miércoles, 17 de diciembre de 2014

CONTINUACIÓN

Ya llegan otra vez las Navidades, hace tiempo que se fueron todos mis nietos. Por desgracia, regresó la triste paz sonora y la monotonía a mi vida. Dentro de tan solo una semana vuelvo a tener la música de las zancadas y risas de todos mis seres queridos.

Ahora, rememoro mis tiempos pasados, otra época de mi vida anterior tan deseada como añorada. De improviso, se para un coche en frente de mi puerta y aparca en uno de los laterales. Me levanto a ver quién es. Mi querida amiga Juana.

-  ¡Hola Juana! -  la dije yo entusiasmada por su visita -  ¡Cuánto tiempo! No te quedes ahí parada, pasa.

-  ¡Hola Alicia!  -  me dijo dándome un caluroso beso en la mejilla.

Entramos en la salita. Ha conseguido dos invitaciones para ir a comer al mejor restaurante de la ciudad. Me he vestido con un traje pantalón que me regaló mi hija Marisa de una boutique de Francia.
Tenemos dos horas de volante hasta las afueras donde se sitúa el lugar de comidas. Me cojo mis anteojos y repaso el último episodio de mi vida pasada. El de esta gran amiga inseparable de la universidad. Compañeras de cuarto del internado de la residencia de señoritas estudiantes. Recuerdo mucho cuando la profesora de matemáticas nos pilló copiando en un examen:

"En todas las carreras, incluidas las de letras, antaño, se daba también matemáticas en todos los cursos para poder llevar las cuentas y las facturas de un hogar, por si nos casábamos y fuésemos amas de casa.

Juana y yo, en el aula del control, nos copiamos la una a la otra. En el pasado, calculábamos todo a mano. No existían estas calculadoras tan modernas y científicas, donde hallan hasta fórmulas muy difíciles. ¡Qué avance más prodigioso! Cuando la maestra nos corrigió, el resultado me salió mal y ambos exámenes estaban erróneos. La profesora, Matilda, nos llamó a la sala del director principal, el Sr. Matias Simito:

-  Entren niñas -  nos sugirió el director de la universidad -  siéntense, por favor.

-  Srta. Domon  -  prosiguió Matilda -  hágame usted en este papel el siguiente cálculo: mil por doce meses más el IVA de las retenciones sobre la base neta. ¿Cuánto le da a usted?

Tardé unos minutos en hallar el resultado y contesté, muy apenada y avergonzada, el total:

- Doce mil exactos -  respondí yo.

-  Muy bien, Alicia, muy bien  -  continuó la maestra  -  ¿qué pone en su hoja de respuesta del examen?

-  Once mil con noventa y cinco -  torcí la cara, nos habían pillado copiando. El castigo, una semana de expulsión y llamada a los padres.

-  Explíqueme usted, querida niña, como es posible que su errata esté también en el examen de la Srta. Tomias -  me preguntó sutilmente muy enfadado el Sr. Simito.

Nos quedamos las dos llorando amargamente sin poder hablar ninguna de las dos.

-  No tienen ustedes palabras -  dijo el director principal  -  hagan ustedes un pequeño equipaje. Lo suficiente para una semana. Ahora mismo llamaré a sus padres. Retírense de mi vista.

Salimos cabizbajas de su despacho. Al día siguiente, por la mañana, mi padre me llevó a mi casa en su coche. Conducía nuestro chófer y no me dirigió la palabra en todo el trayecto. Al llegar a mi casa, me quitó mi viejo tocadiscos y me echo una gran reprimenda. No se me puede olvidar haber defraudado a mi progenitor de esa manera. Nunca se lo pude pagar en favores ni en perdones".

(Continuará...)


martes, 2 de diciembre de 2014

CONTINUACIÓN

Ya están despiertos todos mis nietos. Dos de ellos me están ayudando en la cocina. Pican cebollitas y baten los huevos. Les encanta echar una mano y hacer merengues.

Mis otros niños corretean por la planta baja. Ellos han tomado un chocolate bien caliente con varios churros y porras.

Acabamos de meter el relleno dentro del pavo. Mi marido Alfred, nos ayuda a cerrar el final cosiéndolo con un hilo para cocinar, lo introducimos en el horno con un chorro de vino blanco. Cuatro horas y media es el punto exacto de cocción en esta cocina tan moderna. En el horno de leña de mi antigua casa se tardaba más, pero los guisos y los asados quedaban mucho más sabrosos. Tenían sabor a la exquisita madera de antaño, aquel dulce hogar... tan sentido y tan añorado. A veces tan a menudo que me arrepiento de estar en esta vida de paso y no como protagonista. ¡Cómo os echo de menos:

"En mi libreta me dispuse apuntar con la delicada tinta que desprendía mi pluma. En el tintero, se asomaba un azul que me recordaba al mar que visitaba cada verano con mi hermana Marie y mi niñera Linda. Escribí en las líneas:

-  A mi amado Daniel Simith: cuando te beso y te abrazo, una parte de ti está en mí. Tengo ganas ya de poder hacer público nuestro querer. El secreto de nuestro amor está en esconder a los demás nuestro cariño, lo privado se encierra demasiado en las auras de nuestros corazones".

(Continuará...)


sábado, 22 de noviembre de 2014

CONTINUACIÓN

Estamos ya a martes, es muy temprano y he sacado un pavo enorme de mi congelador. Hoy voy a preparar la comida yo misma, me apetece cocinar. Lo acompañaré con una ensalada de patatas. De postre, he comprado una riquísima tarta de chocolate y arándanos de dos pisos.

Me dispongo a tomar, como cada mañana, mi senda taza de café capuchino con mucha crema. Es deliciosa esta nueva marca que hemos comprado. Mucho más cremoso que la anterior.

Me levanto a observar el arbolito que plantamos cuando supimos que nacería un nuevo nieto en nuestra querida y amada familia. Aquél donde escribimos su nombre, Alfred. Ya son tres Alfreds en la saga. Mi segundo hijo se llama Daniel, igual que mi gran amor Daniel Simith. Mi preciado esposo no se opuso. Lo podríamos haber llamado como sus seres queridos, pero quiso que pusiese el de mi primer novio. El sabe que lo quise y que lo perdí en un trágico accidente.

Rememoro a menudo su presencia y la de mi hermana Marie, sobre todo. Mi consejera y amiga. ¡Cómo te echo de menos querida compañera de juegos y viajes hacia la eternidad:

"A los diecisiete, mi hermana y yo hicimos un voto de sangre y dibujamos con ella, en nuestras libretas, un corazón y dentro apuntamos el siguiente lema:

-  Siempre juntas, hermanas de sangre y de alma. Nuestro espíritu volará encadenado a nuestros dos seres".

(Continuará...)


martes, 11 de noviembre de 2014

CONTINUACIÓN

Ya estoy en mi casa, dulce hogar de recuerdos y vivencias pasadas y presentes. Mis nietos corretean por la primera planta. Una semana, sólo una semana de juventud y de sonoridad. Luego se marcharán estos sonidos de infancia, luminosidad y gran alegría... hasta las Navidades. Y, otra vez, regresará la total felicidad a mi vida.

Mi hija Marisa pasará aquí con mi marido, mi amor, Alfred y conmigo unos meses por recomendación médica. El recién nacido, Alfred Tercero, tendrá que crecer un poco antes de tomar su primer avión y volar hasta Francia.
Tenemos todo el menaje del hogar para el cuarto de mi nuevo nieto. Todo en azul y los lazos que cuelgan de la lámpara del techo son de un azulado celeste precioso.

Por la tarde, dejaremos a mis nietos en el aula de juegos con mis nueras, se trata de un sitio donde los más pequeños pueden jugar después de devorar las mini-jampy pizzas, de jamón y queso. Nosotros, regresaremos al hospital donde mi hija permanece ingresada aunque fuera de peligro.

Me viene a la mente, siempre que piso un centro hospitalario, el lamentable y penoso episodio de mi vida, la trágica muerte de mi gran amor Daniel Simith. Recuerdo y rememoro una y otra vez sus últimas palabras. Me da mucha pena.

"- Serás feliz, no te preocupes, mi vida. Cuidaré de ti desde el cielo y me ocuparé de que no te falte nunca el cariño y el amor que te mereces, cual bella persona eres, el corazón más hermoso que jamás he conocido".

(Continuará...)


jueves, 30 de octubre de 2014

CONTINUACIÓN

Mi hija Marisa tendrá que permanecer tres semanas ingresadas. Ya tenemos a mi nieto en la cunita. Han elegido el nombre de Alfred para el retoño. Se va a llamar igual que mi querido amor Alfred y mi hijo Alfred Segundo, segundo para distinguirlos entre ellos.

André ha solicitado dos meses por excelencia de paternidad, le querían dar sólo uno, pero como el nacimiento ha sido en un país extranjero, al final, le han concedido los dos. Hoy han venido a visitar a mi hija mis dos hijos varones, mis nueras y todos mis nietos. La habitación del hospital ha estado llena de movimiento, de idas y venidas de niños. Todo ha estado lleno de luminosidad y de armonía. Un día muy completo y feliz. Se van a quedar todos una semana completa, ya que vienen de lejos. Un regalo que me ha otorgado el cielo. Otra semana más en compañía de todos mis familiares, como en Navidad. La voy aprovechar al máximo, sin tiempo de echar de menos a mis otros seres queridos y allegados. Ya no están, por desgracia, presentes en mi vida, aunque sí están vivos en mi mente y en mi corazón. Mantengo una vela roja encendida en una esquina de mi salón por el alma de cada uno de ellos. Hoy no la he encendido aún, lo haré en cuando llegue a casa. Sin duda, durante este tiempo sí pensaré en mi gran amor Daniel Simith, siempre en mi recuerdo...

"Después de la celebración en el porche de la Srta. Dexton y tras mi petición de casamiento, me quité la alianza de pedida y la guardé, con mucho cuidado en la cajita, nuestro amor era todavía secreto y oculto para los demás. Las únicas que lo sabían eran la Srta. Dexton, nuestra eterna coartada y mi hermana Marie, mi gran amiga, aliada y guardiana de mi corazón y de mis sentimientos más puros.

Regresé a casa por el sendero de piedra mientras las ramas de los árboles eran sutilmente golpeados por el aire. El ritmo del baile que tenían sus hojas acompañaba mi gran alegría y me trasportaba al limbo de la eterna felicidad.

Al llegar a la entrada de mi porche, mi padre me preguntó:

-  ¿Dónde has estado, hija? Es muy tarde, no me gusta que andes por ahí sola a estas horas.

-  He ido a casa de la Srta. Dexton  -  lo respondí -  se le había olvido su sombrero de fiesta y la sombrilla. He permanecido más tiempo, nos quedamos hablando de nuestras cosas durante unas horas.

