lunes, 31 de marzo de 2014

CONTINUACIÓN

Nos hemos quedado en el aeropuerto hasta que ha despegado el avión. Regresamos todos a casa. Nos vamos a ir a comer a un restaurante a las afueras de la ciudad. Es francés, para que mi hija Marisa disfrute de la comida típica de ahí.

Nos han dado la mesa del fondo, la de quince comensales. Hemos pedido los platos típicos y de postre, una gran tarta de chocolate. Ésa que tanto gusta a los niños. Culminamos con sendas tazas de café capuchino con crema y nata.

Mis dos hijos, Alfred segundo y Daniel, discuten acaloradamente sobre dónde va a vivir mi hija Marisa. Mis dos nueras se han ofrecido. Mi hijo mayor vive en la décima planta de un rascacielos en el centro de la ciudad y Daniel, vive en un chalet acomodado a las afueras con un gran jardín.

Mis nietos, han terminado todos su postre y están perfectamente sentados, a pesar de su corta edad, hablando de sus cosas. Ellos son hermanos y primos y se llevan muy bien. Este es un momento donde vuelve la luminosidad y la alegría a mi vida.

-  Marisa vivirá con nosotros -  dije yo -  me hará compañía cuando vuestro padre esté trabajando.

Todos asienten con un gesto y me felicitan por la decisión. Mi esposo, Alfred, me ha dicho que va a preparar la habitación rosa de invitados grande. Iremos a comprar unas bonitas cortinas. Marisa, está jugueteando con su móvil.

-  ¿Qué haces? -  la pregunté yo

-  Estoy enviando un SMS a André para que me envíe ropa y documentos por correo certificado aquí -  contestó mi hija.

Eso me recuerda a que, en antaño, existía únicamente el teléfono de rueda fijo y el telégrafo. En mi ciudad, los vecinos nos comunicábamos con los demás y con la gente del centro de la capital, mediante el chico de recados o nuestros chóferes.

"-  Sr. Toman - dijo nuestra niñera Linda a nuestro chófer - por favor, cuando vaya acompañar a la cocinera al mercado, dígale a la Srta. Dexton que el domingo que viene no podrán ir las niñas a su casa.

-  ¿Por qué? - pregunté yo muy triste.

-  Tenemos una comida aquí con los socios del despacho de abogados de tu padre. Necesitan hacer una transacción a los juzgados del Norte -  contestó Linda.

Me puse sumamente deprimida, por primera vez, desde que empezó mi relación con Daniel Simith, no podría verle en las verdes praderas de los jardines de la casa de la Srta. Dexton. No me podría besar ni acariciar con él."

(Continuará...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario