miércoles, 26 de diciembre de 2012

CONTINUACIÓN

John y el sheriff Tom estaban en el saloon cafe - bar de Cotand Land mientras la tormenta seguía sin cesar. Estaban esperando las señales del humo de los indios Joux indicando que ya habían llegado a su campamento con el banquero, el Sr. Smith.
- No sabemos nada - dijo John - ¿habrá salido todo bien?
- Supongo que sí - respondió Tom - igualmente, ya saben que el motivo es el secuestro de Tito Robbins. Cuando cese la tormenta, mandaré a tres de mis hombres de incógnito hacer una transferencia y que saquen información.
- ¡Está lloviendo muy fuerte esta vez! - exclamó John - durará varios días y los charcos de barro impedirán nuestro paso ligero con los caballos.
- ¿Qué propones? - preguntó Tom.
- Señales de humo a los Joux - sugirió John - preguntaré a ver dónde están.
- Con la lluvia es imposible hacer fuego - increpó Tom - la lluvia emparará las maderas.
- Levantaré una tienda de campaña india y encenderé el fuego dentro. El humo saldrá por el hueco del techo - aclaró John.

John y Tom salieron al cuartel de este último a sacar las losas para preparar la tienda, mientras que el camarero fue a buscar leña de su chimenea para quemar y hacer las señales.

Mientras que Jim seguía inconsciente en el suelo.


(Continuará...)

miércoles, 19 de diciembre de 2012

CONTINUACIÓN

De nuevo empezó a caer una gran tormenta en el condado, los tres trabajadores se refugiaron en la gran casa del Capo Rotate.
- Nos quedaremos aquí todos - dijo el Capo Rotate - no podremos ir a caballo al banco con la que está cayendo. Puedo intentar mandar un mensaje Morse desde mi radio. Tengo que localizar la señal de la emisora de radio de la comisaría de la Gran Ciudad.
- Inténtelo por favor - dijo uno de los trabajadores - igualmente hasta que no pare la tormenta en estas tierras nadie se podrá mover.
- Caprito, busca la señal de la comisaría y manda un Morse diciendo que han secuestrado al subdirector del banco de Tito Robbins - ordenó el Capo Rotate.
- No puede ser, Sr. Rotate - respondió con mucho pesar Caprito - la tormenta ha derribado las torres de radio de todo el condado. ¡Estamos incomunicados!
- Esperaremos hasta mañana - dijo el Sr. Rotate - invítales a algo de beber y comer y jugar al póquer.

Los indios Joux montaron unas tiendas de campaña dentro de unos huecos gigantes que yacían en la gran Montaña. Se instalaron todos y metieron al Sr. Smith, el subdirector del banco, dentro de una de las tiendas atado y con la boca amordazada.

La lluvia seguía sin cesar mientras que Jim seguía desmayado yaciendo en el suelo.

(Continuará...)

miércoles, 12 de diciembre de 2012

CONTINUACIÓN

El jefe de comisarios Tomías Davelop se dirigió a la Gran Ciudad a por sus hombres para que se dirigiesen al poblado indio Joux y les dijo que no cogiesen las diligencias sino los caballos pura sangres porque no podrían ir por la montaña rocosa. Fueron treinta hombres con rifles.

Por otro lado, los tres trabajadores llegaron ya a la ciudad de la Mafia del Capo Rotate, se dirigieron a la puerta dieron tres golpes con los nudillos y ésta se abrió sigilosamente.
- Diga las palabras claves - preguntó el mafioso guardián de la puerta.
- El pajarito trina y la tiniebla desaparece, tic, toc dijo el cuco del reloj del campanario - respondió uno de los tres trabajadores.
- ¿Quienes sois? - preguntó el mafioso.
- Los tres de antes - respondió uno de los trabajadores.
- ¿Tenéis el resto del dinero? - volvió a preguntar el mafioso.
- No lo tenemos - dijo otro trabajador - Por favor, es que han secuestrado a nuestro subdirector en el banco. Hay diez indios Joux.
- Sin el dinero no... - continuó el mafioso.
- ¡Abre la puerta, Rocoroto! - gritó un señor desde dentro con voz ronca.

El mafioso Rocoroto abrió la puerta y un señor bajo con un sombrero calado se acercó.
- Vamos a ir veinte hombres a caballo al banco, pero triplicamos la suma de dinero - contestó el Capo Rotate.

Todos se dirigieron a caballo hacia el banco.

Mientras el médico había muerto y Jim seguía desmayado.