-  La próxima vez que te acompañe Linda  -  respondió mi amado progenitor  -  ya le preguntaré a la Srta. Dexton a ver si es verdad que has ido ahí.

Nos dimos un beso en la mejilla y subí a mi habitación a esconder los regalos de cumpleaños que me había hecho mi primer amor, Daniel".

(Continuará...)


sábado, 18 de octubre de 2014

CONTINUACIÓN

Después de dos semanas en la incubadora, ya tenemos a mi pequeño nieto en la cuna de la habitación del hospital, en la planta de Maternidad. Preciosos ramos de rosas adornan el cuarto hospitalario. Mi hija Marisa descansa en la cama. El parto ha sido difícil debido a su edad.

Hemos bajado todos a comer al restaurante del hospital. Está bastante bien para no ser uno profesional. Hemos pedido, primeros, segundos y flan de vainilla de postre. André llama, durante la comida, a su hija Andreita, acaba de salir del colegio y volverá más tarde a clase:

-  ¡Hola hija! -  le dijo su padre -  ¿qué tal el colegio? ¿Te lo has pasado bien?

-  ¡Hola papi!  -  contestó Andreita -  me lo he pasado muy bien con mis amigitos. Después de comer, tengo Dibujo y Educación Física. ¿Qué tal está mamá?

-  ¡Está descansando, hijita!  -  contestó con mucho entusiasmo mi yerno  -  has tenido un hermanito. Tiene los ojos azules, como el cielo.

- ¡¡¡Qué bien!!! ¡¡¡Qué biennnnnnnnn!!!  -  se oía gritar con mucha alegría a mi nieta desde el otro lado del móvil.

Eso me recuerda a mi primer regalo de cumpleaños que me hizo mi amor Daniel Simith aquel maravilloso día donde la brisa corría por las verdes praderas y el aire agitaba, dulcemente, las ramas de los árboles.

"La caja del envoltorio era de un color rosa precioso, simbolizando la hermosura de nuestro cariño, que era mutuo y correspondido. Dentro, había una hermosa rosa roja y, debajo, un sobre con un mensaje muy misterioso:

-  Amor, te espero en la casa de la Srta. Dexton a las seis en punto de la tarde...

Cuando atardeció, acudí a la cita a la hora indicada. Nuestra coarta me había preparado en el porche un gran escenario para estar con mi amado. Había vestido las ventanas y el banco de madera con unas preciosas rosas rojas, rosas pálido y blancas. En el centro de la mesa, una gran tarta de fresas y nata. Sentado me esperaba Daniel. Pasamos dos horas muy enamorados y me dio mi obsequio de cumpleaños. Una pluma con diamantes incrustados y un anillo de oro, al que acompañó con la inolvidable frase:

-  ¿Te quieres casar conmigo?

-  Sí  -  respondí yo y sellamos la petición con un enorme beso en los labios".

(Continuará...)


viernes, 3 de octubre de 2014

CONTINUACIÓN

Van pasando los días junto a mi hija muy rápidamente. Ya lleva ocho meses y medio de gestación. Quedan tan sólo dos semanas para que salga de cuentas. En breve, veré la carita de mi nieto. Mi marido Alfred está también muy ilusionado.

Se acerca la hora... Estamos ya en el paritorio, ha venido el marido de mi hija, André. Está dentro cogiéndole la mano a Marisa. El parto se está alargando un poco, pero se oye, finalmente, en la lejanía, el llanto más dulce y lleno de vida y felicidad.

- ¡Guaaaa, guaaaa, guaaaa!  -  se oyen gemidos de un recién nacido.

-  ¡Ha sido niño!  -  se oyó gritar a la comadrona.

-  ¿De quién es la criaturita?  -  preguntó a lo lejos otro ginecólogo.

-  De la mujer de la veinte -  contestó a voz viva la ayudante -  la de Marisa Tomson.

Han llevado a mi pequeño recién nieto a la incubadora mientras se quedan atender a mi hija pequeña. A los pocos minutos, sale de la habitación mi cuñado André y abraza emotivamente a mi gran amor Alfred.

- Todo ha salido bien - dijo entre lágrimas -  tiene los ojos azul cielo, como mi madre.

Hoy es un día muy feliz, lleno de luminosidad y de armonía. Me viene a la mente, como es habitual a lo largo de mi vida, la última frase de mi querido e inolvidable Daniel Simith, mi primer amor:

"- Serás feliz, no te preocupes, mi vida. Cuidaré de ti desde el cielo y me ocuparé de que no te falte nunca el cariño y el amor que te mereces, cual bella persona eres, el corazón más hermoso que jamás he conocido".

(Continuará...)


lunes, 22 de septiembre de 2014

CONTINUACIÓN

Me despierto después del precioso recuerdo de la boda de mi hermana Marie y bajo a la cocina, de puntillas para no despertar a mi esposo Alfred y a mi hija Marisa. Me he preparado una senda taza de café. Ya tengo todo encuadernado para llevar a la editorial de mi hijo Daniel. A ver si les gusta mi libro de memorias, mi día a día, mi maravillosa vida y mis seres queridos que ya no están....

De momento, sigo escribiendo cada mañana y tarde todos los acontecimientos que me suceden a diario, los imprimo y los añado al final de mi autobiografía. El título que he puesto a mi armoniosa y luminosa existencia es:

"Más allá del horizonte".

Uno muy sentido por mí. Mi hermana Marie y yo, solíamos sentarnos en la pradera de mi casa y mirar hacia un punto perdido en el universo, evadiéndonos de todo mientras el viento movía sutilmente nuestro pelo. A menudo, recuerdo una mañana en la que Marie tenía un mal de amores con un chico de la universidad de enfrente. Estábamos las dos sentadas y también nos acompañó Daniel Simith, mi gran amor. El aire nos azotaba muy levemente nuestra cara y ella lloraba y gemía por su dolor:

"La mañana se presentaba clara con leves ráfagas de aire, nuestro deber, el de Daniel y el mío, era el de permanecer al lado de mi hermana mientras ella se lamentaba y sus grandes lágrimas caían como manantiales por sus mejillas. El agua de ellas venía turbia por el dolor de su alma. Cuando se derramaba por su cara su penar, yo la agarraba la mano y mi novio Daniel, sentado a su izquierda, la cogía muy cariñosamente la otra. 

Linda se aproximó con paso ligero a nuestras espaldas. Se arrodilló sobre una toallita y abrazó con fuerza a mi hermana Marie. Le susurró a su oído el consejo mejor guardado por ella y por mí también:

-  Querida niña, salve a Dios, que los amores reñidos son malos. La vida está llena de sorpresas, de alegrías y de tormentos. Debes de aprender a lamentarte sólo lo justo y emprender en seguida, otra vez, el paso. Las pisadas sobre la carretera de piedra de este destino deben de ser firmes. Las piedras, te harán perder el equilibrio a menudo, pero ahí estarán todos tus allegados para ayudarte a levantar y seguir... siempre seguir hacia adelante y no mover la vista hacia atrás nunca. Sólo recordarás los buenos momentos de tu vida".

(Continuará...)


miércoles, 10 de septiembre de 2014

CONTINUACIÓN

Una noche en vela totalmente, no están ya los niños y echo de menos las oraciones con ellos antes de irse a dormir y sobre todo, sus grandes besos en mis mejillas. Los añoro cada segundo que pasa. Cierro los ojos, pero me es imposible conciliar el sueño. Me pongo a leer mi diario. He encendido la pequeña linternita con pinza que me regaló al llegar uno de mis hijos, es una especial para enganchar en los libros de lectura. Así no molesto a mi amado esposo que aparentemente está dormido.

Me pongo mis pequeñas lentes de lectura y abro en la página de la vivencia del día en que mi hermana Marie se casó con su único gran amor, Antonio. Un recuerdo inolvidable, en el que estaban mi padre, nuestra niñera Linda, la Srta. Dexton, la Srta. Jeny y otros amigos queridos, pero faltaba mi Daniel Simtith, ya había fallecido, por desgracia...

"El cura culminó la ceremonia con el típico :

-  Puede besar a la novia...

El recién estrenado marido de mi hermana levantó, muy lentamente, el velo de seda que cubría su rostro y le dio un apasionante beso y yo, postrada en el primer asiento junto a mi padre, rememoraba mis caricias y carantoñas con mi gran e inolvidable Daniel Simtih. Ríos de agua corrían por mis mejillas, pero era el día de Marie y tenía que estar alegre y contenta. Así que levanté la mirada y empezó la fiesta, entrañable para mis memorias..."

(Continuará...)


sábado, 30 de agosto de 2014

CONTINUACIÓN

Estamos ya en casa mi hija Marisa, mi amor Alfred y yo. Nos dirigimos los tres apenados y cabizbajos a la salita de estar. Ya no está el sonido de los niños corriendo y riéndose por mi morada. Se ha ido casi toda la luminosidad y la alegría juvenil de aquí.

Nuestra cocinera hoy libra. Me ayuda mucho. Tenía antes una doncella que ejercía a la par de niñera. Se llamaba Dorita. Por desgracia, falleció el año pasado, de lo que ella siempre decía, de vieja. También es una persona muy querida en la familia como nuestra niñera Linda. Me acompañó en toda la infancia y adolescencia de mis hijos. La he dedicado un capítulo entero del libro de mis memorias. Se titula:

"La mujer a la sombra de una gran familia.. Sin querer deslumbrar, pero brillante..."

Mi marido se ha levantado y nos ha preparado sendas tazas de café capuchino con doble de crema y unas pastitas de chocolate. Las saboreamos, son de las cajas pequeñas del restaurarte francés. Cada envoltura tiene el siguiente mensaje escrito:

"Sueños de chocolate, deseos de dulzura... Pida su deseo especial..."

El mío es unos minutos más con mi gran amor Daniel Simith, aunque sólo sea un pequeño paseo por las praderas de la casa de la Srta. Dexton, mi cortada, agarrados de la mano fuertemente:

"-  Cariño, ¿cuándo me vas a presentar a tu padre? -  me preguntó Daniel dándome un pequeño beso en mi mejilla.

-  Cuando cumpla los dieciocho -  lo respondí yo  -  si nos descubre antes, se impondrá a nuestro querer.

-  Nadie se meterá entre nosotros. Seremos más fuertes  -  me dijo dibujando un corazón en la tierra con un palo muy largo. En el centro, nuestras iniciales y una gran flecha. 

Una ráfaga de viento se lo llevó por los aires. Presentí que era un mal presagio y pasé muy mala noche.

(Continuará...)


domingo, 17 de agosto de 2014

CONTINUACIÓN

Ya está, todos embarcados en el avión rumbo a su destino, sus hogares a dos horas y media de vuelo. No es mucho, pero es demasiado lejos para ir de visita los Fines de Semana.

