y llamó a su ayudante Tomás.

-  Deja la puerta abierta  -  interrumpió Carlos John al comercial masculino  -  hace mucho calor. Llega a ser asfixiante el ambiente aquí dentro. Continúe usted. Lo siento.

-  Como le iba diciendo  -  continuó el chico  -  mi compañera y yo veníamos a ofrecer un suculento proyecto de venta de libros a domicilio. Cierre por favor la puerta. Yo le dejo un bello abanico...

El librero de préstamos se levantó a cerrarla mientras el negociante dejó sobre la mesa un negro abanico con un gran esqueleto dibujado en medio.

-  ¿Sus nombres son?  -  preguntó el Sr. Pérez .

-  Yo me llamo Alfonso y ella se llama Antonia  -  contestó el hombre.

-  Te equivocas Alfonso  -  le interrumpió ella  -  yo me llamo Muerte y soy la suya.

La cara del bibliotecario se quedó completamente blanca al igual que los ojos de la tenebrosa comerciante. De improviso, sonó el teléfono tres veces y colgaron. Todo quedó en tinieblas y en la más absoluta oscuridad.

(Continuará...)


lunes, 23 de noviembre de 2015

CONTINUACIÓN

Carlos John y su ayudante habían llegado ya de la cafetería. El bibliotecario esperaba muy nervioso la llegada de los extraños negociantes. Tomás observaba fijamente y muy pendiente la nueva actitud de su jefe. Siempre había sido muy calmado con todos sus asuntos, pero esa tarde se le veía demasiado estresado. Estaba aporreando con dos bolígrafos la mesa.

-  Pare usted, Sr. Pérez  -  exclamó el ayudante  -  parece mentira su comportamiento. ¿Qué le ocurre? Desde que se le rompió a usted el coche en medio de la nada...

De improviso, alguien llamó muy fuerte a la puerta. Seis veces sonó el timbre. El librero de préstamos sabía que ése era el número de Satán. Era muy supersticioso y veía muchas películas de miedo. Se quedó completamente pálido y le faltaba el aire.

-  ¿Quién es?  -  preguntó Tomás Jiménez observando de reojo a su superior.

-  Somos los comerciales  -  contestó uno de ellos  -  habíamos quedado a las cinco y media.

El ayudante abrió la puerta y pasaron un chico y una chica muy apuesta vestida de blanco. Saludaron a Carlos John mientras el rostro de la mujer se convertía en una calavera. Se acercó al bibliotecario y le dio dos besos profundos. En uno de sus tímpanos le dijo susurrando:

-  Soy yo, tu muerte...

(Continuará...)


viernes, 6 de noviembre de 2015

CONTINUACIÓN

Tomás Jiménez, el ayudante del bibliotecario, agarró a éste por uno de sus brazos. Muy sorprendido le preguntó a Carlos John:

-  ¿Qué le ha pasado Sr. Pérez?

-  Nada, nada  -  contestó Carlos John  -  vamos a volver a la biblioteca... Habrás cerrado la puerta de entrada.

-  Cómo voy a cerrar con llave  -  exclamó su ayudante  -  me ha pegado usted un gran susto y salí corriendo, sólo la he encajado en la ranura para poder entrar después.

-  ¡Vaya hombre!  -  respondió el bibliotecario  -  espero que no nos roben la nueva mercancía de libros.

-  Está usted un poco áspero conmigo  -  dijo muy triste Tomás  -  ¿qué le ha pasado esta noche? ¿Lo ha poseído algún espíritu?

El librero de préstamos se quedó mirando a Tomás con mucho miedo. Enseguida llegaron a la biblioteca que tenían. Entraron y su ayudante lo citó para esa misma tarde con el negociante de ventas a domicilio. Sería para las cinco y media, justo después del té con pastas que se tomaban los dos en la cafetería del centro de la ciudad. De improviso, sonó el fax y entró un misterioso folio color rojo sangre donde aparecía un mensaje con letra negra y muy tétrica.

-  A las cinco y media en punto, ni un minuto más ni uno menos  -  citaba así la nota escrita  -  llegaré con tu muerte, verás en su mirada todo su poder maligno. Hasta luego y ten cuidado con Tomás, me dio el número de tu fax privado...

(Continuará...)


jueves, 22 de octubre de 2015

CONTINUACIÓN

Carlos John, el bibliotecario, abrió su ordenador personal y se aceleró abrir el icono de Internet. Había una página web predeterminada como página de inicio. Directamente se redireccionó a la web "los lamentos de tu muerte". Leyó muy asustado las entradas de cada una de las pestañas y ventanas.

-  Deberás de coger el negocio de envío de libros a domicilio  -  citaba así una de las instrucciones  -  la empresa es una fantasma mía, tu muerte. Díselo a tu ayudante y te indicaré dónde está la gasolinera del pueblo abandonado. Te estaré vigilando...

-  Oye Tomás  -  dijo muy nervioso  -  he cambiado de opinión. Hazme hueco para citarme con el propietario y el gerente de la empresa de envíos a domicilio.

-  Vaya hombre  -  exclamó su ayudante en voz bastante alta  -  ya tenía citado para esa hora a la otra, ahora voy a tener que anularlo todo.

-  No me recrimines, Tomás  -  le gritó el bibliotecario  -  he pasado muy mala noche. Quéjate en silencio.

De improviso, sonó el pitido de entrada de otro SMS. Carlos John lo leyó con mucho miedo y temor.