(Continuará....)

martes, 4 de diciembre de 2012

CONTINUACIÓN

Entraron al banco diez indios de la tribu Joux con hachas grandes y secuestraron a los del banco.
- ¡Queremos hablar con el subdirector del banco! - gritó uno de los indios - ¡Sr. Smith, salga usted!

Salieron el subdirector del banco y Tomias Davelop, el jefe de comisarios.
- ¡No sabemos donde está el indio Jim! - gritó Tomias Davelop.
- ¿Dónde está Tito Robbins? - preguntó el Sr. Smith.
- ¡Lo tenemos nosotros! - respondió uno de los indios - venga usted con nosotros Sr. Smith y convenza al piel blanca Robbins para indicarnos donde está Jim. ¡No tenemos más paciencia!

De improviso, los tres trabajadores que regresaban de hablar con la Mafia del capo Rotate, ensillaban los caballos y se dirigían al banco cuando la Srta. Elvirita Charles le hizo la señal con su sombrilla. Una vez abierta significaba forajidos que robaban dinero, dos veces forasteros sin identificar y tres veces abiertas, secuestro por los indios Joux.

Raudamente tras ver las señales con la sombrilla volvieran a lomos de sus caballos y regresaron hacia la comarca de la Mafia. Salieron con sus puras sangres muy despacio para no levantar polvorera y que los indios no lo vieran por las ventanas.

El Sr. Smith acompañó a cinco indios a los quince minutos hacia su poblado, le prometieron que no le iban hacer nada. Se quedaron en el banco los otros cinco.

Mientras el médico seguía inconsciente y Jim yacía ya en el suelo.

(Continuará...)

lunes, 26 de noviembre de 2012

CONTINUACIÓN

Los tres falsos forasteros llegaron ya al banco de Tito Robbins y dieron la noticia al subdirector, el Sr. Smith de lo que habían investigado en Cotand Land sobre el indio Jim.
- Dicen ahí que ha desaparecido - dijo Carles Jonas - Por lo visto, llevan días sin verle.
- Me lo dice o me lo cuenta - respondió el Sr. Smith - Sepa usted, querido Carles, que me vinieron a secuestrar los indios Joux, preguntando donde estaba el maldito Jim.
- ¿Y dónde están los Joux? - preguntó Carles muy sorprendido.
- En la cámara acorazada - respondió el subdirector - hay los hemos metido.
- ¡Les faltará el aire, carajo! - dijo un señor abriendo la puerta con un terrible manotazo - ¡Sácalos de ahí inmediatamente!
- Pero Sr. Davelop, es que me han intentado secuestrar... - dijo el Sr. Smith.
- ¡Me da igual! - interrumpió el Sr. Davelop con un fuerte manotazo en la mesa - ¿Usted quiere que se nos llene el banco de indios?

El Sr. Davelop, Tomias Davelop, era el jefe de comisarios de la gran capital y estaba asociado con Tito Robbins en todos sus negocios.
El subdirector, el Sr. Smith, cabizbajo, se dirigió a la cámara y liberó a los indios Joux.
- Aquí los tiene usted - dijo titubeando el Sr. Smith.
- Regresar a vuestro poblado - ordenó a los Joux Tomias Davelop - y decirle a vuestro jefe que no sabemos dónde está el indio Jim y devolvernos sano y salvo a Tito Robbins y a su mujer. Sabemos que habéis sido vosotros por el rastro de huellas de caballos que hay por el sendero hasta la montaña.

Los indios Joux salieron del banco y regresaron a su poblado indio a galope.
- ¿Qué más ha planeado usted? - preguntó Tomias Davelop.
- He mandado a tres de mis trabajadores a hablar con la Mafia del capo Rotate para trazar un plan de ataque - respondió el Sr. Smith.

De improviso, se fue la luz en todo el banco.

Mientras el médico seguía inconsciente y al indio Jim le costaba respirar.

(Continuará...)

martes, 20 de noviembre de 2012

CONTINUACIÓN

El Sr. Smith, el subdirector del banco, ya se percató de cual era el motivo de la misteriosa desaparición de Tito Robbins. Los indios Joux se lo dijeron bastante claro y el secuestro del banquero era eminente.

El subdirector mandó a la otra ciudad a tres de sus trabajadores para hablar con el capo Rotate para que fuera él y los suyos al poblado indio. Los tres trabajadores llegaron a la ciudad donde los capos mataban por encargo, portando un aval de dos mil dólares.
- ¿Quién quiere hablar con Rotate? Diga la palabra clave - ordenó el capo que estaba siempre vigilando detrás de la puerta.
- El pajarito trina y la tiniebla desaparece, tic, toc dijo el cuco del reloj del campanario - respondió uno de los tres trabajadores.