Mi hijo Alfred Segundo y Daniel, son mis hijos varones y siempre me han dado muchas alegrías y satisfacciones, aunque también algún que otro disgusto. Por cierto, he impreso ya hasta el último día de ayer y lo voy encuadernando en el archivador. He puesto el título a mi vida: "Los suspiros se escapan por el horizonte y Alicia sigue mirando con sus prismáticos". Uno muy original y ocurrente, pienso.

Hemos comido en el restaurante del aeropuerto un tentempié mi hija Marisa, mi amado esposo Alfred y yo. Un momento muy triste. Hablamos sobre la educación de mi nieta Andreita y de su añorado esposo André.

-  Mamá, ¿cuándo vas a llevar el manuscrito de tus memorias a la editorial? -Me preguntó Marisa.

-  Todavía no hija -  la respondí yo -  quiero seguir escribiendo en él mis vivencias del día a día. Vosotros también sois los pilares importantes, incluso más que en el pasado.

Hemos pedido nuestros típicos cafés capuchinos con mucha crema. No han pasado ni media hora y ya estoy echando de menos a mis dos hijos. Recuerdo cuando nació el primero. Lo tuvimos con mucha ilusión. Sin duda, le pusimos el nombre de mi gran amor, mi marido Alfred. Se llama como su padre, nuestro gran aliado. Pero al segundo, convencí a mi esposo, para ponerle el nombre de Daniel, rememorando a mi primer novio, Daniel Simith.

Cada vez que veo a mi segundo hijo varón, recuerdo a mi pareja del pasado, pero es sangre de mi querido y amado Alfred Tomson. Es una trampa mía a la cruel y a la par, bendita realidad. Hay dos sentimientos encontrados y enfrentados en mi hijo varón pequeño. La memoria de mi primer amor Daniel, sobre mi bonita historia de una relación de amistad, cariño y complicidad, mi actual esposo, padre de mis hijos. Pero.. ¿quién es mi verdadero amor...?

Me acuerdo ahora mismo de mi añorado Daniel, mi primera pareja cuando me aconsejaba para mi vida:

"- Tienes que ser tu misma. No siempre debe de ser lo que yo quiera. Vuela, sueña, imagina y mañana dime lo que deseas tú con toda tu alma y así lo haremos".

(Continuará...)


lunes, 4 de agosto de 2014

CONTINUACIÓN

Nos volvemos ya después de tan grata tarde. Mi hijo Alfred Segundo ha pagado la comida y se ha llevado los pedidos. Ha salido un poco caro. Este restaurante francés es uno de los más exquisitos de la zona, pero merece la pena por los momentos tan preciosos.

Nos montamos en los vehículos todos. Los más pequeños están dormidos, es su hora de la siesta. Arrancamos los motores y regresamos a nuestra hermosa morada, donde resido hace muchos años y tengo mucho vivido. Muchos recuerdos buenos y otros malos, como todo en la vida.

Hemos entrado ya en el porche y en el garaje. Nos dirigimos Marisa, Alfred Segundo y yo a la cocina a depositar los platos y bollería francesa en el frigorífico. El resto, han acostado en sus camitas a mis nietos y los mayores se han quedado jugando en la planta de arriba. Se aproxima la hora de la cena con poco apetito. Hemos preparado queso fresco y lonchas de jamón. Algo de comer ligero para un día intenso, lleno de luminosidad y de armonía para mí. Soy muy feliz.

Mañana se marchan mis hijos varones con sus mujeres y mis niños. Menos mal que este año, mi querido destino me ha regalado que mi hija se quede unos meses conmigo hasta que dé a luz. Una gran alegría, aunque me duele porque está ella muy lejos de su hijita Andreita y de su marido André.

Se han ido todos ya a sus dormitorios y yo, como es habitual cada noche recostada en mi cama y apoyada en mi almohada de plumón, abro mi diario y me pongo a rememorar los pasajes más emotivos de mi primera existencia. Hoy he echado de menos a mi querido padre, Ricardo Doman y a mi hermana Marie, pilares fundamentales en mi vida también. Recuerdo cuando mi padre abrió los ojos cuando estaba en la cama del hospital.

"-  Sr. Doman -  dijo el médico general susurrándole - Sr. Doman... 

-  ¿Dónde... dónde estoy? - contestó mi padre con un tenue hilo de voz.

- ¿Recuerda usted su nombre? -  le preguntó el médico -  se encuentra usted ingresado.

- Sí, soy Ricardo... Ricardo Doman - susurró mi padre -  ¿qué me ha pasado?

- Ha estado usted en coma profunda - le explicó el doctor - pero, no se preocupe, es muy buena señal que recuerde usted su nombre después de tanto tiempo dormido. Se pondrá bien.

-  Que pasen las niñas - pidió el doctor adjunto -  sólo unos minutitos.

Pasamos y vimos que se había cumplido nuestros rezos. Había sido un milagro. Los especialistas no daban muy buenas esperanzas. Marie y yo, le vimos sus ojos abiertos y nos mandó un beso con su mano. Se lo devolvimos las dos. Otra vez teníamos a papá con nosotras, aunque debía de permanecer en el hospital más tiempo hasta su total recuperación. Salimos todos, incluido Daniel Simith, que me invitó a comer a la cafetearía de la otra planta. Mi hermana vino de carabina. Él es, sin duda, mi primer gran amor".

Recuerdo su último beso antes de fallecer. La estrella en la que está su dulce sonrisa es la situada al lado de la Luna, su cuna y mi falso simulacro de su memoria.

(Continuará...)


miércoles, 23 de julio de 2014

CONTINUACIÓN

Estamos degustando ya nuestros cafés capuchinos mientras continuamos nuestras conversaciones tan amenas. Son unas confidencias muy cremosas y dulces. Para los niños, hemos pedido un Cola - Cao. El simpático camarero nos ha regalado bombones y una caja de pastas francesas.

Nos disponemos a saborear el delicioso chocolate de la bombonera de tres pisos de plata. Están riquísimos. Son una delicatessen estos dulces y se te derriten en la boca. Un auténtico placer gustativo. Mi marido Alfred y mi hijo Alfred Segundo han comprado cuatro cajas para llevar a casa.

Hemos terminado después de tres horas y media de charlas cariñosas y risas desde el corazón, sonrisas de cera de miel para todos mis seres queridos. Están hoy casi todos, faltan André, el esposo de mi hija y mi nieta Andreita. Estos son los familiares reales de la vida de hoy. El resto, están en el pasado, pero anclados eternamente en mi memoria y no es pasajera, sino permanente, muy, muy fija en mi día a día. Lo que yo llamo "recuerdos".

Lo que estoy pensando ahora me hace recordar una de las múltiples tareas impuestas por nuestra maestra, la Srta. Jeny, ella denominó al ejercicio:

"Recuerdos del ayer bordados en las servilletas de seda de hoy".

Era para la clase de costura. Consistía en bordar en unas servilletas de seda los nombres de nuestros allegados, con sus iniciales, y una frase corta con el sentimiento hacia cada uno de ellos.

-  "Srta. Jeny -  la interrumpí en medio de la explicación -  necesito un par de metros más para bordar.

-  ¿Para quién es? ¿Es para algún amor secreto? -  preguntó la profesora sonriendo y guiñándome el ojo de forma chistosa.

Mi hermana Marie y yo, fruncimos el ceño y nos miramos de reojo la una a la otra. La Srta. Jeny nos observaba por encima de sus pequeños anteojos.

-  No, no - contesté yo con un simulacro de risa -  es para una niña que está ingresada en el hospital. Se está muriendo y quiero hacerla un pequeño obsequio. Para ella y para su mamá también.

-  Con medio metro tendrá usted suficiente Alicia - apuntó la Srta. Jeny.

-  Es que quiero hacerle el juego completo - insistí yo.

-  Vale Srta. Domon - contestó suavemente mi maestra - tenga usted la tela.

Sacó el metro, desdobló la tela blanca, midió exactamente dos metros y la rasgó velozmente con sus tijeras. Me la anudó con una cuerdecita rosa y me la dio.

- Anote usted lo de siempre -  me mandó la Srta. Jeny - las iniciales, cuál es el nombre completo y el parentesco que tiene con usted Alicia, además de la frase. Hemos terminado la clase por hoy señoritas.

Cuando se marchó nuestra profesora por la lejanía, yo apunté en mi libreta con mi pluma las iniciales D.S. cuyo nombre completo era Daniel Simith, parentesco: el amor de mi vida. Y la frase para bordar era: "para ti, que eres mi vida y mi único aliento para respirar cada mañana cuando abro mis ojos".

Cuidadosamente arranqué la hoja de su espiral, la doblé por la mitad y la guardé en mi pequeño cofrecito de plata que me había regalado mi madre poco antes de fallecer".

(Continuará....)

lunes, 14 de julio de 2014

CONTINUACIÓN

Último día de estancia de mis dos hijos, Alfred Segundo y Daniel. Sus nueras y todos mis nietos nos están esperando en el restaurante francés. Han reservado desde primera hora de la mañana.

Hemos llegado en el otro vehículo, mi amado marido Alfred, mi hija y yo. Marisa se ha llevado la cámara de vídeo para grabar todo lo que ahí suceda. Se lo va a mandar a su marido y a su hija Andreita. Ya han tenido numerosos encuentros ciber náuticos a través de la camarita que se coloca en la pantalla del ordenador. No sé muy bien como se llama, estos inventos tan novedosos... Se lo compró ella hace varias semanas en la tienda de electrodomésticos e informática.

Hemos llegado ya y nos sentamos en la mesa para comer. Viene el camarero con el típico gorro de cocinero francés. Vamos a pedir, de primero "Cassoulet" que son alubias blancas con carne y embutidos. Para mi hija, hemos pedido "La Ratatouille", que es un plato típico de la ciudad de Niza, lleva vegetales y para mis nietos, “choucroute", son platos de col, patatas y beicon.

De segundo "coq au vin", pollo con vino, para tres y para el resto "La quenelle", tres de carne de ternera, uno de carne de ave y para los más pequeños de pescado, tienen mucha menos grasa.

El simpático camarero apunta el pedido en su libreta y pregunta finalmente:

-  ¿Qué quieren ustedes de postre?

-  Deseamos tomar tres Crêpes dulces y  dos Quiche Lorraine -  contestó mi marido.

La Quiche Lorraine, según Marisa, son unas exquisitas tartas de queso, beicon y jamón. Mi hija es la guía explicativa de los platos más ricos. Al final, se atreve a pedir al servicial metre, que está al fondo, dos "brioches" para llevar. Lo apunta en un cuaderno de pedidos para casa.