-  ¡Qué mal temperamento tiene tu ayudante!  -  citaba así el mensaje del móvil  -  lo conozco muy bien... Je, je.

El bibliotecario salió corriendo dejándose la puerta abierta, su ayudante salió detrás.

-  Pero, ¿dónde va usted, Sr. Pérez?  -  le preguntó muy sorprendido Tomas.

(Continuará...)


miércoles, 7 de octubre de 2015

CONTINUACIÓN

Cuando llegaron Carlos John y su ayudante eran ya casi las ocho de la mañana. Se fueron directamente a desayunar dos cafés bien cargados con unas tristes magdalenas, casi no quedaban en la bolsa.

Tomás se anudó el nudo de su corbata y leyó en su agenda las notas para hoy. Le comentó a su jefe la cita del negocio sobre los envíos a domicilio. Carlos John lo contestó con tono algo serio:

-  Anula la cita. He hecho cálculos y nos va a costar mucho más la gasolina del desplazamiento que las ganancias por cada ejemplar vendido.

-  Está bien Sr. Pérez  -  le dijo su ayudante  -  Tiene usted razón, ese es el inconveniente de vivir en una zona tan grande y sin casi urbanización.

-  No exageres Tomás  -  lo contestó  -  en coche se llega a todos sitios.

De improviso, volvió a sonar la entrada de otro SMS, tenía poca batería a pesar de que estuviese ya el móvil más de diez minutos cargándose en la salida de red. Lo leyó el librero de préstamos muy asustado.

-  Hola. Soy yo, tu muerte  -  citaba así el mensaje  -  conéctate a tu PC y abre el Internet... espera ahí las nuevas instrucciones.

(Continuará...)


viernes, 18 de septiembre de 2015

CONTINUACIÓN

- Tomás, Tomás  -  volvió a repetir el bibliotecario -  corre, corre. Llevo muchas horas aquí.

Después de veinte largos minutos se divisó los focos de luz del automóvil de su ayudante. Carlos John Pérez respiró muy aliviado, pero le duró la tranquilidad muy poco tiempo. La tétrica música volvió a sonar repetidamente y volvió a entrar otro SMS. Muy asustado leyó el mensaje. Con la mirada llena de terror y pánico, clavó sus ojos en las letras.

-  ¡Uyyyyy!  -  citaba así el mensaje  -  Tomás llega, pero ten cuidado de no contarle mis amenazas. Será nuestro secreto. Secretos de tu próxima muerte. Te seguiré cada uno de tus pasos...

El coche de Tomás se acercaba a él cada vez más. Sonaron varios pitidos de otro SMS que sobresaltaron a Carlos John aún más. Lo leyó con mucho miedo:

-  Estés donde estés estaré ahí observándote...

Se detuvo su ayudante y el bibliotecario bajó su ventanilla. Muy nervioso le dijo a Tomás:

-  Date prisa, hijo. Este sitio es muy tenebroso y va caer la noche.

Después de media hora retomaron la marcha de vuelta a John Smith. Habían remolcado el coche averiado y el librero de préstamos se sentó en el asiento del copiloto. Iban muy despacio. Era una carretera secundaria y no se veía absolutamente nada. Los focos de iluminación estaban sólo en las carreteras principales y comarcales. De improviso, llamó alguien al móvil del bibliotecario.

-  ¡Qué raro! - exclamó Carlos John  -  si no tenía nada de batería. ¿Quién... quién es?

-  Holaaaa  -  contestó un señor con la voz muy misteriosa y ronca  -  soy yo, tu muerte. Tomás Jiménez tomó un café contigo en el local de la Quinta Avenida... A lo mejor sabe algo... Ja, ja.

(Continuará...)


viernes, 4 de septiembre de 2015

CONTINUACIÓN

El móvil del bibliotecario sonaba constantemente. La música era muy fúnebre y tétrica. Cada quince minutos entraba otro amenazante SMS. Las amenazas lo ponían cada vez más nervioso. Estaba atardeciendo y la noche se le vendría encima en muy pocas horas.

-  Ja, ja, Carlos John Pérez -  así se llamaba el librero de préstamos-  Te queda poco para morir, ja, ja. Al caer la noche, el cielo de luto subirá hoy sin sus estrellas y su luna caerá al abismo de tu lenta muerte. Ja, ja.

Carlos John volvió a intentar echar el aceite corporal en el depósito. Con movimientos de mano muy rápidos lo untó bien por todo el tubo conector, lo intentó arrancar varias veces hasta conseguir calar del todo el motor de arranque. Los SMS entraban cada vez más pronto. Un total de veinte en la última hora. El último citaba así:

-  Ja, ja. Ya está respirando detrás de tu nuca. La noche ha caído ya. Tengo a su luna en el pozo del olvido. Las estrellas han perdido ya todo su brillo...

De improviso, se oyó una voz. Era su ayudante. Había venido desde la pequeña ciudad, "John Smith". Lo llamó el librero anticuario de la otra ciudad, la colindante con el riachuelo de las altas montañas avisando que Carlos John Pérez no había acudido a su cita. Preocupado, volvió a gritar muy fuerte:

-  Sr. Pérez. ¿Dónde está? No diviso nada en la oscuridad...

Los chillidos venían de la carretera principal. El bibliotecario estaba en una de las secundarias. La otra iba directamente a la capital.