El capo vigilante abrió la puerta sigilosamente y miró por la rendija.
-¿Cuánto sois? - preguntó el capo - ¿qué queréis exactamente de Rotate?
- Somos tres y tenemos una misión para vosotros, en el poblado indio Joux - respondió otro trabajador.
-¿Tenéis dinero? - volvió a preguntar el capo
- Sí - respondió uno de los banqueros - un aval de dos mil dólares.
- No es suficiente - recriminó el capo - con los indios Joux triplica el importe y a toca teja. Son muy peligrosos y necesitamos mucho tiempo y demasiados hombres
- Os traeremos los seis mil dólares al contado hoy mismo - afirmó otro de los banqueros.
- Os esperamos y trazaremos con vosotros un plan - dijo el capo.

Los tres banqueros regresaron al banco de Tito Robbins a lomos de sus caballos de pura sangre a galope.

Mientras el médico se desmayó y Jim seguía sin comer ni beber absolutamente nada.

(Continuará...) 

lunes, 12 de noviembre de 2012

CONTINUACIÓN

El subdirector del banco, el Sr. Simth oyó algo en la chimenea. Apartó su silla arrastrándolo por el suelo y con un palo dijo:
- ¡Malditas palomas! ¡Ya se han caído por la chimenea! - exclamó mientras daba con el palo - ¡Maldito animal! ¡Sal ahora mismo!... ¿Pero quien eres tú?
El Sr. Smith sacó al indio Joux de los pies.
- ¡Contesta de una vez! - ordenó el subdirector- ¿Ha que has venido? ¿A robarme? ¡Contesta!
Raudamente el resto de los indios Joux se colaron todos por la chimenea portando cada una un arco, flechas y un cuchillo.
- ¡Socorro! ¡A mí! - gritó el Sr. Smith - ¡A los rifles! ¡A mí!
Los cinco banqueros entraron con los rifles. Uno de los indios se apoderó del cuello del Sr. Smith poniendo el cuchillo.
- ¿Qué queréis? - preguntó uno de los banqueros mientras le apuntaba con el rifle.
- ¡A nuestro amigo Jim! ¿Dónde lo tenéis? - contestó uno de los indios Joux.
- ¡No sabemos quien es ese Jim! - contestó el otro banquero - ¡Soltadlo!
- Lo secuestró Tito Robbins. No le quiere vender sus tierras - explicó otro indio.
- ¡No sabemos nada! - dijo pegando un tiro al hombro del indio que portaba el cuchillo.

Soltaron al Sr. Smith y los indios fueron secuestrados y llevados a punta de fúsil a la cámara acorazada donde guardaban el dinero y los lingotes de oro. Cerraron la puerta de caudales.

Mientras Jim y el médico seguían sin probar comida y agua.

(Continuará...)

lunes, 5 de noviembre de 2012

CONTINUACIÓN

En Cotand Land los tres impostores, Carles Jonas, Richard y David continuaron con la investigación en el saloon café - bar del pueblo sobre la ausencia del indio Jim.

Los tres se metieron en el saloon abriendo las dos puertas despacio y se dirigieron a la barra que limpiaba con esmero el camarero.
- ¿Qué quieren tomar? - preguntó el camero asombrado de ver ahí a forasteros.
- Los tres queremos un whiskey con soda - contestó Carles Jonás.

El camarero se los sirvió en tres vasos de cristal fino con un cubito de hielo cada uno y continúo en su monótona tarea de limpiar la barra con una bayeta blanca empapada en agua cuando la áspera voz de Carles le interrumpió:
- He oído que hay un indio en este pueblo llamado Jim que vende unos jeans estupendos, pero que lleva unos días ausente. Queremos comprar algunos y estaremos por aquí poco tiempo.
- Jim no está. Ha desaparecido - contestó el camarero - lo secuestraron en el entierro del padre de su mejor amigo unos forajidos.
- ¡Madre mía! ¡Qué desastroso! - exclamó Carles - Disculpe, debemos de hacer una trasferencia al banco de la gran ciudad New Testey. ¿Hay por aquí algún banco cercano?
- En este pueblo no, deben de coger la diligencia - contestó mientras flotaba la barra con fuerza para sacarla brillo - se tienen que ir al banco de Tito Robbins. Cinco paradas desde esta.

Los tres falsos forasteros se tomaron su bebida de un trago y Carles pagó la consumición y se fueron dando las gracias por tan valiosa información.
Recogieron raudamente su ropa y pagaron la habitación depositando el día completo y la noche.
- ¿Cuándo sale la primera diligencia? - preguntó Carles.
- Dentro de una hora - explicó la recepcionista del hotel.
- Muchas gracias por todo. Es un pueblo muy bonito y sobre todo... curioso - recalcó Carles.