-  ¿Y de beber, qué desean ustedes? -  siguió preguntando el camarero.

- Vino y tres jarras de limonada -  dijo Alfred, mi marido.

-  ¿Me puede preparar usted siete Tartine para llevar? - preguntó Alfred Segundo.

- Sí, por supuesto señor. Se lo daré cuando se vayan - hace un gesto a su superior con la mano -  apunte, señor Dupont. Le repito...

-  No hace falta -  lo interrumpió Jean Dupont -  oído cocina.

-  ¿Desean ustedes al final de todo café o algún tipo de té? -  volvió a preguntar para apuntarlo.

Pedimos nuestros típicos cafés capuchinos... Me viene a la memoria mis inolvidables comidas en el saloon de Harrie´s, cuando yo y mi hermana éramos pequeñas. Íbamos mi padre, Marie y yo. En ocasiones, invitábamos también a mi niñera Linda y a mi querida Srta. Dexton, mi cortada durante años de mi amor con Daniel Simith. En el cartel del restaurante de ciudad, Harrie ponía para llamar a la clienta:

"En el Saloon Harrie´s, si comes aquí, aparte de un rico bistec, te llevarás a tu casa contigo, una inolvidable experiencia que recordarás mes a mes. Siempre sonreirás y por nuestra parte te regalamos una gran jarra con un asa".

(Continuará...)

viernes, 4 de julio de 2014

CONTINUACIÓN

Miro una y otra vez el retrato de Daniel Simith. Me he despertado hoy nostálgica y eso es malo, me impide vivir el presente, mi maravilloso día a día.

Me siento en la cocina a tomar un café con crema. Todo el mundo sigue acostado. Aprovecho este momento de soledad para abrir mi portátil y leer mis vivencias del pasado, mientras me vuelve la duda de quién es mi verdadero amor. Debato si es mi querido marido Alfred Thomson o mi anterior novio, mi inolvidable Daniel, que lo perdí inesperadamente.

Durante la lectura de mis experiencias retrógradas, me vienen a mi mente unos remordimientos que desde hace muchos años me vienen atormentando. Se trata sobre la Srta. Jeny y lo mal que me porté con ella en vida suya. Cuando murió mi gran amor Daniel, recuerdo que mi maestra vino al velatorio y me regaló un precioso pañuelo negro para el luto. Lo había bordado ella misma a mano con mucho esmero. Se sentó al lado de la Srta. Dexton y mi padre la invitó al convite de la tarde. Cariñosamente, se acercó a mí, en la entrada de mi porche, me dio dos besos y me susurró al oído:

- "La acompaño en el sentimiento, Alicia. En estos duros momentos sólo cabe esperar que su alma se alivie de este tormento por la perdida de su querer... Rezaré por usted".

Y llevé su bello paño de seda en la cabeza durante el año que velé por mi querido amigo y pasajero principal de mi viaje existencial, mi amado Daniel Simith. Guardo tan valiosa prenda en un antiguo cofrecito que me regaló mi niñera Linda.

(Continuará...)

domingo, 22 de junio de 2014

CONTINUACIÓN

El presentador empezó hablar y dio paso a los tres payasos y a la pequeña payasita, Martinina. Los niños están todos muy felices. Se pinta, continuamente, una gran sonrisa en sus pequeñas caras. El espectáculo dura bastante tiempo. Un lugar de suspense, magia, diversión e ilusión. Todo es luminosidad y sonoridad en el entorno. Un ambiente con mucha fantasía y amor de muchos tipos.

Los animales y los trapecistas, lo más sorprendente de la tarde. Un payaso mago, ha hecho sus trucos, ha sacado a cinco niños elegidos al azar. Entre ellas, estaba mi querida nieta Leticia. Ha hablado por el micrófono. Uno de los momentos, sin duda, más felices de mi vida. El payasito cámara hace fotos sin cesar.

Ha llegado el final del show. Una pena para los más pequeños, se van cada uno de ellos con sus gafas, un sombrero morado con estrellas de punta y una gran bolsa de chucherías. Nos han enmarcado la foto de Leti en un marco rosa lleno de flores con un sol y una luna en cada esquina.

Hemos llegado a casa. En primer lugar, me dirijo a colocar el marco de mi nieta pequeña entre la foto de Daniel Simith, mi amado Alfred me deja tenerla a la vista de todos, y el de mi hermana Marie. Cojo con sutiliza el retrato de mi primer amor y leo la dedicatoria que me escribió hace mucho tiempo:

"Para mi amada Alicia. Tú me haces volar en mi mundo de fantasía, lleno de luz y de armonía. Cada noche sueño lo que he vivido contigo, repito cada suspiro de ti en mí"

(Continuará...)


sábado, 14 de junio de 2014

CONTINUACIÓN

Estamos todos sentados en nuestros asientos, quedan pocos minutos para que empiece la función circense. Los niños están muy ilusionados, nunca han visto payasos. Se oye, otra vez, al misterioso presentador por el megáfono:

- Enciendan todos sus narices, las de las gafas... ¡¡¡Ju, ju, juuuuu!! Quedan pocos segundos para empezar la diversión... ¡¡Ju, ju, juuuuu!!

Todos los espectadores hemos encendido la nariz roja. A los pocos minutos se han apagado los luminosos. Un silencio se ha apoderado del ambiente y se ve la luminosidad de las lentes. Todo son destellos colorados. Ciertamente, queda el efecto muy bonito y fantástico.

De improviso, se encienden los focos del escenario y aparece Don Panfluto y se oye por los altavoces centrales a este simpático payaso:

-  Holaaaa a todos. Aprender esto: Un, dos, tres, abre tus ojos, atrévete y tú te vas a divertir. ¡Ahhhhhh!¿Os cuento un secreto? Estas son las palabras mágicas que debéis pronunciar cuando veáis al presentador.

Todos los pequeños memorizan la frase. Se vuelve a quedar todo oscuro y volvemos alumbrar todos los asistentes. A los pocos minutos de esta magia luminosa, se prende las luces del centro de la pista del gran circo. Un señor vestido con un disfraz y sombrero de punta morado y estrellas abre una enorme pancarta donde pone: "Presentador Arturino".

-  Un, dos, tres, abre tus ojos, atrévete y tú te vas a divertir. ¡Ahhhhhh! - gritamos todos al unísono.

Se aprecia mucha alegría y sonrisas en los críos, son muy felices. Mucha armonía y sonoridad en este instante... Lo apuntaré en mi otro diario donde apunto mi segunda faceta, afortunada por poder vivirla. Mi primera existencia es la de mi hermana Marie y mi gran amor Daniel Simith, entre otros seres queridos.

A menudo, en la vida, las personas tienen varias etapas en su destino y mi profesora, la Srta. Jeny, me solía decir:

-  "Usted es afortunada, Alicia. Tiene a mucha gente que la quiere. Cuando pasen los años, se preguntará: ¿qué habrá sido de esta persona? y recordará a muchos que quiso y que ya no están..."

(Continuará...)

jueves, 5 de junio de 2014

CONTINUACIÓN

Estamos ya todos sentados en la palco principal. Como mi hija Marisa está embarazada, hemos tenido la precaución de no coger las gradas para evitar los típicos vértigos de las preñadas.

Tres payasos están repartiendo a cada asistente un sombrero de paja y unas simpáticas gafas con una nariz que se enciende al apretarla. Tarda la gente mucho en acomodarse en sus tribunas y asientos. La carpa es inmensa y muy alta. Mi nieto pequeño, ha visto varias jaulas con elefantes y tigres. Se asustó mucho y se puso a llorar al entrar al circo. Mi hijo Alfred Segundo lo cogió en brazos para consolarlo. Ya está mucho más alegre en estos instantes de luminosidad y felicidad.

Nuestros niños tienen sus sombreritos sobre sus pequeñas cabezas y las lentes luminosas puestas. Nosotros nos lo hemos colocado todo también. En los altavoces se oye una locución del misterioso presentador:

-  Tomen ustedes asiento. La función va a comenzar en quince minutos. Les recuerdo que están prohibidos las cámaras de fotos y de vídeos. A la salida, tienen todos nuestros enseres más queridos... ¡ju, ju, juuuu!

Bastantes espectadores permanecen aún en fila india, esperando a que les pique sus tiques de entrada el payasete gordinflón. A la espera del inicio del espectáculo, recuerdo la frase que me solía repetir, con frecuencia, la Srta. Jeny, mi añorada maestra, tan odiada y a la par, tan querida por sus principios y valores de vida:

-  "Srta. Doman, abra usted su corazón y su inteligencia. Ejercite su conciencia del pensamiento para poder soñar con su más profundo yo interior. Debe usted conocerse así misma antes de exigir a los demás. ¿Usted qué quiere realmente para su vida? Impóngase, Alicia, impóngase".

Yo siempre quise amar y ser correspondida por Daniel Simtih y las estrellas me regalaron a mi querido y, ¿por qué no?, al amor de mi vida, Alfred.

(Continuará...)

martes, 27 de mayo de 2014

CONTINUACIÓN

Hemos llegado al parking del circo. Estamos dando vueltas buscando unas plazas para poder aparcar. Está todo completo. Invocamos a todos los ángeles para que queden libres tres huecos para nuestros vehículos. Si no, nos tenemos que marchar y sería una desilusión para los más pequeños.

Después de dar giros durante casi veinte minutos, el milagro está apunto de ocurrir. Ahí está una multitud de niños de Jardín de Infancia agarrados todos de una cuerda. Los extremos los portan dos maestras. Un chico muy alto, se encuentra al lado de ellos. Ha empezado a contar los sombreritos de paja que les habían regalado en el número anterior.

- Uno, dos, tres, cuatro -  contaba el joven muy preocupado y terminó la serie de criaturitas-  doce, trece... falta uno.

- A ver, niños - preguntó una de las señoritas muy cariñosa - ¿a quién echáis de menos?

Nuestros tres automóviles están parados en medio de la carretera del aparcamiento. Una caravana de coches nos siguen detrás nuestro en fila india. Han empezado todos a tocar el claxon. El sonido de los pitos es ensordecedor. Envuelve el ambiente y convierte el lugar en un sitio enervante.

- ¿Qué pasa que no avanzáis? -  preguntó uno de los conductores sacando su ruda cabeza por la ventanilla.

- ¿Qué que pasa? -  respondió muy enojado mi hijo, Alfred Segundo - ¿No ve usted que hay una fila de niños parados en la mitad del camino?

- ¿Y qué ocurre que no se suben en sus coches? -  insistió el caballero agitando violentamente su mano izquierda -  va a empezar el espectáculo.

-  Que se ha perdido un niño -  contestó mi hija Marisa -  tranquilícese por favor.

De repente, aparece en escena un payaso con una gran peluca naranja sobre su cabeza andando con una niña con falda.

