miércoles, 1 de enero de 2014

CONTINUACIÓN

Suena el despertador de mi mesilla, me despierto suavemente. Me da pena liberarme del precioso sueño que he tenido. Me han dado el mejor regalo de Navidad. He visto a todos mis seres queridos de mi niñez y mi juventud. A mi madre, a mi padre, a mi hermana Marie, a Linda, a la Srta. Dexton, a la Srta. Jeny y lo más precioso de la noche a Daniel Simith. Los he recordado a todos, en carne y hueso, aunque sea a un nivel de viaje astral y he sentido su querer y su cariño muy de cerca, una vez más.

Me siento en el borde de la cama y me pongo las preciosas zapatillas y la bata que me ha regalado mi hija Marisa de Francia. Bajo a la cocina de la planta baja a prepararme un té mientras saboreo la plácida vivencia de mis experiencias pasadas. No pasan ni diez minutos y ya están todos mis nietos corriendo arriba, llega otra vez la sonoridad a mi casa. Me cuesta mucho desconectarme de la época anterior esta vez.

Alfred segundo, mi hijo mayor, me ha comprado un precioso ramo de flores y mi otro hijo, Daniel y dos de mis nietos, han metido en el cuarto de estar, una caja de tamaño medio envuelta en un precioso papel de regalo de color azul celeste con un gran lazo rosa.

Preparamos entre todos la cena de Nochebuena. Sincronizamos todos las alarmas de los relojes a las ocho de la mañana y nos vamos a acostar, al día siguiente, nos levantaremos muy pronto. Hoy no he podido leer nada de mi diario. Cuando pasa más de media hora, mi marido, Alfred y yo, bajamos los paquetes de todos y los colocamos al pié del árbol.

Transcurre una velada tranquila, silenciosa y llena de armonía. A la hora programada, empiezan a sonar muchas sirenas al unísono, indicándonos que ya nos tenemos que espabilar. En seguida, llegamos todos y nos sentamos en los tres sofás. Empezamos abrir los obsequios navideños, primero mis nietos, después mi marido y mis hijos y por último yo. Es el envuelto en azul celeste. Lo abro, con mucho cuidado, y lo saco. Es un ordenador portátil de última tecnología.
- Es para que pases en el ordenador tu diario - me explicó mi hijo Alfred - después, puedes continuar poniendo lo que vayas viviendo día a día.
- Te lo publicaré mamá - continuó Daniel - ya tengo contactadas varias editoriales que están interesadas.

Me ha hecho mucha ilusión, todas las mañanas, escribiré mi diario en el portátil y lo continuaré leyendo, como es habitual, noche a noche y todo el mundo conocerá mi preciosa vida cuando publiquen mi autografía. Será todo compartido, mis sentimientos, mis miedos, mis experiencias, mis alegrías, mis tristezas. En definitiva, me conocerán a mí.

(continuará...)


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