domingo, 30 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

El otro forajido localizó a su amigo inconsciente y secuestró al médico del pueblo, el cual llevó una carretilla para portar enfermos.  Primero recogió al forajido del suelo y se encaminaron a la cabaña donde estaba Jim.

El médico se apresuró a tumbar a Jim en una cama y al forajido lo dejó en el suelo en una manta.
- Primero a mi amigo - dijo el forajido.
- Su amigo está mucho mejor que el indio. Éste no tiene ya ni respiración - contestó el médico.
- Pero, ¿está muerto? - preguntó apresuradamente el forajido - lo quiero vivo.
- No está muerto todavía. Lo tengo que reanimar - contestó el médico mientras realizaba un masaje cardiaco.

Jim reaccionó en seguida y el médico le dio un poco de hierro.
- Que no coma nada ni beba hasta mañana - indicó el médico.

Acto seguido, reanimó al forajido y le hizo un vendaje en la cabeza.

El forajido sano sacó un rifle y amenazó al médico para que no saliera de la cabaña y el indio Jim empezó a delirar...


(Continuará....)

lunes, 24 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

Los indios Joux amenazaron a Ttito Robbins con un cuchillo en el cuello para que dijera donde estaba el indio Jim secuestrado. No dijo ni media palabra, lo que les llevó a amenazar de muerte a su esposa.

Otro indio de la tribu salió al encuentro de Tom y John y se encontraron en la ladera. El indio los llevó al campamento que habían levantado y Tom gritó:
- ¿Dónde está mi amigo? ¡Él no quiere vender sus tierras. Construya las vías del tren rodeando los terrenos de Jim!
- ¡No! - respondió Tito Robbins gritando - ¡Si rodeo las tierras perderé el punto de unión entre los dos pueblos. Atravesando por la mitad de las tierras del apestoso indio hace conexión directa!
- No tiene otra opción que rodearlo - respondió Tom - ¡Es la última vez que se lo decimos! No está usted en disposición en este momento de exigir nada.
- No puedo rodear los terrenos o me veré obligado a derribar la montaña entera con dinamita - respondió tito Robbins.
- ¡Rodee usted la montaña y baje por la pradera Villa Land! - exclamó John.
- Entonces perderé la estación del otro pueblo. Necesito atravesar las malditas tierras de su amigo Jim - contestó el banquero.
- ¡No hay más que hablar! - gritó John - no le deis comida ni agua. Dejarlos maniatados, hasta que hablen.
- ¡Moriré, moriré y mi mujer también! - gritó el banquero - y entonces su amiguito indio morirá también.
- No los matéis - ordenó Tom a los indios - cadáveres no nos servirán de nada. Tracemos un plan.

Mientras Jim permanecía inconsciente en el suelo y su vida prendía ya de un hilo.

(Continuará...)

lunes, 17 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

Los indios Joux acamparon en los adentros de unas rocas de las montañas esperando a que cesase la torrencial lluvia.

El forajido que había salido en busca del médico cayó al suelo tras escurrirse su caballo de pura sangre y quedó inconsciente tras recibir un duro golpe en la cabeza.

Jhon y Tony, el joven sheriff, tuvieron que resguardarse en la cabaña de la ladera. No pudieron llegar a Cotand Land y prepararon otro plan para poder rescatar a su amigo Jim, el cual no se había recuperado todavía.

La lluvia duró casi todo el día. El cielo se tornó totalmente negro, había llegado la noche y las estrellas acompasaban la paz que se respiraba en las laderas. Había Luna Llena y los indios Joux emprendieron la captura de Tito Robbins. Se adentraron haciendo un surco en el suelo donde estaba la valla y mataron a los dos vigilantes con dos flechas que vertiginosamente se clavaron en sus corazones.
Se metieron los indios en la casa por el hueco de la chimenea capturando a Tito Robbins y a su mujer. Se lo llevaron a las tiendas de campaña indias.