-  Tomás, Tomás  -  exclamaba éste muy aliviado  -  estoy aquí. En la carretera comarcal.

La respiración de la muerte estaba cada vez más cerca. Carlos John se dio la vuelta y observó a una figura de un hombre encapuchado con una capa de color negro. Medía casi dos metros con veinte. Se fue corriendo y a los pocos segundos, volvió a sonar el pitido de la entrada de otro SMS. Se iluminó el móvil con una luz muy poderosa. El bibliotecario leyó, con el pánico clavado en su mirada por aquel tenebroso señor, el texto.

-  ¿Quién es Tomás?  -  decía el mensaje -  de momento te ha salvado la vida, pero... mañana podrás morir. Mira bien donde pones el pie. Una pisada en falso y estarás muerto. Ja, ja.

(Continuará...)


viernes, 21 de agosto de 2015

CONTINUACIÓN

Como el bibliotecario era un hombre muy precavido, tenía una lata de aceite pero estaba completamente evaporado por los calores de esos caminos tan desérticos. Tenía también una botella de aceite corporal para la cara y las manos. Con estas altas temperaturas se agrietan mucho. En su libro explicaba como conseguir la combustión para que pueda arrancar un poco el motor y saber, exactamente, qué pieza está rota. Otro SMS entró en el apagado y muerto móvil. Se encendió y el pitido del mismo se repetía rápidamente. Una música de fondo muy tétrica se oía como señal de entrada:

-  Ja, Ja  -  citaba así el mensaje  -  te queda muy poco para morir. Ja, ja.

Se apresuró a echar el aceite corporal en el depósito e intentó arrancar una y otra vez el coche. No lo consiguió, dejó reposar unos instantes la llave de contacto para no calar del todo las bujías internas. Mientras, la insistente música de la muerte seguía sonando en su móvil y una calavera se plantó en la pantalla del dispositivo.

(Continuará...)


martes, 11 de agosto de 2015

CONTINUACIÓN

Por suerte, el bibliotecario tenía un libro en el maletero de "Mecánica y primeros auxilios al coche siniestrado en medio de la nada"; así citaba el título. Es el mejor de la historia del automovilismo. Se apeó de su coche y se dispuso a valorar las piezas del motor. Las medianas son las bujías. El capó pesaba, como siempre, mucho. Hacía tiempo que no tenía gato y además estaba sin Internet...

De improviso, empezó a sonar en su móvil la señal de la entrada de un SMS:

-  ¿Cómo es posible?  -  exclamó muy sorprendido  -  si no tengo nada de batería, está negro.

Volvió a sonar el doble pitido de entrada de otro SMS. De repente, se encendió de nuevo el dispositivo y apreció el librero de préstamos en medio de la pantalla el mensaje escrito. En pocos caracteres ponía claramente:

-  Ja, ja. Te queda poco para morir. Cuando caiga la luna morirás en este oscuro y perdido lugar. Ja, ja.

Se apresuró arreglar su vehículo, pero nada, ni gota de aceite, había tenido una fuga interna. La señal roja del depósito no estaba aún encendida...

(Continuará...)


jueves, 30 de julio de 2015

RELATO BREVE

LA BIBLIOTECA DE JOHN SMITH TOWN


Todos los jueves, el bibliotecario de la pequeña ciudad "John Smith" recorría cientos de kilómetros para adquirir libros de segunda mano en el librero anticuario de la ciudad más cercana. Los nuevos libros habían subido mucho su precio por las nuevas eras competentes de los mercados actuales.

En su coche, también de segunda mano, un todo terreno 4x4, Jonás iba escuchando las noticias de un programa de radio sobre libros y los mejores best-sellers, para ir, de vez en cuando adquiriendo las novedades en imprenta. Para ello tenía una pequeña subvención otorgada por la parroquia y el Ayuntamiento.

De improviso su coche se paró en seco, salía mucho humo de su capó....

-  ¡Vaya hombre!  -  exclamó el bibliotecario  -  en medio de la nada y encima sin batería en mi móvil. A ver si tengo conexión a Internet...

(Bienvenidos a mi nueva historia de suspense y misterio fantasmal, igual que mi anterior "Asesinato en el pueblo maldito", publicado también en este blog.)

(Continuará...)


lunes, 25 de mayo de 2015

CONTINUACIÓN Y FINAL

Han pasado ya algunos meses, sigo entubada en la U.V.I. Mi hijo mediano, Daniel ha sacado mi libro a la venta. Ahora mismo, están todos en la presentación. Mi esposo, Alfred, le ha explicado a la editorial que yo no puedo firmar por estar ingresada en coma profunda. Se han vendido ya muchos ejemplares.

Mis amigas y mi cocinera han comprado su ejemplar y se alegran de que las haya dedicado a cada una de ellas unas líneas. Se emocionan cada vez que lo leen. En la televisión comarcal le han ofrecido a mi hijo hacer una película dependiendo de los libros y ediciones que se vendan.

Dios, me dejó, de momento, vivir algo más de tiempo. Ayer volví a ver a Daniel Simith, mi primer amor, lo observaba mientras paseaba por la pradera verde esmeralda en mi mente y en mi tercer ojo... Es momento de partir junto con mi otra familia. Tanto tiempo ausente sin ellos y ahora los volveré a tener a todos.