Mientras los indios Joux entraron por la chimenea a secuestrar al Sr. Simith, el subdirector del banco quedando uno de ellos atrapado dentro impidiendo el paso de sus paisanos...

(Continuará...)

lunes, 29 de octubre de 2012

CONTINUACIÓN

El otro forajido se desmayó y el segundo desató al medico:
- ¡Rápido! - ordenó el forajido - ¡ayude a mi amigo!
- ¡No responde! - exclamó el médico reanimándolo - ¡No responde!.... ¡Ha muerto!

El forajido vivo volvió a atar al médico y cavó una fosa donde enterró a su amigo, clavando una cruz hecha de madera y quitó la mordaza a Jim y al médico.
- Empezar a rezar por mi amigo - ordenó el forajido - que os oiga.

Las señales de humo de los indios de la tribu Joux se divisaron en el cielo del horizonte al otro lado de la ladera, habían llegado al poblado indio con el banquero Tito Robbins y su esposa.
John y Tom vieron las señales y salieron a galope hacia Cotand Land. A la mitad del camino se toparon con el ayudante de Tom, el sheriff.
- ¿Qué pasa Richard? - se apresuró a preguntar Tom.
- Me ha avisado el huésped del hotel alemán - contestó sin aliento el ayudante - están investigando a Jim, preguntando por la fábrica de Jeans. Quieren saber donde está.
- ¿No lo saben ellos? - preguntó dubitativo John - ha sido todo obra de Tito Robbins. Tienen que hacer una transferencia a una petrolera. Perderán dinero. Lo he visto en el balance bancario. Lo robé de la casa del banquero...
- ¿Y qué hacemos? - preguntó Tom.
- Que el subdirector del banco tenga un accidente... Avisa a los indios Joux que tiene Jim trabajando en la fábrica - ordenó John - que coloquen piedras en el camino. El banco de la petrolera está en el otro pueblo.
 - ¿A qué hora es la reunión para la transferencia? - preguntó Richard, el ayudante.
- Según el balance a las cinco de la tarde. Tomará la diligencia a las cuatro en punto - contestó John.
- ¿Y el resto de pasajeros? - preguntó Tom.

Los otros pasajeros interrumpieron el plan de John y mandó al ayudante a ir con los indios Joux de la fábrica a secuestrar al subdirector entrando por la chimenea de su despacho.

Mientras Jim y el médico continuaban rezando por el amigo del forajido.

(Continuará...)

lunes, 22 de octubre de 2012

CONTINUACIÓN

Al día siguiente el contable, el Sr. Jonas y dos componentes de la Mafia de Toun tomaron la primera diligencia de la mañana, la de las ocho en punto.

Tomaron asiento. En media hora llegarían a Cotand Land. Llevaban tres baúles pequeños como equipaje y se vestían como neoyorquinos. Los dos mafiosos se llamaban Dani Capore y Gregory Divato, pero en el pueblo se llamarían Richard Smith y Dave Arthur para no levantar sospechas.
La diligencia llegó a su destino pasadas las nueve y media. Tuvo un pequeño percance en una de las carreteras que se encontraba encharcada aún por la torrencial lluvia que cayó días atrás y tuvo que ir bastante despacio para que no descarrilasen.

Los tres impostores llevaron sus baúles al Grant Hotel del pueblo y reservaron al nombre del Carles Jonas, que así se llamaba el contable una habitación triple. Se instalaron y bajaron a desayunar cambiándose de atuendo.

Hicieron sus primeras indagaciones al camarero del restaurante que se acercó a su mesa a serviles.
- Hola. Buenos días - dijo el camarero - ¿qué quieren ustedes tomar?
- Buenos días - respondió Carles Jonas - tres cafés con leche y tres croisanes. Gracias.
- En seguida se lo sirvo señor - dijo el camarero retirándose hacia la barra.
- Un momento... - le interrumpió el contable -  una pregunta, por favor.
El camero se dio la vuelta y atentamente escuchó lo que le quería preguntar.
- Me han comentado en Nueva York que en Cotand Land hay una fábrica de tejanos de muy buena calidad y a buen precio. ¿Es cierto? - preguntó Carles Jonas.
- ¡Es cierto! Los vende Jim. La fabrica está a las fueras, cerca de su rancho. ¿Quiere usted alguno?
- Sí. ¿Puede decirme dónde puedo encontrar a ese Jim? - preguntó Carles.
- En estos momentos, por desgracia, no se encuentra en el pueblo - contestó muy triste el camarero - desapareció y nadie sabe donde está.
- Pero, ¿lo secuestraron? - intentó indagar algo más el contable.
- Yo no sé nada. Su amigo y el Sheriff salieron a buscarlo. Pregunte usted en la taberna - sugirió el camero.