Jim permanecía inconsciente y preocupado el otro forajido de que su compañero no hubiese llegado decidió ir a su búsqueda en caballo, dejando a Jim a su suerte.

(Continuará...)

miércoles, 12 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

Un relámpago atravesó a Jim mientras que los indios Joux indicaron a sus amigos que regraran a Cotand Land. Ellos acamparían en tiendas y se esperarían a que parase la tormenta.

Los forajidos salieron a fuera y arrastraron a Jim cortando las cuerdas que lo ataban al palo de madera con un cuchillo.
-¡Te lo dije! - gritó uno de ellos - ¡No puede morir. Ayúdame a meterlo dentro de la cabaña!.

Entre los dos forajidos lo metieron y lo tumbaron en una cama de hierro.
-Dale agua - ordenó uno de ellos - A ver si vuelve en sí. Sino, cógete uno de los caballos y secuestra al médico del condado.

Como Jim no se recuperó uno de los forajidos ensilló su caballo y emprendió la captura del facultativo a galope, a pesar de la tormenta.
- ¡Date prisa. No puede morir! - volvió a gritar el forajido.
- ¡Jia, Jia! - Gritaba a su caballo mientras lo atizaba con sus espuelas.

(Continuará...)


domingo, 9 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

Cinco jinetes a galope entraron en el cementerio con sendos rifles y secuestraron a Jim. Nadie tenía pistolas ni rifles por ser un día tan especial.

Jhon terminó rápidamente el sepelio y se dirigió al pueblo al despacho del sheriff:
- Cógete todos tus hombres y las tres diligencias del estado de Tromb – dijo John – Han secuestrado a Jim. Vamos al banco de Tito Robbins a hablar con él. No quiero muertos ni heridos, mi amigo está en peligro. Vamos hacer negocios con él...
-  Está en el banco desde primera hora. Mejor ir a su casa, de Miratox Twoun. La sirvienta a las diez sale siempre hacer la compra en el mercadillo. Hemos estudiado los planos del territorio minuciosamente. Se  puede entrar rodeando el riachuelo. Espérame con tu caballo en el descampado.

A las nueve se encontró el sheriff con John. Había sustituido las tres diligencias por la tribu de indios Joux que eran expertos en trepar las verjas, no eran demasiado altas y quería llevarse documentos de Ttio Robbins para investigar y pillarlo en algún chantaje o algo turbio para presionarlo.


A Jim le habían llevado a una caballa muy lejos y lo habían amarrado a un gran palo de madera.
-  Te soltaremos cuando firmes los papeles de venta de tus tierras – dijo un hombre que cubría su cara con un pañuelo rojo.
-  ¡Moriré! ¡No venderé jamás! – dijo Jim gritando desconsoladamente.
-  Dale agua y comida... que no se muera. Sin las firmas no hay nada que hacer – gritó el secuestrador.
- ¡Descúbrete el rostro, cobarde! ¡Quiero verte la cara!– volvió a gritar Jim.

El secuestrador le escupió en la cara – vas a comer ahora. Nosotros recibimos órdenes, hacemos nuestro trabajo. Firma hijo, es por tu bien. No queremos hacerte daño.
-  ¡No firmaré jamás y no voy a probar bocado! ¡Soltadme y dejarme ir, insensatos. ¡Mis amigos vendrán a buscarme! – exclamó.

Un relámpago marcó el empiece de una gran tormenta. Los forajidos dejaron a Jim atado mientras diluviaba...


(Continuará...)

miércoles, 5 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

-   Jim Thomas, sal a mi presencia – decía gritando mientras disparaba varios tiros al aire- Si tienes agallas, sal a mi presencia.