En la última hoja del libro de mis memorias, "Más allá del horizonte" cita:

"Alicia Domon, vivió para los demás, fue un gran apoyo para todos, un hombro donde llorar y una risa donde la felicidad pasea por su ambiente de amor, lleno de alegría y luminosidad. Por desgracia, cayó la noche y ella subió a una estrella, adorna con elegancia a la Luna. Tomarán en el limbo las tazas de capuchino con mucha crema en honor de nuestro recuerdo..."

(FIN)


sábado, 16 de mayo de 2015

CONTINUACIÓN

He bajado con el Santo de los difuntos y nos hemos sentado sobre la mesa de mármol en la sala de espera de la U.V.I. En el banco del fondo está sentada toda mi familia. También ha venido mi hija Marisa con Andreita y mi pequeño nieto Alfred Tercero. Mi yerno está sentado a su derecha. Todos esperan cabizbajos y con el semblante muy serio. Se refleja en sus miradas una gran pena y tristeza.

Se miran todos de reojo y vuelven a inclinar la cabeza. Mi hijo mayor Alfred Segundo ojea una revista mientras mi otro hijo enseña a mi amado esposo la edición de mi libro con una portada y contraportada preciosa. Un maravilloso paisaje en donde se divisa en el horizonte unas montañas y un cielo azul turquesa con nubes que emulan el algodón de azúcar. El título de mis memorias. "Más allá del horizonte"...

Daniel ha puesto en la dedicatoria lo que le apunté yo: "Para todos aquellos que un día me quisieron y a los que aún me siguen queriendo, un trocito de tu corazón me basta para ser feliz..."

Mi hijo mediano le empieza a leer a mi marido Alfred el primer capítulo:

"A menudo suelo mirar mi álbum de fotos. Ojeo sus páginas recordando momentos, buenos y malos. Imágenes inolvidables que pasean velozmente por mi mente. Tan rápidas que hasta yo misma me asusto, pero hay una en concreto que se detiene. Es ese chico... ¿cómo se llamaba?... Era alto y fuerte. Cada vez que recuerdo sus ojos, como me miraba, me siento viva. Todos mis nietos corretean alrededor de mi sillón. Pienso que he sido feliz, que, quizás, no me merezca todo lo que tengo. Al repasar mi vida, siempre intento recordar esa etapa en la que vivía en la pradera con mi hermana en una casa con grandes terrenos donde correr.
Además, escribo un diario en el que anoto todas mis vivencias desde que mi padre me lo regaló cuando cumplí ocho años. Me gusta leerlo al acostarme.
Cada vez que llego a la mitad, donde habla de mi adolescencia, me detengo y empiezo a recordar..."

A los dos se les caen grandes riachuelos de lágrimas por sus mejillas. Los veo a todos con mucha nitidez mientras el santo me coge cariñosamente el brazo. A Dios le comentaré que no me puedo marchar todavía y que le diga a mi primer amor, Daniel Simith, que tendrá que esperar algunos añitos más hasta que estén preparados para mi ausencia.

(Continuará...)


sábado, 25 de abril de 2015

CONTINUACIÓN

Van pasando los días muy despacio... yo, por suerte, no me entero absolutamente de nada. Vivo en mi continuo séptimo sueño. Ahora mismo, estoy merendando con mi hermana Marie y nuestra niñera Linda. Los pasajes van pasando por mi tercer ojo a tiempo real.

Estamos tomando un rico té verde, lo han elaborado en los campos del Sur con unas ricas hierbas aromáticas y excitantes. Te hacen evadirte, por unos instantes, de todos tus tormentos y problemas. El viento mece lentamente las ramas de los árboles y la música de las praderas envuelven este mágico momento. Dios detiene el vídeo para hacerme unas preguntas de nivel de felicidad. Muy bondadoso, empieza hablarme con su mirada llena de cariño y amor:

-  Alicia, hija, no te preocupes. ¿Cómo te encuentras?

-  Bien, pero un poco asustada de pasar al otro lado de la vida  -  contesté yo con la voz entrecortada por los nervios.

-  No te preocupes, mujer  -  contestó Dios  -  si no vas a tener problemas de venir a mi vera. Has sido para todos como un ángel protector.

-  Buenooo  -  me animé un poco  -  he tenido mis prontos también.

-  Eso todos, hasta mi hijo Jesús perdió un día los estribos  -  apuntilló muy cariñosamente Dios  -  la primera pregunta que te hago es si has sido feliz y qué reprochas al Libro de la vida.

-  He sido muy feliz, pero no me gustó la muerte de mi primer novio Daniel Simith  -  contesté yo.

-  Bien, querida Alicia  -  apuntó el Señor  -  ¿te hemos compensado bien esa perdida y con qué?

-  Sí Dios, muy bien compensada  -  dije yo  -  con mi marido Alfred, con mis tres hijos maravillosos y con mis pequeños nietos.

-  Una frase que recuerdes que haya separado tus dos mundos, el de la juventud y el de la madurez -  me pidió nuestro Dios.

-   La que me susurró Daniel antes de fallecer. Cita así: "serás feliz, no te preocupes, mi vida. Cuidaré de ti desde el cielo y me ocuparé de que no te falte nunca el cariño y el amor que te mereces, cual bella persona eres, el corazón más hermoso que jamás he conocido"  -  anoté yo mientras él me observaba con sus retinas cristalinas y húmedas llenas de bondad.

-  Todavía no te has muerto, cielo  -  se apresuró a comentar el Señor  -  vas a bajar a la planta de la U.V.I. con el Santo de los difuntos. Observarás a tus seres queridos por unos minutos.