Otro huésped del hotel escuchó la conversación y sospechó de los tres forasteros y fue al cuartel del Sheriff y avisó a su ayudante, saliendo éste a galope a lomos de su caballo para avisar a John y a Tom inmediatamente.

Mientras Jim y el médico seguían negándose a comer y cada día estaban más desvanecidos.

(Continuará....) 

lunes, 15 de octubre de 2012

CONTINUACIÓN

En el banco de Tito Robbins ya se habían dado cuenta de que había faltado a su puesto. Su despacho estaba cerrado, exactamente con tres cerraduras.

- ¿Habéis ido a casa del Sr. Robbins? - preguntó el subdirector del banco.
- Ha ido el comisario y dos de sus hombres. Ahí no había nadie - dijo titubeando muy nerviosa la secretaria - No sabemos nada. Las cerraduras de las puertas de su casa no han sido forzadas.
- Pues, entonces, ¿dónde se ha metido este hombre? - dijo el subdirector muy enfadado dando un manotazo en la mesa - tenemos que realizar dos transacciones a la base del petróleo. ¡Sólo nos queda perder las acciones de la petrolera!
- Han ido a buscarlo a la constructora del tranvía - contestó la secretaria.
- ¿Y? -  preguntó el subdirector muy extrañado.
- Nadie lo ha visto, no saben nada y lo peor... - bebió un poco de agua la secretaria.
- ¡Continúe! ¡No me ponga usted nervioso! - exclamó el subdirector.
- Lo peor es... que su mujer... ha desaparecido también - dijo muy preocupada la secretaria.
- ¿Está usted segura? - preguntó el subdirector.
- Por desgracia, sí, Sr. Smith - contestó la secretaria - han ido a buscar a su mujer al casino donde se reúne todas las mañanas a jugar al póquer, y no ha aparecido.
- ¡Esto es que los han secuestrado! - exclamó el Sr. Smith - llame usted al contable, el Sr. Jonas y que entre a mi despacho inmediatamente.

La secretaria salió completamente pálida del despacho y a los cinco minutos entró el contable, un chico muy alto y apuesto.
- Siéntese, Sr. Jonas - dijo el Sr. Smith señalando una silla de mimbre con su mano - como sabrá Tito Robbins, nuestro director, ha desaparecido, y me ha comentado ahora mismo Mariessa que su mujer también ha sido borrada del mapa.
- ¿Qué debo de hacer Sr. Smith? - preguntó el joven contable sabiendo exactamente el motivo de que estuviese hablando en ese mismo instante con su subdirector.
-  Coja usted a dos hombres de la Mafia de Toun y camuflados, vayan ustedes a Cotand Land e indaguen que ha pasado con el indio aquel que no quería vender. - Ordenó el Sr. Smith.
-  ¿Como vamos? ¿A caballo? - preguntó el Sr. Jonas.
- A caballo no - sugirió el Sr. Smith - llamarán mucho la atención. Vayan en la diligencia como extranjeros. Tomen ustedes dinero de la caja y hospédense en el hotel del pueblo tres días. Investiguen con sugerencia en la taberna. Ahí se conoce todo el mundo.

El joven contable abandonó el despacho y retiró el suficiente dinero de la caja con un aval que le había firmado el subdirector y se fue a la maltrecha casa donde habitaban los componentes de la Mafia de Toun.

Mientras que el indio Jim se había restablecido y seguía negándose a vender sus tierras y el médico continuaba amarrado.

(Continuará...)

lunes, 8 de octubre de 2012

CONTINUACIÓN

John y Tom trazaron otro plan. Dijeron a los indios Joux que se desplazaran a su poblado indio en la comarca de Tamp Land. Estaba escondido entre las praderas y laderas y para acceder al poblado había que escalar a caballo la montaña. Sólo los indios podían acceder a él. Muchos vaqueros lo habían intentado a lomos de sus caballos de pura sangre y habían fallecido despeñándose por la peligrosa montaña.

Cuando los indios llegasen, debían de hacer a John unas señales de humo. El indio Jim le había enseñado a leerlas. Con estas señales les avisarían a él y a su amigo Tom de cualquier peligro divisado por los Joux desde la cima de la montaña. Desde ahí se veía las cinco comarcas con todos los caminos y laderas.