- ¡¡¡¡Ahhhhhhh!!! - gritaron todos los niños pequeños soltándose de la cuerda.

Han ido todos corriendo para abrazar al circense mientras exclaman:

-  Don Panfluto, holaaaa -  todos al unísono -  un, dos, tres, abre tus ojos, atrévete y tú te vas a divertir. ¡Ahhhhhh!

Las profesoras se apresuran muy asustadas al encuentro de todos ellos mientras gritan fuertemente:

- ¡Niños! ¡Niños! ¡Los coches! ¡Volved aquí inmediatamente!

Las pequeñas criaturas han hecho caso a sus superiores. Todos y la pequeña extraviada se han metido en cuatro coches. Ahí están los tres espacios de estacionamiento necesarios para nuestros vehículos. El cuarto, es para nuestro conductor enfadado que no ha dejado de insistir en tocar el claxon, mientras vivimos esta divertida anécdota. Ha estado llena de humor, alegría y luminosidad.

Nos hemos apeado y nos dirigimos todos a la gran carpa instalada. El show va a comenzar...

El espectáculo de mi vida, sin duda, continúa en marcha. Muchos cambios de personajes y de apuntador. Muchos paisajes para la función de mi vida. Principal personaje y protagonista: yo. Con mucho miedo de tener que cerrar el telón. Yo ya me hago mayor y muy anciana.

"-  Tienes toda la vida por delante y un mundo lleno de luz y de alegrías te espera ahí fuera."

Solía decir mi padre a menudo. También lo echo mucho de menos. Esa figura paterna y tan protectora. Mi querido papá.

(continuará...)

domingo, 18 de mayo de 2014

CONTINUACIÓN

Ha llegado el día del circo.... Se siente en mi hogar mucha ilusión en los más pequeños de la casa. Mis nietos tienen pintada una gran sonrisa en sus caritas. Mi hija Marisa echa mucho de menos a su Andreita y a su amado esposo André. Se le nota, por ello, una cierta melancolía. Sin embargo, vendrá con nosotros al espectáculo circense.

Nos hemos montado todos en tres vehículos. Mi marido, ha invitado a la cocinera y a la doncella que tenemos para que vengan con sus hijos. Estamos todos muy contentos. Un poco de juventud viene bien para los aburridos fines de semana que solemos pasar Alfred y yo, en la más absoluta monotonía.

En mi automóvil, los niños tienen una pequeña televisión con dibujos animados. Les hemos prohibido hablar para no distraer al conductor. Tenemos dos horas de camino. Yo tengo una novela para leer, hice fotocopias, y las he doblado, de los pasajes remotos más bonitos de mi vida... Los leo con mucho cariño e intento que no se derramen lágrimas por mis mejillas. Se me empañan los cristales de las gafas de lectura. Repentinamente, el coche se detiene en seco, se ha puesto en rojo el semáforo y el de delante no lo ha visto.

-  ¿Estáis todos bien? -  preguntó mi marido preocupado.

-  Sí - respondió mi hija - aquí atrás todos bien.

Mi querido Alfred, me mira y se asegura de que estoy bien. Me sonríe y me hace una amorosa caricia. Yo, vergonzosamente, le devuelvo una tenue sonrisa. Pienso que le estoy robando todo su cariño y que hago un simulacro de felicidad para olvidarme de Daniel Simtith. Continúo leyendo, pero esta vez la novela de best-seller.

(Continuará...)

viernes, 9 de mayo de 2014

CONTINUACIÓN

Ya hemos llegado a casa. He comprado pollo en salsa en el mercado, también me he traído bastante ensalada de patata. La cocinera del puesto número veinte, es la mejor de toda la ciudad. Casi todo hay que reservarlo. Mis consumiciones me las tiene siempre preparadas para las once de la mañana.

Estamos todos sentados en la gran mesa del comedor. Empezamos a degustar los exquisitos manjares que nos ha preparado Josefina, la del veinte, según entras a mano izquierda al centro del pequeño supermercado. Mi marido Alfred ha enchufado el plasma sobre la repisa para que los niños puedan ver sus dibujos animados mientras comen.

Hemos terminado ya la gran tarta de chocolate y nata y nos sentamos todos en los sofás con nuestro típico café capuchino con crema. Nos disponemos a pasar una entrañable tarde. Mi hija Marisa le comenta a su padre que el próximo sábado vamos a visitar ella y yo la tumba de Daniel Simith. Mi amor Alfred tuerce la cara haciendo una leve mueca de resentimiento y nos argumenta:

-  El Fin de Semana próximo os quiero llevar a todos al Gran Circo de la ciudad. Se han establecido para sus nuevos espectáculos hace quince días. Sólo estarán hasta el lunes siguiente.

- No te preocupes mi vida -  le contesté yo acariciándole la mano -  iremos Marisa y yo al cementerio en otra ocasión.

- Los pases para las funciones son para el sábado y el domingo - me dijo muy cariñosamente Alfred - nos vamos a divertir.

Mi alma está divida en dos, pero mi espíritu y mi corazón están, ahora mismo, en el presente, ante el hombre más maravilloso y grande que haya podido encontrar. Entonces, recuerdo la frase de Daniel Simith en el hospital:

-  Serás feliz, no te preocupes, mi vida. Cuidaré de ti desde el cielo y me ocuparé de que no te falte nunca el cariño y el amor que te mereces, cual bella persona eres, el corazón más hermoso que jamás he conocido.

Y ha cumplido mi primer gran querer, Daniel, su palabra. He sido muy feliz y he encontrado el amor en mi vida. La felicidad suprema... aunque, faltes siempre tú, mi querido Daniel Simith.

(Continuará...)

jueves, 1 de mayo de 2014

CONTINUACIÓN

En el automóvil, mi hija Marisa está al volante, conduce muy bien. La enseñó su padre, mi querido esposo. Ha puesto una música de un grupo francés muy bonita. Tocan lírico. Se llaman "Michelle", en honor a la cantante de la banda. Después, ha sincronizado la radio.

A los cuarenta minutos de conducción, la emisora emite una vieja melodía muy romántica. Era nuestra canción, nuestra balada... la de Daniel Simith y la mía, con la que bailábamos agarrados y abrazados. Rompí a llorar en silencio. Mis lágrimas recorrían, sutilmente, el sendero de mis mejillas. Mi hija, no se dio cuenta de nada. Estaba muy atenta, mirando por la luna del coche, al frente y sin desviar la mirada. Tal cual la había enseñado mi amado Alfred, mi segundo amor. El padre de mis hijos, mi mejor amigo y aliado. Le rezo a Dios todos los días, para que me dure eternamente su querer.

A la hora de eligir entre Daniel Simith y mi marido, mi corazón y mi alma tarda mucho en saber cuál es mi verdadero amor. En realidad, es Daniel, pero éste murió en un desgraciado accidente. Alfred, es el suplente idóneo a su cariño. No es simulacro de mi primer novio, en absoluto. Es mi otro maravilloso hombre de mi vida. Es la felicidad suprema y el que me hace ser una gran mujer a su lado. Me siento amada, valorada y muy protegida con él.... pero mis recuerdos y mi memoria siguen estancados en el pasado remoto, sin poder avanzar hacia la total plenitud. A menudo, me viene a la mente la frase que me dijo mi mayor realidad ausente al morir:

- Serás feliz, no te preocupes, mi vida. Cuidaré de ti desde el cielo y me ocuparé de que no te falte nunca el cariño y el amor que te mereces, cual bella persona eres, el corazón más hermoso que jamás he conocido.

Observo a mi hija Marisa con dulzura y me siento muy feliz y, a la vez, triste y muy abatida.

(Continuará...)

lunes, 21 de abril de 2014

CONTINUACIÓN

Nos persignamos y nos ponemos mi hija Marisa y yo nuestras gafas de sol para que nadie presienta que hemos estado llorando amargamente en el cementerio, ante la lápida de mi querida Marie. Me doy la vuelta y miro a los ojos a mi amada hija y la comento:

- Me gustaría ir a la tumba de la Srta. Jeny, después de visitar la de Linda.

- ¿Quién es esa tal Jeny? - me preguntó Marisa.

- Ella fue mi profesora en mi juventud - respondí yo - con el paso de los años, he comprendido que fue mi amiga y no mi enemiga. Cuando Maire y yo eramos niñas, no la teníamos mucho aprecio. La odiábamos.

- Hay que comprar más rosas entonces para esa lápida - me sugirió mi hija.

Nos paramos en la tienda de flores y demás enseres para tumbas. Nos llama mucho la atención unos marcos con una hoja en blanco donde escribir mensajes para nuestros seres queridos enterrados. He comprado tres para ponerlas mis sentimientos.

Llegamos a donde reposa Linda. Escribo para dejar el marco:

"Tú fuiste la que me crió, una auténtica madre para mí. Nunca olvidaré los largos paseos que dábamos las tres por las praderas con nuestras sombrillas y sobre todo, nuestras charlas de consejera... Eras mi baúl de los secretos de mi corazón".

Hemos dejado dos ramos de rosas en su lápida, al lado del escrito. Rezamos varios minutos por el alma de mi querida amiga. Compañera de la vida de mi niñez y juventud. Descansa en paz, amada Linda. Nos dirigimos ahora hacia donde está enterrada la Srta. Jeny, nuestra maestra de cuando eramos pequeñas.

En su mensaje para apoyar en su blanco lecho, anoto lo siguiente:

"Te pido perdón, querida Jeny, por haberte odiado tantos años por quitarme horas de estar con Daniel Simith. Me he dado cuenta que gracias a tu esmero, preocupación y gran esfuerzo, sé bastantes conceptos, tengo cultura y me has enseñado lo más importante, a respetar y a saber pedir que me valoren. Principios modernos, enseñados por una gran persona".

Introduzco lo que acabo de escribir en el interior del cristal y lo pongo suavemente junto a dos ramos de rosas rojas, los mismos que a Linda. Nos dirigimos Marisa y yo por los carriles de piedra que separan los jardines de los nichos, a la tumba de Marie. Sin duda, no me quiero marchar, sin escribir lo que llevo y siento en mi alma y corazón por la ausencia de su querer y la extraña falta de su presencia. Comienzo anotar con mucho cuidado y esmero para que me salga una bonita caligrafía:

"Te añoro tanto, querida hermana. Mi amada Marie, amiga y compañera inseparable de este viaje. Ruta, llena de baches y obstáculos, como el de tu perdida insufrible. Mi bella consejera y aliada. Guardiana del cofrecito de mi corazón.... sin llave, para este oxidado candado, lleno de memoria y sin poder olvidar tu preciosa sonrisa... que Dios te tenga en su reino, cual musa".