Jim y John cogieron dos rifles que estaban colgados en el local y salieron fuera. El Sheriff salio también.
-¿Qué quieres? ¡Identifícate! - gritó el sheriff mientras apuntaba al sospechoso jinete.
- Quiero hablar con el indio – respondió el jinete.
-Me llamo Jim, Jim Thomas ¡descúbrete la cabeza! ¡Quiero ver tu cara! – respondió Jim a viva voz.
-Ya me he quitado el sombrero- dijo el jinete moviendo su sombrero con aire burlón- Queremos tu rancho. Tus tierras nos impide la construcción de la vía para el nuevo tren y la estación.
- No os voy a dar mis tierras. Antes me tenéis que matar. Os dije que rodearais con las vías mi rancho. No voy a vender – respondió Jim.
El Jinete disparó tres veces su rifle. Jhon hizo lo mismo con el suyo.
- Me vas perdonar,  forajido, pero mi padre acaba de fallecer – dijo con mucho penar Jhon mientras sus amigos lo miraban sorprendido- no tengo ganas de fiestas. No va a vender.
-  Mi más sentido pésame, caballero, pero estoy haciendo negocios... Descarriló la diligencia. No creo que queráis que ocurra en el pueblo alguna desgracia – respondió el jinete cubriéndose la cabeza  marchándose a galope.

Jim vestía a toda la comarca con sus jeans y donaba a muchas familias pobres, no estaba dispuesto a vender, perdería su negocio.

Preocupados, preguntaron a su amigo que le había pasado a su padre. Los ojos de Jhon se tornaron cristalinos y humedecidos. Su padre había fallecido esa misma mañana de un infarto, pero él estaba preocupado por su amigo Jim. Lo estaban amenazando desde hacia ya bastante.

El sheriff dio parte de los sucedido a los subalternos. Jim tenía la amenaza del banquero Tito Robbins, el más famoso del país. No quería rodear las tierras del rancho del joven indio porque perderían así la trayectoria de unión de Cotand Land y Meras Town, el otro pueblo.

El entierro del padre de Jhon fue por la tarde, cuando cayó el sol. Había venido todo el pueblo, se respiraba una paz inexplicable, cuando un sonoro tiro rompió el silencio.

(Continuará...)

lunes, 3 de septiembre de 2012

COTAND LAND

Capítulo  1

A  finales  del  siglo  XIX  todavía  existía  aquel  pueblecito  situado  en  el  oeste americano  llamado  Cotand  Land.  Sus  peculiares  habitantes  llevaban  una  vida  de  lo  más normal.  Estaban  rodeados  por  las  montañas  rocosas;  de  ellas  salía  un  tenue riachuelo  que  les  manaba  agua .  En  el rocoso  camino  que  distaba  desde  el  riachuelo  hasta  el  susodicho  pueblecito  existía  un  pequeño  descampado donde  los  vaqueros  descansaban  tras  una  dura  jornada  a  lomos  de  sus  caballos.
Jhon  Jarrison  había  llegado  ya.  Nadie  se  esperaba  que  llegase  tan  pronto  a  la  ciudad,  galopando  a  paso  ligero  se  detuvo  ante  Harrison`s  bar.  Se  bajó  de  su  caballo  con  un  golpe  seco  y  ató  las  riendas  al  póster. 

A  su  encuentro  salió  el  joven  sheriff  con  la  placa  en  la  mano,  colocándosela  en  su  chaleco  preguntó:
-  ¿Qué  te  trae  por  aquí  tan temprano?
-  ¡Oh! – exclamó  Jhon – Nada  grave,  Tony,  entremos  a  Harrison´s.

El  local  de  Harrison  era  el  más  concurrido  de  la  ciudad.  En  él  se  reunían  todo  el  mundo  para  hablar  de  sus  cosas,  incluso  las  mujeres  acostumbraban  a  pasarse  de  vez  en  cuando  por  el  local.  Jhon  y  Tony  siempre  iban  ahí,  de  niños  acostumbraban  a  ir  a  pedir  dulces.

