El médico se apresuró a tumbar a Jim en una cama y al forajido lo dejó en el suelo en una manta.
- Primero a mi amigo - dijo el forajido.
- Su amigo está mucho mejor que el indio. Éste no tiene ya ni respiración - contestó el médico.
- Pero, ¿está muerto? - preguntó apresuradamente el forajido - lo quiero vivo.
- No está muerto todavía. Lo tengo que reanimar - contestó el médico mientras realizaba un masaje cardiaco.
Jim reaccionó en seguida y el médico le dio un poco de hierro.
- Que no coma nada ni beba hasta mañana - indicó el médico.
Acto seguido, reanimó al forajido y le hizo un vendaje en la cabeza.
El forajido sano sacó un rifle y amenazó al médico para que no saliera de la cabaña y el indio Jim empezó a delirar...
(Continuará....)
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