Lo dejo con mucho cariño y gimiendo sin consuelo alguno. Nos dirigiros al coche. Mientras andamos, mi hija me coge mi mano acariciándomela y me dice susurrando al oído:

- Este Fin de Semana nos cogeremos el tren y nos iremos a tu antigua casa. Visitaremos las tumbas de la Srta. Dexton y la de Daniel Simith.

(Continuará...)

viernes, 11 de abril de 2014

CONTINUACIÓN

Llegamos todos a casa después de la comida en el restaurante francés. Es ya muy tarde y ha llegado ya la noche. Está todo oscuro. Mi marido Alfred, enciende la luz exterior de la verja. Entramos y acostamos a los niños. Nosotros nos disponemos a tomar sendas tazas de café capuchino con crema. Vamos a pasar una agradable velada, aunque nos iremos a dormir pronto. Mi marido mañana tiene que trabajar y se levantará muy pronto. Alfred segundo, Daniel y sus esposas, aún les quedan unos cuantos días de vacaciones.

He enseñado la nueva habitación de invitados donde dormirá mi hija Marisa hasta que dé a luz. Pasaremos juntas unos maravillosos meses y recuperaremos el tiempo perdido, aquél que vivíamos cuando mis hijos eran pequeños. Volverá la luminosidad y la alegría a mi pequeño gran hogar. Daremos largos paseos por los jardines del parque e iremos de picnic al campo. Dejaré de leer tanto mi diario con mis otros seres queridos, que ya no están presentes en vida, pero sí están vivos en mi pensamiento, corazón y alma.

- ¿Has ido a visitar la tumba de tu hermana Marie y la de Linda? - me preguntó mi hija.

-  Voy una vez al mes a ponerles flores -  la contesté yo -  el cementerio está a una hora y media en coche.

-  Te llevo yo mañana en mi automóvil -  me sugirió Marisa -  así podré visitar a mi querida tía. Hace mucho que no voy.

Pasamos un par de horas muy entrañables, conversando y mostrando el cariño que nos tenemos todos en mi familia. Nos acostamos hasta al día siguiente.

Es una mañana estupenda, trinan los pajaritos y hace una agradable brisa. Hemos desayunado en el porche. Mi hija ha explicado a sus nueras que quiere ir al cementerio sola conmigo. Ellas y mis hijos varones se han ido con todos mis nietos al centro comercial. Van a pasar ahí el día. A las afueras del recinto, hay un pequeño parque de atracciones.

Hemos llegado a la lápida donde reposa mi hermana y he leído el epitafio de la tumba, que honra la memoria de Marie. Es una frase que ella solía decir a menudo, en nuestra juventud:

"No debes de perder la mirada. Más allá del horizonte encontrarás nuevos mundos y otras personas a quienes amar y querer. Más allá del horizonte, encontrarás al alma perdida que el destino te regalará y guarda para tu corazón".

Hemos depositado sobre la tumba, tres ramos de rosas rojas y una foto de la eco grafía del nuevo retoño que espera Marisa. Rezamos para que el alma de mi hermana esté en el cielo protegiéndome y al amparo de mi padre.

(Continuará...)

lunes, 31 de marzo de 2014

CONTINUACIÓN

Nos hemos quedado en el aeropuerto hasta que ha despegado el avión. Regresamos todos a casa. Nos vamos a ir a comer a un restaurante a las afueras de la ciudad. Es francés, para que mi hija Marisa disfrute de la comida típica de ahí.

Nos han dado la mesa del fondo, la de quince comensales. Hemos pedido los platos típicos y de postre, una gran tarta de chocolate. Ésa que tanto gusta a los niños. Culminamos con sendas tazas de café capuchino con crema y nata.

Mis dos hijos, Alfred segundo y Daniel, discuten acaloradamente sobre dónde va a vivir mi hija Marisa. Mis dos nueras se han ofrecido. Mi hijo mayor vive en la décima planta de un rascacielos en el centro de la ciudad y Daniel, vive en un chalet acomodado a las afueras con un gran jardín.

Mis nietos, han terminado todos su postre y están perfectamente sentados, a pesar de su corta edad, hablando de sus cosas. Ellos son hermanos y primos y se llevan muy bien. Este es un momento donde vuelve la luminosidad y la alegría a mi vida.

-  Marisa vivirá con nosotros -  dije yo -  me hará compañía cuando vuestro padre esté trabajando.

Todos asienten con un gesto y me felicitan por la decisión. Mi esposo, Alfred, me ha dicho que va a preparar la habitación rosa de invitados grande. Iremos a comprar unas bonitas cortinas. Marisa, está jugueteando con su móvil.

-  ¿Qué haces? -  la pregunté yo

-  Estoy enviando un SMS a André para que me envíe ropa y documentos por correo certificado aquí -  contestó mi hija.

Eso me recuerda a que, en antaño, existía únicamente el teléfono de rueda fijo y el telégrafo. En mi ciudad, los vecinos nos comunicábamos con los demás y con la gente del centro de la capital, mediante el chico de recados o nuestros chóferes.

"-  Sr. Toman - dijo nuestra niñera Linda a nuestro chófer - por favor, cuando vaya acompañar a la cocinera al mercado, dígale a la Srta. Dexton que el domingo que viene no podrán ir las niñas a su casa.

-  ¿Por qué? - pregunté yo muy triste.

-  Tenemos una comida aquí con los socios del despacho de abogados de tu padre. Necesitan hacer una transacción a los juzgados del Norte -  contestó Linda.

Me puse sumamente deprimida, por primera vez, desde que empezó mi relación con Daniel Simith, no podría verle en las verdes praderas de los jardines de la casa de la Srta. Dexton. No me podría besar ni acariciar con él."

(Continuará...)

jueves, 20 de marzo de 2014

CONTINUACIÓN

Mi nieta Andrea me ha llamado a mi móvil desde su cuarto y hemos hablado para probar su nuevo dispositivo. André y ella se van esta misma tarde a Francia. Ha preparado ya Andreita su maleta rosa. En ella ha guardado su teléfono móvil nuevo y el lazo del paquete del regalo. Hemos bajado todos a la cocina para desayunar.

Mi marido Alfred nos ha traído unos riquísimos donouts de la pastelería. Tenemos tan solo treinta minutos para tomarlo. Acto seguido, tenemos que montar en los dos coches e ir hacia el aeropuerto. El vuelo sale a las 4:25 de la tarde, pero debemos estar ahí desde las doce de la mañana para facturar el equipaje.

Todos mis nietos se quedan con la mujer de mi hijo Daniel y con la de Alfred Segundo. Ya se han despedido de mi nieta. Ayer se preparó una maravillosa fiesta. Han desayunado ya y están viendo una película de dibujos animados por la televisión en el pequeño salón.

Ya en el aeropuerto, Marisa ha comprado un gran oso de peluche para Andreita. Para André, le ha comprado un libro de suspense de un conocido escritor. Es la versión en francés. Es difícil encontrar aquí novelas escritas en otros idiomas, pero como estamos en la puerta de embarque de vuelos para Francia, ha sido fácil adquirirlo.

Estamos todos sentados en las sillas esperando la salida del avión. Falta una hora. André ha sacado los billetes y su pasaporte para tenerlos a mano. Mi hijo mayor, Alfred, y el mediano, Daniel, sacan un pequeño paquete y se lo dan a André. Está perfectamente envuelto. Se lo entregan. Lo abre cuidadosamente y es algo así como un tablet, según me ha dicho mi hija cuando le he preguntado qué era. Me ha explicado que es una mini computadora con más capacidad que un teléfono.

Después, Marisa ha dado sus presentes, a mi nieta Andreita le ha gustado mucho. Ha esbozado una ligera sonrisa, la primera que se le pinta en la cara en todo el día y ha dado muchos besos a su mamá.

Llegó la hora de subirse al aeroplano. Nos despedimos todos con sendos abrazos. A mi nieta, nos la comemos todos a besos y la llenamos de caricias. Mi marido, ha dado a mi yerno dinero para mi querida nieta. André ha dado un fuerte abrazo a su suegro. Quedan pocos minutos... Marisa y su marido se funden en un tierno beso en la boca que dura bastante tiempo. Eso me recuerda a los apasionantes besos que me daba con Daniel Simith, mi gran primer amor, en las praderas de la casa de la Srta. Dexton...

"Como todos los domingos después de misa, mi hermana Marie y yo, nos dirigíamos con nuestra coartada, la Srta. Dexton, a su casa. Una vez ahí, en sus jardines, me estaba esperando Daniel Simith. Me había traído una rosa roja. Fui corriendo hacía sus brazos y nos dimos un cariñoso beso de tornillo en la boca..."

Nunca he vuelto a sentir en los poros de mi piel y en la comisura de mis labios nada igual. Mi marido Alfred, es el suplente ideal y me ha hecho muy feliz. Me ha regalado la virtud de ser querida y de poder amar. Me ha dado toda una vida plena de luminosidad y alegría. Todo amor y cariño.

Lentamente, André y mi nieta Andreita se alejan, andando muy lentamente por el carril de embarque. Se dan la vuelta en la entrada y se despiden ambos, calurosamente, haciendo gestos con la mano. Entran y poco a poco, desaparecen por el horizonte.

(Continuará...)

domingo, 9 de marzo de 2014

CONTINUACIÓN

Regresamos todos a dentro de la casa después de plantar el árbol. En el hospital le han dicho a Marisa, que no puede coger el avión hasta que no dé a luz. Me apeno mucho por André. Mi hija ha solicitado a través de un correo electrónico la excelencia en la universidad de Derecho. Por motivos de salud conceden a cada maestro un año de baja.

Marisa y su marido tienen una niña. Es hija única y la llegada de un hermanito le ha dado mucha alegría. Van a tener la parejita. Mi nieta se llama Andrea. Ese nombre también es para chico, pero como la madre de André se llamaba así, se lo pusieron porque falleció unos meses antes de dar mi hija a luz.

Andrea se lo está pasando muy bien, pero dentro de una semana tendrá que regresar a su colegio en Francia. El curso está ya muy avanzado y no la podemos cambiar a un colegio aquí. Marisa ya la ha contado que mamá se va a tener que quedar con sus abuelitos durante ocho largos meses, sobre todo para Andreita. Ella quiere mucho a su madre. Está llorando amargamente en la habitación. André y Alfred segundo la están consolando.

Mi hijo Daniel y su mujer han ido a comprarle un regalo. Andrea tiene nueve años. Le han comprado un móvil para que pueda hablar con sus amigos. La dependienta se lo ha envuelto en una preciosa caja rosa con un gran lazo.

