Por fin ha llegado el día de Noche Vieja. Me da mucha alegría. Ayer llegaron mis tres hijos, Alfred segundo, Daniel y Marisa con todos mis nietos. Vuelve la sonoridad y la luminosidad a mi casa.
Hemos preparado ya el pavo y van a venir a la celebración los Harrows y los Pérez con todos sus hijos. Ésta, sin duda, es el mejor día del año, para mí y para mi marido. Me pregunta a menudo si he sido feliz con él. Yo le contesto que sí, que me ha dado la mayor felicidad de toda mi existencia, a pesar de que echo de menos a todos mi seres queridos y a mi gran amor Daniel Simith, el cual falleció en un accidente de coche a los cinco años de empezar nuestro querer y amor. Nunca comparo a los dos, sería muy injusto para Alfred, mi esposo.
Me voy al aseo y me llevo el diario. Empiezo a leerlo otra vez, un fatídico día como hoy, falleció Daniel. Tenía tan sólo veinticinco años y toda la vida por delante. Entre lágrimas, me pongo las gafas y ojeo las hojas escritas:
"Mi hermana Marie me acompañó a casa de la Srta. Dexton, mi coartada. Ahí me esperaba, como cada Domingo, Daniel con un gran ramo de flores para mí".
(Continuará...)
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