jueves, 5 de junio de 2014

CONTINUACIÓN

Estamos ya todos sentados en la palco principal. Como mi hija Marisa está embarazada, hemos tenido la precaución de no coger las gradas para evitar los típicos vértigos de las preñadas.

Tres payasos están repartiendo a cada asistente un sombrero de paja y unas simpáticas gafas con una nariz que se enciende al apretarla. Tarda la gente mucho en acomodarse en sus tribunas y asientos. La carpa es inmensa y muy alta. Mi nieto pequeño, ha visto varias jaulas con elefantes y tigres. Se asustó mucho y se puso a llorar al entrar al circo. Mi hijo Alfred Segundo lo cogió en brazos para consolarlo. Ya está mucho más alegre en estos instantes de luminosidad y felicidad.

Nuestros niños tienen sus sombreritos sobre sus pequeñas cabezas y las lentes luminosas puestas. Nosotros nos lo hemos colocado todo también. En los altavoces se oye una locución del misterioso presentador:

-  Tomen ustedes asiento. La función va a comenzar en quince minutos. Les recuerdo que están prohibidos las cámaras de fotos y de vídeos. A la salida, tienen todos nuestros enseres más queridos... ¡ju, ju, juuuu!

Bastantes espectadores permanecen aún en fila india, esperando a que les pique sus tiques de entrada el payasete gordinflón. A la espera del inicio del espectáculo, recuerdo la frase que me solía repetir, con frecuencia, la Srta. Jeny, mi añorada maestra, tan odiada y a la par, tan querida por sus principios y valores de vida:

-  "Srta. Doman, abra usted su corazón y su inteligencia. Ejercite su conciencia del pensamiento para poder soñar con su más profundo yo interior. Debe usted conocerse así misma antes de exigir a los demás. ¿Usted qué quiere realmente para su vida? Impóngase, Alicia, impóngase".

Yo siempre quise amar y ser correspondida por Daniel Simtih y las estrellas me regalaron a mi querido y, ¿por qué no?, al amor de mi vida, Alfred.

(Continuará...)

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