Los ojos de ilusión de mi nieta al sacar su obsequio me recuerda un día de mi cumpleaños en el pasado. El primero desde que conocí al gran amor de mi vida, Daniel Simith:

"Preparamos una gran fiesta. Mi padre había mejorado bastante, pero continuaba ingresado y en un leve coma. Nuestra niñera Linda había invitado a medio pueblo y también a la profesora, la Srta. Jeny. Ésta me regaló una libreta de piel y una preciosa estilográfica con dos botecitos de tinta. Mi hermana Marie invitó a la Srta. Dexton.

Entre el chófer y las tres doncellas, me regalaron una preciosa lámpara para la mesilla de color rosa. Fue una entrañable tarde, pero él estaba ausente. No había podido invitar a mi gran amor, Daniel Simith. Lo tenía en mi corazón, mi mente y mi alma durante toda la celebración".

Por desgracia, Daniel ha estado ausente en mí durante toda mi vida, aunque mi marido Alfred Tomson, mi segundo gran amor, lo ha suplantado perfectamente en cariño y en querer. Me he sentido feliz  y arropada. Echo de menos, también, a mi hermana Marie. Mi gran amiga y aliada...

(Continuará...)

viernes, 28 de febrero de 2014

CONTINUACIÓN

Están todos acostados ya, yo me quedo un poco más en la cocina, me he desvelado completamente por tomar tantas tazas de café cremoso.

Sólo me quedan quince páginas que pasar de mi diario a mi ordenador portátil. Abro mi documento de Word y me dispongo a escribir. Mi hijo Daniel me ha enseñado hacer copias de seguridad de los archivos, además, me ha regalado uno de esos lápices que se enganchan en las ranuritas, de estos que son como discos duros pequeñitos.

Empiezo a transcribir mis anécdotas y mis experiencias, oigo ruidos extraños en la planta superior donde se encuentran los dormitorios, baja corriendo las escaleras el marido de mi hija Marisa. Se adentra en el office donde me encuentro y, sin aliento, me dice muy alterado:

-  Por favor, Alicia, suba, su hija no se encuentra bien, se ha mareado.

Subo las escaleras muy preocupada, está ya Marisa atendida por sus dos hermanos. Mi marido Alfred, está sacando el coche grande para llevarla al hospital.

Después de arreglarnos, subimos al vehículo mi hijo Alfred, mi hija, medio desmayada agarrada por su esposo, y yo. Lo conduce mi marido. El resto, todos levantados, se quedan, alrededor de la mesa del teléfono. La mujer de mi hijo menor, me agarra la mano:

-  No se preocupe usted, Alicia - me dijo muy cariñosa mente - le habrá sentado algo mal de la cena.

Llegamos al hospital, Alfred segundo, mi hijo, va a la ventana de admisión de pacientes. En seguida, los celadores la meten en Urgencias sentada en una silla de ruedas.

Nos han metido a todos en la sala de espera. Mucho sufrimiento observamos ahí, familias con chicos con accidentes de moto y coche, otros, con grandes fiebres,... no es un sitio muy agradable para terminar la noche. Se sufre, además de lo tuyo, los pesares de los otros acompañantes...

Pasan las manecillas de mi reloj de pulsera muy lento. Cada segundo es una eternidad. Siempre que se oye el altavoz para anunciar el pase de un familiar, le observo y me hago partícipe de su tristeza y le acompaño en su dolor.

A las tres horas de estar sentados ahí, se oye por enésima vez el altavoz, con un tono muy fuerte, para poder ser oído entre el barullo de los presentes:

-  Familiares de Marisa Tomson, pasen por la puerta de Urgencias.

Se levanta corriendo su padre y su preocupado marido, André. Se pierden por el horizonte. Esperamos mi hijo mayor y yo la información médica sobre el estado de salud de mi querida Marisa. A la media hora, viene André con una sospechosa y misteriosa sonrisa pintada en su cara.

-  ¿Qué te han dicho? -  lo pregunté yo.

-  Nada -  respondió él sonriendo -  que está embaraza de poco más de dos meses.

Alfred segundo sopla aliviado mientras se levanta a felicitar a su cuñado dándole un sentido abrazo. Yo hago lo mismo, instantes después.

-  Va a ser un niño -  comentó André muy feliz - mañana le darán el alta. Estas horas, la van a tener en observación.

Llamamos inmediatamente para comunicar la buena nueva a mi hijo Daniel, que se lo dice con entusiasmado al resto.

Hemos desayunado todos en la cafetería del Hospital General, que está a las afueras de la ciudad. Ahora vamos mi amado esposo y yo al vivero de Lucilda. Siempre que nace un niño, en mi casa tenemos la costumbre de plantar un pequeño arbusto rodeado de una verja, rosa si es niña y azul celeste si es niño. Ahí también las venden de ambos colores.

A las cuatro en punto de la tarde, entramos por la puerta de mi casa. Todos nos dirigimos al jardín. Procedemos el ritual de la plantación del ser vegetal, que representa al nuevo familiar querido, que vendrá en unos meses. Mis hijos y el resto de mis nietos, tienen cada uno, un arbusto en su nombre.

Una vez plantado, Alfred segundo, se dispone a escribir el nombre de su nuevo sobrinito en el cartel de la verja azul celeste.

-  ¿Cómo se va llamar? -  preguntó mi hijo mayor.

-  Hemos decido que se llame como tú, Alfred - respondió André dirigiéndose a su cuñado- tú siempre me has querido como si fuese tu hermano y en honor también a tu padre, que me ha amado y cuidado como a un hijo.

Lo escribe con mucho cuidado, es el que tiene la letra más bonita. La caligrafía ha salido como si fuese una imprenta profesional. Se me empaña los ojos de lágrimas y recuerdo el pasaje más triste de mi vida:

"Tumbado ya en la cama del hospital en la U.V.I., me dejaron pasar a ver a Daniel Simith cinco minutos. Me senté en la silla, al lado de su camilla y me cogió la mano. Acariciándomela me dijo con un débil tono:

- Serás feliz, no te preocupes, mi vida. Cuidaré de ti desde el cielo y me ocuparé de que no te falte nunca el cariño y el amor que te mereces, cual bella persona eres, el corazón más hermoso que jamás he conocido.

Lentamente su voz se fue apagando y se cerraron sus ojos. Me sacaron afuera. Al cuarto de hora el gran amor de mi vida falleció... Diez minutos de silencio total en su memoria..."


(Continuará...)

jueves, 20 de febrero de 2014

CONTINUACIÓN

He cerrado mi diario. Mis tres hijos, Alfred segundo, Daniel y Marisa, mi marido Alfred y mis nietos, escuchan la anécdota de mi vida muy atentamente. Encendemos la chimenea con la leña. El fuego siempre relaja la vista y el alma. Es precioso el momento de reunión que acompaña a la tarde.

Se aproxima la noche y acostamos a los niños. Hemos cenado ya y pasaremos una agradable velada. Mi hija me vuelve a insistir para que pase el verano con ellos en Francia y me niego, como siempre, alegando mi miedo a volar. Pese a la insistencia de todos para que visite el país europeo, intento cambiar el tema de conversación varias veces, mi hijo Daniel me echa un capote y comenta:

-  ¿Cómo vas con el portátil? ¿Te manejas bien con él?

- Sí - contesté yo - cuando coges experiencia en el uso, es fácil.

- ¿Has pasado ya todo tu diario al ordenador? - continuó preguntando Daniel.

-  Me queda ya poco -  comenté yo.

- Mamá -  interrumpió Marisa -  ¿por qué no lees esa anécdota tan divertida que te pasó en el hospital con Daniel Simith?

Abrí mi portátil y localicé la página con el buscador del Word, me coloqué las gafas y empecé a leer:

"Como tantas veces al ir al hospital a visitar a mi padre, fui a ver a Daniel Simith a la cafetería, su jefe, el médico, el Dr. Sam, nos descubrió dándonos un pequeño beso en la boca..."

(Continuará...)

miércoles, 12 de febrero de 2014

CONTINUACIÓN

Tomamos el segundo café, hablando de nuestras inquietudes. Mi hija Marisa, me comenta que la gustaría que fuese el mes de vacaciones con mi esposo a Francia, para ver la Torre Eiffel. También me quiere llevar a la pasarela de moda de París. Yo la contesto que no, por el mero motivo que me da miedo volar en avión. Siempre lo he odiado, mi marido me intenta convencer, pero son demasiadas horas de vuelo y subirme al aeroplano lo aborrezco y lo temo.

Mi hijo Daniel, me anima a leer una de mis experiencias en voz alta. A ellos les encanta escuchar mis anécdotas y a mis nietos también. Para que mi marido Alfred, no se sienta mal por el gran amor que sentí hacia Daniel Simith, abro mi diario en la hoja marcada con un papelito rojo y comienzo a leer una muy divertida con la Srta. Jeny.

"Marie no hizo sus deberes. Me pidió los míos y los copió. Le dimos las libretas de ejercicios a la Srta. Jeny. Se percató de que algo no estaba bien.

-  Srta. Domon - dijo la Srta. Jeny repentinamente subiendo la voz.

-  ¿Cuál de ellas? -  respondió mi hermana.

-  Su hermana Alicia - contestó la profesora - explíqueme por qué dos negativos, en esta operación, le sale negativo. Es siempre positivo.

-  Me he confundido - respondí yo -  lo siento mucho, Srta. Jeny.

-  Lo gracioso, es que en el cuaderno de su hermana -  continuó la maestra -  he visto el mismo fallo exactamente en la misma operación. Ustedes se han copiado la una a la otra.

-  No, Srta. Jeny -  dijo mi hermana - lo hemos hecho juntas.

De improviso, cayó una gran tromba de agua y empezó a diluviar. El sombrero de paja de la antipática Srta. Jeny se fue volando y la lluvia destrozó su moño, encrespando todo el pelo. Lo tenía muy largo. No podíamos Marie y yo, disimular la risa. Llegamos dentro de la casa y Linda nos dio una toalla, entonces, la maestra empezó a llorar amargamente:

-  Mi pelo, mi pelo - gemía sin cesar la profesora -  ¡qué vergüenza! ¡Qué vergüenza!

Y continuaba quejándose con mucho pesar. A las tres nos dio mucha pena sus lágrimas y dijo nuestra querida niñera:

-  ¡Venga Srta. Jeny! No es para tanto. Séquese el pelo que yo se lo peino. Pasará aquí la noche, con esta tormenta, no podrá usted regresar.

Cenamos todas juntas y empezamos a coger cierto cariño a la maestra. La Srta. Jeny nos enseñó todo lo que sabemos, además de los principios de la vida. Hemos sido grandes personas, en gran parte, gracias a ella".

