lunes, 22 de octubre de 2012

CONTINUACIÓN

Al día siguiente el contable, el Sr. Jonas y dos componentes de la Mafia de Toun tomaron la primera diligencia de la mañana, la de las ocho en punto.

Tomaron asiento. En media hora llegarían a Cotand Land. Llevaban tres baúles pequeños como equipaje y se vestían como neoyorquinos. Los dos mafiosos se llamaban Dani Capore y Gregory Divato, pero en el pueblo se llamarían Richard Smith y Dave Arthur para no levantar sospechas.
La diligencia llegó a su destino pasadas las nueve y media. Tuvo un pequeño percance en una de las carreteras que se encontraba encharcada aún por la torrencial lluvia que cayó días atrás y tuvo que ir bastante despacio para que no descarrilasen.

Los tres impostores llevaron sus baúles al Grant Hotel del pueblo y reservaron al nombre del Carles Jonas, que así se llamaba el contable una habitación triple. Se instalaron y bajaron a desayunar cambiándose de atuendo.

Hicieron sus primeras indagaciones al camarero del restaurante que se acercó a su mesa a serviles.
- Hola. Buenos días - dijo el camarero - ¿qué quieren ustedes tomar?
- Buenos días - respondió Carles Jonas - tres cafés con leche y tres croisanes. Gracias.
- En seguida se lo sirvo señor - dijo el camarero retirándose hacia la barra.
- Un momento... - le interrumpió el contable -  una pregunta, por favor.
El camero se dio la vuelta y atentamente escuchó lo que le quería preguntar.
- Me han comentado en Nueva York que en Cotand Land hay una fábrica de tejanos de muy buena calidad y a buen precio. ¿Es cierto? - preguntó Carles Jonas.
- ¡Es cierto! Los vende Jim. La fabrica está a las fueras, cerca de su rancho. ¿Quiere usted alguno?
- Sí. ¿Puede decirme dónde puedo encontrar a ese Jim? - preguntó Carles.
- En estos momentos, por desgracia, no se encuentra en el pueblo - contestó muy triste el camarero - desapareció y nadie sabe donde está.
- Pero, ¿lo secuestraron? - intentó indagar algo más el contable.
- Yo no sé nada. Su amigo y el Sheriff salieron a buscarlo. Pregunte usted en la taberna - sugirió el camero.

Otro huésped del hotel escuchó la conversación y sospechó de los tres forasteros y fue al cuartel del Sheriff y avisó a su ayudante, saliendo éste a galope a lomos de su caballo para avisar a John y a Tom inmediatamente.

Mientras Jim y el médico seguían negándose a comer y cada día estaban más desvanecidos.

(Continuará....) 

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