(Continuará...)


viernes, 10 de abril de 2015

CONTINUACIÓN

Me encuentro otra vez en el limbo del cielo. Me han venido a recoger mi hermana Marie y mi querido padre. Me han dado dos besos en mis pálidas mejillas, mi niñera Linda y mi profesora la Srta. Jeny. Mi cortada de amores secretos, la Srta. Dexton será mi guía en esta nueva y desconocida etapa, el viaje por el conocido "Libro de la vida", el de después de la muerte. Los ateos no suelen creer en la existencia una vez fallecidos.

Falta alguien... mi primer gran amor, Daniel Simith. Entro en el primer pasaje de mis vivencias, mi nacimiento.

-  Ha sido niña  -  gritó la comadrona  -  rápido, apuntad la hora del nacimiento.

Mientras tanto, en la U.V.I. se aproximaba la triste tragedia. Ha empezado a bajar mi pulso velozmente y he sentido la pérdida de mi conciencia en un sueño muy severo...

-  Ha entrado en coma profunda, lo lamentamos Sr. Tomson -  dijo con la mano en su hombro la enfermera jefe  -  vaya a tomarse un café con su hijo si quiere. A las cinco llega el doctor en jefe.

Mi hijo Alfred Segundo y mi amado esposo se marchan hacia la cafetería andando cabizbajos y con el semblante muy triste.

-  ¿Ha muerto, queridos Alfreds?  -  preguntó muy afectada la Srta. Pérez, una simpática anciana que acompaña a su marido ingresado también en la misma sección que yo.

-  No  -  contestó mi querido Alfred sin poder articular más palabras y a punto de romper a llorar.

-  Ha entrado en coma, Daniela  -  contestó mi hijo mayor  -  muchas gracias por su preocupación.

-  De nada, hijo  -  les intentó animar Daniela Pérez  -  lo siento mucho, tesoros.

Se ha levantado la chica accidentada en moto que está en la sala de espera tras ser ingresado por la noche su novio. Les ha dado sendos besos en las mejillas a los dos. Un momento muy emotivo entre los familiares y allegados de los traslados a Cuidados Intensivos.

(Continuará...)


viernes, 27 de marzo de 2015

CONTINUACIÓN

Acaba de entrar mi hijo pequeño varón, Daniel. Me ha traído, por fin, el libro, con una maquetación de la futura edición de mis memorias. Se titula "Más allá del horizonte"... Toda una vida llena de amor, felicidad y de días trágico-cómicos.

La portada tiene un paisaje con unas nubes azul turquesa. Es muy bonito el diseño. Todavía no puedo ni tan siquiera ojearlo. Mi hijo me ha traído también un obsequio de la tienda de Souvenirs. Todos me cuidan mucho y me siento muy querida.

El regalo se lo he dado a mi hija pequeña Marisa, acaba de embarcar a Andreita y André en el avión y se encuentra muy triste en estos momentos. Por fin, la he hecho sonreír. Es una pequeña agenda electrónica. He guiñado sutilmente un ojo a mi amado esposo Alfred, en realidad se lo he regalado para quitarme el peso de tener que explicar a Daniel el mal uso que tengo de las nuevas tecnologías.

El ordenador portátil si he aprendido a usarlo, pero ya tengo bastante con el botón de "Inicio" y cada una de las aplicaciones que tiene y además, el botón derecho. Recientemente, he aprendido a copiar, cortar y pegar. El Word lo uso sólo para lo básico de la escritura. Me costó mucho aprender a "Guardar Como", la primera vez que se archiva y después, el dibujito del disquete para ir guardando...

Eso es lo que tienen los avances, todos ellos, él que no los estudia se queda enseguida obsoleto, sin un futuro labrado. No era como antaño, que se hacían los planes sobre los sueños de los adolescentes. Los inventores del mañana. Ahora, no queda nada más que inventar... vamos, supongo yo...

Voy entrando en un profundo sueño, me mareo mucho...

-  ¡Socorro! ¡Socorro!  -  grité yo muy asustada  -  ¡no veo nada!

Mi marido avisa urgentemente a la enfermera... Lentamente se me cierran los ojos y oigo al médico que llega corriendo sin aliento, aquél que era tan apuesto:

-  Meterla deprisa en la U.V.I. En la cama número seis. Ha quedado libre esta mañana...

(Continuará...)


martes, 17 de marzo de 2015

CONTINUACIÓN

Mañana será otro día. Hoy estoy un poco fatigada. Me han realizado dos pruebas más, parece ser que voy un poco mejor que hace unas semanas. La verdad es que ya veo bastante bien aunque todavía no me dejan leer. Ni tan siquiera puedo ojear una revista con fotografías.

Mi hija Marisa y su esposo André se han ido con Andreita a jugar al parque. Después se irán a comer unas hamburguesas al Big Burger que hay en la plaza mayor, justo el que está al lado de la iglesia donde mi amado esposo ha ido a rezar. Es la parroquia pequeña que lleva nuestro mejor amigo, el cura Jimeno Antons.

Al anochecer, ha entrado mi gran amor Alfred por la puerta. Es el mejor hombre que me he podido encontrar en esta vida. El suplente y el sustituto ideal para mi primer amor Daniel Simith, al que he añorado durante muchas décadas.