(Continuará...)

lunes, 3 de febrero de 2014

CONTINUACIÓN

Llegó la hora de la comida del Año Nuevo, día uno de Enero. Mis tres hijos, mi marido Alfred, todos mis nietos y yo, nos sentamos alrededor de la gran mesa del comedor. En ésta, está el pavo y un centro precioso que Marisa me ha traído de Francia, tiene dos velas rojas. Empezamos a servirnos la carne, la ensalada y el puré. Comemos mientas hablamos con mucho cariño y muy animosamente. Culminamos con sendas tazas de café cremoso. Mi hija, me ha traído varios regalos más de una boutique de París. Un camisón y un pantalón vaquero precioso.

-  No me gusta los pantalones, hija - protesté yo - ya lo sabes.
-  Es para la excursión al campo que tenemos dentro de unos días -  contestó Marisa - debes de modernizarte, aunque sólo sea para la excursión.

Mis otros dos hijos, Alfred segundo y Daniel me han convencido para que me ponga los vaqueros, la verdad es que me sientan muy bien. Me parezco a la Sra. Gizamt, una mujer que tiene la misma edad que yo, pero que aparenta cuarenta y pocos. Se ha hecho cirugías plásticas y usa mucho el botox. Yo sólo uso una crema hidratante y exfoliante por las noches. Me gusta ser coqueta y presumida, me perfumo y mis trajes de falda con chaqueta son de una marca exclusiva de Nueva York. Mi marido Alfred ha trabajado y sigue en ello mucho y tenemos una gran fortuna.

Otra ronda de cafés, pero esta vez en la salita sentados. Me disculpo y me voy al aseo donde tengo mi diario escondido. Cierro sin echar el pestillo, lo tenemos prohibido por si nos pasa algo. Me pongo mis gafas y empiezo a leer:

"En el hospital visitando a nuestro querido padre, me encontré con mi gran amor Daniel Simtih, quedamos, como siempre, en la cafetería. Me trajo una rosa, me dio un beso en el carrillo y me dijo susurrando al oído:

- Este es el beso de la alegría..."

Me he pasado más de veinticinco minutos leyendo, un golpe con nudillos en la puerta del cuarto de baño y mi hija entrando me sorprendió y me corto la lectura. No me dio tiempo a esconderlo y Marisa me lo vio entre las faldas:

- Mamá, no lo escondas - dijo ella con una gran sonrisa -  es normal que lo leas. Son tus seres queridos, que ya no están. Venía sólo a ver si te había pasado algo, pero ya veo que no. Te espero fuera.

Salí y fui junto a ella al pequeño salón y su padre, Alfred, la preguntó que qué me había pasado, Marisa contestó:

- Nada, que le ha caído un poco pesada la comida, pero ya está repuesta.

Y mi hija se sentó guiñándome un ojo.

(Continuará...)


domingo, 26 de enero de 2014

CONTINUACIÓN

Hemos terminado la celebración a las tantas de la noche, bien entrada la madrugada. Mis nietos están ya acostados desde hace bastante. Nos despedimos de nuestros visitantes y nos vamos todos a dormir, mis tres hijos, mi marido Alfred y yo. Son casi las cinco de la mañana. Tengo todos los huesos de mi cuerpo machacados de tanto bailar con todos mis seres queridos y, sobre todo, con los pequeños de la casa. Cada vez que vienen vuelve la alegría y se va la monotonía.

Nos hemos puesto todos los despertadores sincronizados para que suenen al unisono a las once de la mañana y preparar la comida del Año Nuevo. Esta vez lo celebraremos sólo la familia sin nuestros amigos. Tomando las uvas he pedido mis deseos para este año. Que mi marido me dure mucho más, que mis hijos y nietos sean felices y poder publicar mi libro autobiográfico como me había propuesto mi hijo mediano Daniel.

No había cogido aún bien el sueño cuando han empezado a pitar las alarmas de todos los relojes. Me costó mucho levantarme. Yo ya soy anciana y no estoy para estos trotes y mi esposo tampoco, se lo noto en la mirada, ya muy cansada y castigada por tantas horas de trabajo.

Bajamos todos directamente con el pijama y la bata, bueno yo uso camisón desde bien pequeña. No me he hecho aún a las modernidades de que la ropa de cama sea un pantalón, pero mi hija Marisa, lleva uno de esos preciso que se compró en una boutique francesa.

Mi diario lo tengo escondido en mi cestito de revistas para el aseo. Siempre lo tengo en la mesilla y esta vez lo he bajado porque quiero dedicar unos minutos a mis otros seres queridos, que tanto echo de menos.

"-  Srta. Dexton -  gritó nuestra niñera Linda mientas bajaba por el césped  - ¿Qué tal se han portado esta vez?
-  Fenomenal, son unas niñas muy buenas - contestó muy cariñosamente la Srta. Dexton - Por cierto, ¿cómo se encuentro el Sr. Doman?
-  Mejora favorablemente -  contestó la niñera esbozando una leve sonrisa  - lentamente se va restableciendo y recuperándose de las heridas y lesiones del incendio.

En nuestra cara se pintó una gran sonrisa también, pronto tendríamos a papá otra vez en casa con nosotras. El ramo de flores se lo dí a la Srta. Dexton para no levantar sospechas de mis encuentros amorosos con Daniel Simith y ella dijo muy jovial:

- Linda, mire. He comprado este ramo de flores en la floristería para que las niñas las metan en jarrones y los pongan en sus habitaciones. Pueden repartirselo."

En la vuelta de la hoja de mi diario está la rosa seca prensada que he guardado todos estos años. La cojo con mucho cuidado entre mis dedos, la huelo y recuerdo el aroma de antaño.

(Continuará....)

viernes, 17 de enero de 2014

CONTINUACIÓN

Por fin ha llegado el día de Noche Vieja. Me da mucha alegría. Ayer llegaron mis tres hijos, Alfred segundo, Daniel y Marisa con todos mis nietos. Vuelve la sonoridad y la luminosidad a mi casa.

Hemos preparado ya el pavo y van a venir a la celebración los Harrows y los Pérez con todos sus hijos. Ésta, sin duda, es el mejor día del año, para mí y para mi marido. Me pregunta a menudo si he sido feliz con él. Yo le contesto que sí, que me ha dado la mayor felicidad de toda mi existencia, a pesar de que echo de menos a todos mi seres queridos y a mi gran amor Daniel Simith, el cual falleció en un accidente de coche a los cinco años de empezar nuestro querer y amor. Nunca comparo a los dos, sería muy injusto para Alfred, mi esposo.

Me voy al aseo y me llevo el diario. Empiezo a leerlo otra vez, un fatídico día como hoy, falleció Daniel. Tenía tan sólo veinticinco años y toda la vida por delante. Entre lágrimas, me pongo las gafas y ojeo las hojas escritas:

"Mi hermana Marie me acompañó  a casa de la Srta. Dexton, mi coartada. Ahí me esperaba, como cada Domingo, Daniel con un gran ramo de flores para mí".

(Continuará...)

jueves, 9 de enero de 2014

CONTINUACIÓN

En mi portátil he pasado ya mi diario y me queda el último año que viví de romance con Daniel Simith. Mi hija Marisa y su familia ya han regresado a Francia y mis otros dos hijos han vuelto a su rutina diaria. Vuelve el silencio y la melancolía a mi hogar, sólo la compañía de mi marido Alfred me hace sentirme viva. Me da mucha compañía y amor. El necesario para ser feliz.

Hoy no voy a poder leer mi diario al acostarme, los Gutierrez nos han invitado a cenar y a pasar la noche con ellos para celebrar la llegada del año nuevo, será una velada muy entrañable. Todos los años, celebran esta fiesta y es muy conocida en la ciudad.

El día 30 de diciembre, regresan mis tres niños con todos mis nietos para el fin de año. Me hace mucha ilusión. Volverá la luminosidad y la sonoridad a mi casa. Será un día mágico. El mejor del año para mí. Mientras espero, intento volver a revivir el sueño que tuve hace unos días con todos mis seres queridos de mi época pasada. Recuerdo a cada uno de ellos e intento que se repita alguna vez más cuando duermo.

(Continuará...)

miércoles, 1 de enero de 2014

CONTINUACIÓN

Suena el despertador de mi mesilla, me despierto suavemente. Me da pena liberarme del precioso sueño que he tenido. Me han dado el mejor regalo de Navidad. He visto a todos mis seres queridos de mi niñez y mi juventud. A mi madre, a mi padre, a mi hermana Marie, a Linda, a la Srta. Dexton, a la Srta. Jeny y lo más precioso de la noche a Daniel Simith. Los he recordado a todos, en carne y hueso, aunque sea a un nivel de viaje astral y he sentido su querer y su cariño muy de cerca, una vez más.

Me siento en el borde de la cama y me pongo las preciosas zapatillas y la bata que me ha regalado mi hija Marisa de Francia. Bajo a la cocina de la planta baja a prepararme un té mientras saboreo la plácida vivencia de mis experiencias pasadas. No pasan ni diez minutos y ya están todos mis nietos corriendo arriba, llega otra vez la sonoridad a mi casa. Me cuesta mucho desconectarme de la época anterior esta vez.

Alfred segundo, mi hijo mayor, me ha comprado un precioso ramo de flores y mi otro hijo, Daniel y dos de mis nietos, han metido en el cuarto de estar, una caja de tamaño medio envuelta en un precioso papel de regalo de color azul celeste con un gran lazo rosa.

Preparamos entre todos la cena de Nochebuena. Sincronizamos todos las alarmas de los relojes a las ocho de la mañana y nos vamos a acostar, al día siguiente, nos levantaremos muy pronto. Hoy no he podido leer nada de mi diario. Cuando pasa más de media hora, mi marido, Alfred y yo, bajamos los paquetes de todos y los colocamos al pié del árbol.

Transcurre una velada tranquila, silenciosa y llena de armonía. A la hora programada, empiezan a sonar muchas sirenas al unísono, indicándonos que ya nos tenemos que espabilar. En seguida, llegamos todos y nos sentamos en los tres sofás. Empezamos abrir los obsequios navideños, primero mis nietos, después mi marido y mis hijos y por último yo. Es el envuelto en azul celeste. Lo abro, con mucho cuidado, y lo saco. Es un ordenador portátil de última tecnología.
- Es para que pases en el ordenador tu diario - me explicó mi hijo Alfred - después, puedes continuar poniendo lo que vayas viviendo día a día.
- Te lo publicaré mamá - continuó Daniel - ya tengo contactadas varias editoriales que están interesadas.

Me ha hecho mucha ilusión, todas las mañanas, escribiré mi diario en el portátil y lo continuaré leyendo, como es habitual, noche a noche y todo el mundo conocerá mi preciosa vida cuando publiquen mi autografía. Será todo compartido, mis sentimientos, mis miedos, mis experiencias, mis alegrías, mis tristezas. En definitiva, me conocerán a mí.

(continuará...)