Dos indios Joux habían traído de su poblado diez caballos. Solían montar sin silla, sólo con las riendas. Montaron a Titio Robbins y a su mujer maniatados y con mordazas para que no pudieran gritar en uno de los caballos y el resto de indios se subieron a los otros caballos.

- Ir despacio - sugirió John - El banquero va siempre en diligencia con su mujer. No saben montar a caballo y no se mantendrá a lomos sin silla si vais a galope.
- Iremos sigilosamente y muy despacio, pero entonces, tardaremos mucho más. Llegaremos al poblado al anochecer y no se podrán hacer las señales de humo bajo la luz de la Luna - explicó el jefe indio de la tribu - las señales se tendrán que hacer con la luz del alba, si no, no se verán.
- Tendremos que esperar para atacar el banco hasta mañana. A estas horas, ya se habrán dado cuenta que Tito Robbins ha sido secuestrado - dijo preocupado Tom - la vida de Jim está en peligro.
- No les des ni comida ni agua en todo el camino - ordenó John - Iros por el camino rocoso. Es donde más da el sol. Quítales el sombrero para que se sofoquen más. Si no dicen donde está Jim, morirán de una insolación.

(Continuará...)

domingo, 30 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

El otro forajido localizó a su amigo inconsciente y secuestró al médico del pueblo, el cual llevó una carretilla para portar enfermos.  Primero recogió al forajido del suelo y se encaminaron a la cabaña donde estaba Jim.

El médico se apresuró a tumbar a Jim en una cama y al forajido lo dejó en el suelo en una manta.
- Primero a mi amigo - dijo el forajido.
- Su amigo está mucho mejor que el indio. Éste no tiene ya ni respiración - contestó el médico.
- Pero, ¿está muerto? - preguntó apresuradamente el forajido - lo quiero vivo.
- No está muerto todavía. Lo tengo que reanimar - contestó el médico mientras realizaba un masaje cardiaco.

Jim reaccionó en seguida y el médico le dio un poco de hierro.
- Que no coma nada ni beba hasta mañana - indicó el médico.

Acto seguido, reanimó al forajido y le hizo un vendaje en la cabeza.

El forajido sano sacó un rifle y amenazó al médico para que no saliera de la cabaña y el indio Jim empezó a delirar...


(Continuará....)

lunes, 24 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

Los indios Joux amenazaron a Ttito Robbins con un cuchillo en el cuello para que dijera donde estaba el indio Jim secuestrado. No dijo ni media palabra, lo que les llevó a amenazar de muerte a su esposa.

Otro indio de la tribu salió al encuentro de Tom y John y se encontraron en la ladera. El indio los llevó al campamento que habían levantado y Tom gritó:
- ¿Dónde está mi amigo? ¡Él no quiere vender sus tierras. Construya las vías del tren rodeando los terrenos de Jim!
- ¡No! - respondió Tito Robbins gritando - ¡Si rodeo las tierras perderé el punto de unión entre los dos pueblos. Atravesando por la mitad de las tierras del apestoso indio hace conexión directa!
- No tiene otra opción que rodearlo - respondió Tom - ¡Es la última vez que se lo decimos! No está usted en disposición en este momento de exigir nada.
- No puedo rodear los terrenos o me veré obligado a derribar la montaña entera con dinamita - respondió tito Robbins.
- ¡Rodee usted la montaña y baje por la pradera Villa Land! - exclamó John.
- Entonces perderé la estación del otro pueblo. Necesito atravesar las malditas tierras de su amigo Jim - contestó el banquero.
- ¡No hay más que hablar! - gritó John - no le deis comida ni agua. Dejarlos maniatados, hasta que hablen.
- ¡Moriré, moriré y mi mujer también! - gritó el banquero - y entonces su amiguito indio morirá también.
- No los matéis - ordenó Tom a los indios - cadáveres no nos servirán de nada. Tracemos un plan.

Mientras Jim permanecía inconsciente en el suelo y su vida prendía ya de un hilo.

(Continuará...)

lunes, 17 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

Los indios Joux acamparon en los adentros de unas rocas de las montañas esperando a que cesase la torrencial lluvia.

El forajido que había salido en busca del médico cayó al suelo tras escurrirse su caballo de pura sangre y quedó inconsciente tras recibir un duro golpe en la cabeza.

Jhon y Tony, el joven sheriff, tuvieron que resguardarse en la cabaña de la ladera. No pudieron llegar a Cotand Land y prepararon otro plan para poder rescatar a su amigo Jim, el cual no se había recuperado todavía.