Mi marido ha subido de la tienda de souvenirs, aparte de dos periódicos de opinión política adversa, un obsequio para mí. Me ha encantado su detalle. He abierto el lazo y el precioso papel de regalo, un collar a juego con una pulsera de plata de primera ley muy bonitos. Yo no me quiero morir aún, los echaría a todos tanto de menos. De momento, me conformo con ver a Daniel Simith en sueños, tras la toma de mi tranquilizante y el sedante...

Me emerjo lentamente en un profundo sueño, lo veo todo cada vez más negro. Esta vez, veo en mis fantasías nocturnas a la Srta. Jeny, mi profesora. Era muy dura, pero me dio excelentes consejos de vida y los principios básicos para ser simplemente persona. Me ayudó a que mi alma pudiese volar libre, siempre libre.

"Mi hermana Marie estaba enferma y se había acostado. Mi padre la había escusado ante nuestra maestra. La Srta. Jeny y yo nos sentamos en el porche. Frente a frente, me miró con su típica mirada penetrante. Clavada su retina en mi pensamiento, como intentándolo adivinar, me dijo:

-  "Alicia, como su hermana se encuentra hoy algo indispuesta, abra usted su libreta y apúnteme todo lo que desea conseguir en esta vida. No tema, puede usted soñar lo alto que desee..."

Abrí en una hoja con la cuadrícula sin escribir y empecé apuntar:

-  "Estudiar una carrera; casarme y formar una familia; llevar las cuentas de mi casa; vivir en una casa como mi mansión..."  -  ya está Srta. Jeny, aquí lo tiene  -  dije a mi profesora.

-  Correcto, Srta. Domon  -  apuntilló mi maestra tras leerlo  -  pero son sólo cosas materiales, Alicia. Debe de anotar también, ser muy feliz, ser respetada y amada. Por último, poder volar como un espíritu libre, quiero decir, tener su libertad.

-  Está bien, Srta. Jeny  -  la contesté yo.

-  Hágame caso, Alicia  -  continuó la Srta. Jeny muy cariñosamente  -  si consigue usted tomar sus propias decisiones habrá encontrado la plenitud en esta vida. Marque usted la diferencia con el resto de mujeres de esta tardía sociedad".

(Continuará...)


lunes, 2 de marzo de 2015

CONTINUACIÓN

Van pasando los días muy lentamente. Este sábado han venido a visitarme mis nietos y mañana vendrán mi yerno André y mi nieta Andreita. Las pruebas no han salido muy bien. Estoy muy asustada y me duele bastante la cabeza. El doctor le ha comentado a mi amoroso esposo Alfred que es un pequeño atasco en las venas del cerebro, el término médico no me acuerdo en este momento. Hay peligro de ictus. Aquí estoy muy cuidada por todos, pero la habitación sale un poco cara. Hay que pagar un plus por si hay peligro de ser bajado a la U.V.I o a la U.C.I.

De momento, no revisto gravedad y no temen por mi vida. Esto se lo han comentado a mi vecina, a los familiares no suelen ser tan drásticos dando según qué tipos de noticias.

He pasado muy mala noche, pero mi nieta recién llegada de Francia me ha comido a besos, corriendo mi hija Marisa, la ha apartado de mí y la ha regañado muy cariñosamente.

-  Andreita, Andreita. ¡Deja descansar a la abuela! ¡Qué no se puede excitar!

Mi yerno André me ha dado un beso y me ha preguntado como me encuentro, en medio de mi respuesta, ha entrado la auxiliar de enfermería y me ha cogido tiernamente la mano.

-  Alicia, me ha dicho el doctor que se tome este tranquilizante para dormir un poco. En unos minutos subirá a verla.

Me he tomado la pastilla roja con un poco de agua. Enseguida, ha subido a visitarme el médico joven. Aquél que es tan apuesto. Carlos se llama.

-  ¿Cómo se encuentra usted hoy, Alicia?

-  Me sigue doliendo un poco la cabeza  -  contesté yo asustada.

-  No se preocupe. Es normal por la presión de los vasos sanguíneos en la cavidad de la cabeza -  nos explicó Carlos  -  enseguida se dormirá. Voy a ver si encuentro otras chicas tan guapas como usted para visitar.

Me guiñó un ojo y en la habitación todos se rieron un poco. Vino muy bien para romper el hielo y la preocupación del ambiente mientras yo entraba en un profundo bienestar de tranquilidad. Lentamente, me fui durmiendo. En el horizonte de mi subconsciente estaba esperándome Daniel Simith, mi primer gran amor.

"Nos dimos un apasionado beso y nos abrazamos intensamente por unos largos minutos.

-  ¿Cómo te encuentras, princesa?  -  me preguntó cogiéndome la mano Daniel.

-  Con muchas ganas de verte ya, cariño mío  -  le susurré yo al oído.

-  Todavía no puedes irte, mi niña  -  me ordenó él  -  no puedes dejar a todos ellos sin tu amor y tu sonrisa. Debes de quererlos y ser con ellos tan feliz como he sido yo observándote día a día desde el cielo".

(Continuará...)


miércoles, 18 de febrero de 2015

CONTINUACIÓN

He pasado muy mala noche. Apenas he podido dormir por los nervios y la preocupación que tengo. En el desayuno, me han traído una pieza de fruta. A media tarde me harán el primer chequeo médico, consiste en un T.A.C. cerebral y me volverán a subir a planta. A ver qué me dice el doctor.