Jhon  puso  sus  rudas  y  morenas  manos  sobre  el  mostrador  y  su  compañero  se  puso  a  su  lado.
-  ¿Qué quereis  tomar jóvenes? –  preguntó  Harrison.
-   Dos  güisquis  dobles,  por  favor –  dijo  Tony  poniéndole  un  vaso  a  su  amigo -  Bueno,  ¿a  qué  tanto  misterio?.  Cuéntame  qué  te  pasa.

Jhon  se  bebió  de  un  solo  trago  su  güisqui  -  ¿A mí?.  A    no  me  pasa  nada.  Lo  único  es  que  el  cartero  no  va  a  pasar  por  Blech  City  hoy ...
-  ¡Ah!,  ¿y por qué?
-   Pues  me  dijo  George, -  se  apresuró  Jhon -  el  banquero,  que  la  diligencia  se  había  descarrilado  del  camino.
En  el  rostro  del  sheriff se  apreciaba  un  gesto  de  pánico -  ¡Dios  mío!
-   No  te  preocupes, -  continuó  Jhon -  no  ha  habido  víctimas,  así  que  he  venido  aquí  antes  de  ir  al  rancho  de  Bob.

De  improviso,  alguien  abrió  bruscamente  las  puertas  del  local.  Un  joven  con  rasgos  indios  muy  marcados  en  su  rostro  se  adentraba con  paso  juvenil.
-  ¡Eh Jim! -  un  hombre  con  los  brazos  fuertes  se  levantó  de  una  de  las  mesas  del  fondo -  ¿Te  va  una  partida  de  pócker  con  Frank  y  conmigo?
-   No  gracias,  Tom.  No  tengo  plata.

Jim  era  indio  y  estaba  muy  orgulloso  de  serlo.  Conocía a  Jhon  y  a  Tony  desde  que  eran  niños  y  trabaja  con  Jhon  en  el  rancho  aunque  tenía  uno  propio.  Se  había  quedado  solo  desde  que  murieron  sus  padres.  Por  eso,  su  fisonomía  era  muy  notable.  Sus  anchos  hombros  habían  tenido  que  aguantar  mucho  peso  desde  entonces.  Él  sólo  había  levantado  su  patrimonio  con  la  fábrica  de  lonas  y  de  jeans.  Jhon  y  Tony  eran  socios  y  a  cada  uno  le  pertenecía  una  parte.  Estaban  muy  unidos.

Jim  movía  la  cabeza  de  un  lado  a  otro  y  sus  ojos  seguían  la  trayectoria  semicircular  del  local  intentando  divisarlos.
-  ¡Eh  Jim!  Aquí,  en  la  barra -  gritó  Tony  agitando  su  mano.

Adentrándose  con  paso  alegre  y  jovial  se  acercó  a  ellos.
-   Hola -  saludó  Jim  haciendo  un  cordial  gesto  con  la  mano.
-  ¿Quieres  algo  de  beber? -  preguntó  Harrison.
-   Sí.  Un  güisqui  doble,  por  favor.
-   Que  sean  dos -  añadió  Jhon.

Tony  permanecía  inmóvil  viendo  como  su  amigo  se  tomaba  su  segundo  güisqui  de  golpe.
-  ¿Se  puede  saber  qué  te  pasa? -  preguntó  éste.
-   Nada -  gruñó  tomando  la  botella  de  coñac  del  mostrador.
Tony  agarró  su  brazo.  Los  músculos  denotaban  una  cierta  tensión  y  rigidez.  Se  apresuró  a  dejar  la  botella  y  comenzó  a  hablar.
-   Se  trata  de  ... -  se  sirvió  otro  vaso  y  continuó -  se  trata  de  mi  padre.
-  ¿Tu  padre? -  exclamó  Jim.
-     mi  padre -  su  rostro  reflejaba  notablemente  el  pesar  que  tenía -  Mi  padre  ha ...

En  ese  instante  un  jinete  se  adentraba  a  la  ciudad  galopando  raudamente  su  caballo  y  disparando  jocosamente  un  rifle....

(Continuará...)