El propio comisario de la Gran Ciudad y el resto de hombres, apuntaron con sus rifles de gran cañón a todos los mafiosos, obligándolos a depositar sus pistolas encima de la mesa.
- Dejen las armas de fuego y de arma blanca - dijo el comisario con tono muy enfadado - a la vista de todos. Al mínimo movimiento extraño, entráremos en fuego contra vosotros. ¡Malditos capos!, ¡por fin os he pillado!
Al hombre mal herido, lo tumbaron en una cama y mandaron a dos hombres a galope en búsqueda del médico y del párroco del pueblo próximo.
Trausito, el brujo de los Jam, se recuperó de su desmayo ayudado por el Gran Chamán de los Joux y otro curandero de otra tribu. Éste, se puso en contacto con la mente con Podour, un espíritu Dios indio le había avisado que habían herido a un policía en la mansión de los capos. Diego Formant fue avisado inmediatamente.
El hechicero sirviente creó otra gran tormenta y envió a los dos ejércitos de espíritus hacia la morada de los mafiosos y se presentó ahí en cuerpo astral para sanar al malherido.
Los dos hombres, que salieron a por la ayuda sanitaria, a lomos de sus caballos, fueron llevados por siete espíritus volando suavemente por los aires de vuelta de donde habían partido.
(Continuará...)
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