¡Qué alegría me acabo de dar! Se abrió hace unos segundos la puerta muy despacio:

-  "Toc, toc" -  se oyó el permiso de entrada por algunos nudillos -  ¿se puede pasar?

-  Sí  -  contesté yo muy alterada por el anonimato del extraño visitante.

-  Soy yo, Antonio  -  se apresuró a entrar. Era el simpático celador con la auxiliar de enfermería  -  están dos varones muy guapos abajo. Dicen que son sus hijos. ¿Quiere usted Alicia que suban?

- Sí, por favor  -  contesté yo muy emocionada.

-  Por cierto, Alicia -  continuó Antonio  -  se ha retrasado su prueba hasta mañana por la tarde. Ha acontecido un accidente múltiple de circulación y tenemos las Urgencias colapsadas.

- No pasa nada  -  aclaré yo muy aliviada, el contraste y las agujas me dan mucho miedo.

Han entrado ya mis dos hijos, Alfred Segundo y Daniel, me han dado sendos besos en mis mejillas.

-  ¿Qué tal te encuentras, mami? -  me preguntó muy cariñosamente mi hijo mayor.

-  Me encuentro bastante bien hoy -  les engañé a todos para que no se preocupasen demasiado.

-  Ya tienes otra anécdota para escribir en tus memorias, mamá  -  me dijo Daniel para animarme.

-  Sí... estará bien escribir todo lo que me queréis y amáis...  -  le dije yo cerrando lentamente mis ojos mientras me quedaba adormecida.

-  Le han dado hace poco un sedante muy fuerte para tranquilizarla  -  les aclaró mi marido Alfred  -  vamos a dejarla dormir. ¿Habéis comido algo en el avión?

Ambos le han contestado a mi gran amor que no. Han avisado a las auxiliares de planta que se van a bajar al restaurante a tomar algo para que estén pendientes de mí. Se encontrarán abajo con mi hija Marisa en media hora. Ha llevado a mi pequeño nieto, Alfred Tercero, a la guardería de bebés.

Entro en un profundo sueño, mi subconsciente empieza a entrar en acción. Mis miedos afloran en mis sueños. Estoy ahora mismo cruzando el umbral de la muerte y me encuentro a mi primer amor, Daniel Simith en el cielo. Nos fundimos en un emotivo abrazo...

"-  ¿Qué tal estás, princesa?  -  me preguntó susurrando Daniel Simith en mi oído -  ¿has sido feliz? ¿Has encontrado a un hombre que te haya querido y protegido igual que lo hice yo?"

(Continuará...)


lunes, 2 de febrero de 2015

CONTINUACIÓN

Ya estoy ingresada y me he puesto el camisón azul que me han dado. Tengo mucho frío sin los calcetines y, además, estoy muy nerviosa, no sé lo que me pasa y me duele mucho la cabeza. Cada vez veo menos.

Van pasando las horas muy lentamente y ha venido a visitarme el doctor de planta. Me ha explicado que me van realizar mañana unas pruebas y me ha pedido ya la merienda. Mis otros hijos tardan en llegar. Quizás no han podido coger el vuelo a tiempo.

Me suben un poco de jamón de York y una tostada con mantequilla y mermelada de arándanos, me preguntaron que si tenía apetito y las dije a las auxiliares que mucha hambre. Llevo con un café y un melocotón desde esta mañana.

He convencido a mi hija Marisa para que bajase a la cafetería a tomarse un tentempié. A los pocos minutos, entra por la puerta de la habitación número quinientos mi gran amor Alfred. Ha tardado mucho porque estaba defendiendo un juicio del Estado mayor y no se podía ausentar.

-  ¿Cómo te encuentras?  -  me preguntó mi esposo acariciándome la mejilla muy cariñosamente.

-  Me encuentro bien  -  fingí yo.

Se ha sentado mi amado marido, mi eterno aliado y mi mejor amigo en esta vida, a observarme con la preocupación clavada en su rostro. Mientras, yo degusto mi merienda con un zumo de naranja bien rico. Me da mucho miedo la muerte. Rememoro, como en multitud de ocasiones, las últimas palabras de mi primer novio antes de fallecer y su deseo de que fuera muy feliz y querida. Mi otro gran amor Daniel Simith, siempre presente en mis días:

"- Serás feliz, no te preocupes, mi vida. Cuidaré de ti desde el cielo y me ocuparé de que no te falte nunca el cariño y el amor que te mereces, cual bella persona eres, el corazón más hermoso que jamás he conocido".

Sin duda, se ha cumplido sus últimas voluntades con creces. He sido, mil veces, feliz y muy amada y protegida por todos mis seres queridos... ¡Cómo os echaré de menos si fallezco!

(Continuará...)


martes, 13 de enero de 2015

CONTINUACIÓN

Ya estamos mi hija Marisa y yo en el centro médico a las afueras de la ciudad. Hemos dejado al pequeño Alfred tercero,  en el cuarto de juegos y cuidado de niños que tiene el ambulatorio. Hay cuatro chicas muy jóvenes pendientes de los críos. Nos han indicado que hay tres horas de lista de espera. He empezado a valorar la sala de aquí, en la lejanía, está situada la máquina de alimentos y la de bebidas. A nuestra izquierda, se encuentra la máquina de cafés y una fuente de agua potable. Es un centro muy caro, pero merece la pena porque el Doctor Jammy es el mejor de toda la comarca. Es médico general. Los especialistas ejercen en las cuatro plantas superiores.