La lluvia duró casi todo el día. El cielo se tornó totalmente negro, había llegado la noche y las estrellas acompasaban la paz que se respiraba en las laderas. Había Luna Llena y los indios Joux emprendieron la captura de Tito Robbins. Se adentraron haciendo un surco en el suelo donde estaba la valla y mataron a los dos vigilantes con dos flechas que vertiginosamente se clavaron en sus corazones.
Se metieron los indios en la casa por el hueco de la chimenea capturando a Tito Robbins y a su mujer. Se lo llevaron a las tiendas de campaña indias.

Jim permanecía inconsciente y preocupado el otro forajido de que su compañero no hubiese llegado decidió ir a su búsqueda en caballo, dejando a Jim a su suerte.

(Continuará...)

miércoles, 12 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

Un relámpago atravesó a Jim mientras que los indios Joux indicaron a sus amigos que regraran a Cotand Land. Ellos acamparían en tiendas y se esperarían a que parase la tormenta.

Los forajidos salieron a fuera y arrastraron a Jim cortando las cuerdas que lo ataban al palo de madera con un cuchillo.
-¡Te lo dije! - gritó uno de ellos - ¡No puede morir. Ayúdame a meterlo dentro de la cabaña!.

Entre los dos forajidos lo metieron y lo tumbaron en una cama de hierro.
-Dale agua - ordenó uno de ellos - A ver si vuelve en sí. Sino, cógete uno de los caballos y secuestra al médico del condado.

Como Jim no se recuperó uno de los forajidos ensilló su caballo y emprendió la captura del facultativo a galope, a pesar de la tormenta.
- ¡Date prisa. No puede morir! - volvió a gritar el forajido.
- ¡Jia, Jia! - Gritaba a su caballo mientras lo atizaba con sus espuelas.

(Continuará...)


domingo, 9 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

Cinco jinetes a galope entraron en el cementerio con sendos rifles y secuestraron a Jim. Nadie tenía pistolas ni rifles por ser un día tan especial.

Jhon terminó rápidamente el sepelio y se dirigió al pueblo al despacho del sheriff:
- Cógete todos tus hombres y las tres diligencias del estado de Tromb – dijo John – Han secuestrado a Jim. Vamos al banco de Tito Robbins a hablar con él. No quiero muertos ni heridos, mi amigo está en peligro. Vamos hacer negocios con él...
-  Está en el banco desde primera hora. Mejor ir a su casa, de Miratox Twoun. La sirvienta a las diez sale siempre hacer la compra en el mercadillo. Hemos estudiado los planos del territorio minuciosamente. Se  puede entrar rodeando el riachuelo. Espérame con tu caballo en el descampado.

A las nueve se encontró el sheriff con John. Había sustituido las tres diligencias por la tribu de indios Joux que eran expertos en trepar las verjas, no eran demasiado altas y quería llevarse documentos de Ttio Robbins para investigar y pillarlo en algún chantaje o algo turbio para presionarlo.


A Jim le habían llevado a una caballa muy lejos y lo habían amarrado a un gran palo de madera.
-  Te soltaremos cuando firmes los papeles de venta de tus tierras – dijo un hombre que cubría su cara con un pañuelo rojo.
-  ¡Moriré! ¡No venderé jamás! – dijo Jim gritando desconsoladamente.
-  Dale agua y comida... que no se muera. Sin las firmas no hay nada que hacer – gritó el secuestrador.
- ¡Descúbrete el rostro, cobarde! ¡Quiero verte la cara!– volvió a gritar Jim.

El secuestrador le escupió en la cara – vas a comer ahora. Nosotros recibimos órdenes, hacemos nuestro trabajo. Firma hijo, es por tu bien. No queremos hacerte daño.
-  ¡No firmaré jamás y no voy a probar bocado! ¡Soltadme y dejarme ir, insensatos. ¡Mis amigos vendrán a buscarme! – exclamó.

Un relámpago marcó el empiece de una gran tormenta. Los forajidos dejaron a Jim atado mientras diluviaba...


(Continuará...)

miércoles, 5 de septiembre de 2012

CONTINUACIÓN

-   Jim Thomas, sal a mi presencia – decía gritando mientras disparaba varios tiros al aire- Si tienes agallas, sal a mi presencia.