Después de mucho tiempo, la enfermera sale con su lista de pacientes y nombra mi nombre:

-  Alicia Tomson, la siguiente. ¿Está usted acompañada?

-  Vengo con mi hija Marisa  -  contesté yo.

-  Pasen las dos. Disculpen por el retraso  -  nos explicó la auxiliar  -  hoy hemos tenido dos infartos y tres accidentes de urgencia.

El facultativo me observa detenidamente. Par mí, que está valorando médicamente el color de mi tez y la expresividad que tengo. Sinceramente, debo de tener mala cara, me encuentro bastante enferma...

-  Siéntense, por favor -  me indicó el Doctor Jammy  -  Está un poco pálida. ¿Qué la ocurre, Sra. Tomson? ¿La puedo llamar por su nombre?

- Por supuesto, doctor  -  contesté yo muy asustada -  me llamo Alicia y mi hija Marisa.

-  Encantado, señoras -  dijo el médico con una suave voz  -  Yo me llamo Antonio. Cuénteme, Alicia, ¿por qué viene a visitarme? Mire que ponerse mala con el buen tiempo que nos está haciendo...

-  Mire Antonio -  comencé yo a decir al Doctor Jammy  -  he venido a visitarle porque hace unas tres semanas que me mareo bastante y me molesta mucho la cabeza al leer. En los últimos días me han empezado a doler un poco los ojos y veo algo borroso.

-  Vaya, vaya...  -  apuntó Antonio  -  ¿el dolor de ojos es para fuera o para dentro?

-  Es para dentro -  le contesté yo muy preocupada.

-  La tenemos que ingresar unos días-  nos explicó el médico  -  pero no se preocupen ustedes. Es algo rutinario para hacerle ahí un seguimiento más profesional. ¿Su hija venía con un bebe, verdad Alicia?

-  Sí  -  contesté yo muy triste por lo acontecido  -  es mi nuevo nieto, se llama Alfred, como el hermano de mi hija y su padre.

-  Vayan saliendo, jovencitas  -  nos animó con su alegre profesional voz  -  mi secretaria llamará a su marido. Si quiere, llame usted a sus seres queridos y amigos. Tiene cuatro horas de espera para el traslado al hospital. Es lo que tardan en dar la cama en las plantas.

Nos hemos sentado en el sofá de dos asientos de la sala de espera. Mi hija Marisa me coge la mano muy cariñosamente y empieza a llamar por su móvil a sus dos hermanos. Le indican que cogerán el primer avión a última hora de la tarde y que les mande unos Whatsapps poniendo la habitación del Hospital General.

Entre tanto, he cerrado mis ojos... Me da mucho miedo morirme y dejar a mi familia desamparada de abuela, madre y, como no, de esposa y mujer feliz. Por otro lado, yo siempre he creído en la vida después de la muerte y que en el cielo nos esperan y nos cuidan nuestros allegados. Volveré a ver mis otros seres queridos, los de mi anterior vida, tan necesitados como queridos. Empiezo a rememorar sus nombres y sus caras:

"Papá, mi hermana Marie, mi niñera Linda, mi amiga y cortada de amores la Srta. Dexton, mi maestra de vida y gran consejera, la Srta. Jeny y mi gran primer amor Daniel, Daniel Simith cuya cara me hace pasar el miedo que tengo de cruzar al otro lado..."

(Continuará...)


sábado, 3 de enero de 2015

CONTINUACIÓN

Ya han pasado las Navidades y el Fin de Año ha sido maravilloso, disfrutando de mi pequeño nuevo nietecito Alfred Tercero. Mi hija Marisa pronto partirá para Francia, quedan tan solo unos meses.

Ya han regresado mis dos hijos con sus nueras y mis niños. Vuelve la monotonía y aquella paz a la que no termino de acostumbrarme. Me hago vieja y tengo más en mi memoria que en mi acción de vida. Muchos personajes han abandonado ya la función, otros, han cambiado de escenario y tienen sus propios actos en obras principales. Me siento sola, aunque muy querida por todos. Soy afortunada. Me quejo de vicio, me suele comentar mi amado esposo Alfred.

A menudo, recuerdo mi vida anterior, pero ya me fatigo mucho a leer. Tengo la vista muy cansada. Estoy preocupada, cada vez veo menos. Iré con mi hija la semana siguiente al médico hacerme un chequeo. Es algo rutinario.

Abro mi archivo en mi PC portátil, selecciono el texto con el ratón como me enseñó mi hijo Daniel y lo amplio a la letra de tamaño veintiséis. Así, sí puedo verlo claramente. Me dirijo al prólogo que he puesto a mis memorias. Cita así:

"Alicia Domon, aquella chica que aprendió a vivir, a golpe de felicidad y a golpe de duros y nefastos momentos. Aquella joven que vivía para ser feliz y encontró lo que nadie ha tenido, una doble vida. La primera, donde han fallecido ya todo el mundo y la segunda actual, en la que me debato entre mi verdad, la duda de quién ha sido mi verdadero amor. Si Daniel Simith, mi primer novio, muerto drásticamente o mi marido Alfred Tomson, el que me cuida y me quiere honestamente, aquel suplantador de mi estimado Daniel... El que ha logrado que esté mi vida llena de plenitud, luminosidad y alegría.

En estas líneas, encontraréis toda mi vida. Os espero en mi primer acto... 

¡Bienvenidos!".

(Continuará...)