Jim y John cogieron dos rifles que estaban colgados en el local y salieron fuera. El Sheriff salio también.
-¿Qué quieres? ¡Identifícate! - gritó el sheriff mientras apuntaba al sospechoso jinete.
- Quiero hablar con el indio – respondió el jinete.
-Me llamo Jim, Jim Thomas ¡descúbrete la cabeza! ¡Quiero ver tu cara! – respondió Jim a viva voz.
-Ya me he quitado el sombrero- dijo el jinete moviendo su sombrero con aire burlón- Queremos tu rancho. Tus tierras nos impide la construcción de la vía para el nuevo tren y la estación.
- No os voy a dar mis tierras. Antes me tenéis que matar. Os dije que rodearais con las vías mi rancho. No voy a vender – respondió Jim.
El Jinete disparó tres veces su rifle. Jhon hizo lo mismo con el suyo.
- Me vas perdonar,  forajido, pero mi padre acaba de fallecer – dijo con mucho penar Jhon mientras sus amigos lo miraban sorprendido- no tengo ganas de fiestas. No va a vender.
-  Mi más sentido pésame, caballero, pero estoy haciendo negocios... Descarriló la diligencia. No creo que queráis que ocurra en el pueblo alguna desgracia – respondió el jinete cubriéndose la cabeza  marchándose a galope.

Jim vestía a toda la comarca con sus jeans y donaba a muchas familias pobres, no estaba dispuesto a vender, perdería su negocio.

Preocupados, preguntaron a su amigo que le había pasado a su padre. Los ojos de Jhon se tornaron cristalinos y humedecidos. Su padre había fallecido esa misma mañana de un infarto, pero él estaba preocupado por su amigo Jim. Lo estaban amenazando desde hacia ya bastante.

El sheriff dio parte de los sucedido a los subalternos. Jim tenía la amenaza del banquero Tito Robbins, el más famoso del país. No quería rodear las tierras del rancho del joven indio porque perderían así la trayectoria de unión de Cotand Land y Meras Town, el otro pueblo.

El entierro del padre de Jhon fue por la tarde, cuando cayó el sol. Había venido todo el pueblo, se respiraba una paz inexplicable, cuando un sonoro tiro rompió el silencio.

(Continuará...)

lunes, 3 de septiembre de 2012

COTAND LAND

Capítulo  1

A  finales  del  siglo  XIX  todavía  existía  aquel  pueblecito  situado  en  el  oeste americano  llamado  Cotand  Land.  Sus  peculiares  habitantes  llevaban  una  vida  de  lo  más normal.  Estaban  rodeados  por  las  montañas  rocosas;  de  ellas  salía  un  tenue riachuelo  que  les  manaba  agua .  En  el rocoso  camino  que  distaba  desde  el  riachuelo  hasta  el  susodicho  pueblecito  existía  un  pequeño  descampado donde  los  vaqueros  descansaban  tras  una  dura  jornada  a  lomos  de  sus  caballos.
Jhon  Jarrison  había  llegado  ya.  Nadie  se  esperaba  que  llegase  tan  pronto  a  la  ciudad,  galopando  a  paso  ligero  se  detuvo  ante  Harrison`s  bar.  Se  bajó  de  su  caballo  con  un  golpe  seco  y  ató  las  riendas  al  póster. 

A  su  encuentro  salió  el  joven  sheriff  con  la  placa  en  la  mano,  colocándosela  en  su  chaleco  preguntó:
-  ¿Qué  te  trae  por  aquí  tan temprano?
-  ¡Oh! – exclamó  Jhon – Nada  grave,  Tony,  entremos  a  Harrison´s.

El  local  de  Harrison  era  el  más  concurrido  de  la  ciudad.  En  él  se  reunían  todo  el  mundo  para  hablar  de  sus  cosas,  incluso  las  mujeres  acostumbraban  a  pasarse  de  vez  en  cuando  por  el  local.  Jhon  y  Tony  siempre  iban  ahí,  de  niños  acostumbraban  a  ir  a  pedir  dulces.

Jhon  puso  sus  rudas  y  morenas  manos  sobre  el  mostrador  y  su  compañero  se  puso  a  su  lado.
-  ¿Qué quereis  tomar jóvenes? –  preguntó  Harrison.
-   Dos  güisquis  dobles,  por  favor –  dijo  Tony  poniéndole  un  vaso  a  su  amigo -  Bueno,  ¿a  qué  tanto  misterio?.  Cuéntame  qué  te  pasa.

Jhon  se  bebió  de  un  solo  trago  su  güisqui  -  ¿A mí?.  A    no  me  pasa  nada.  Lo  único  es  que  el  cartero  no  va  a  pasar  por  Blech  City  hoy ...
-  ¡Ah!,  ¿y por qué?
-   Pues  me  dijo  George, -  se  apresuró  Jhon -  el  banquero,  que  la  diligencia  se  había  descarrilado  del  camino.
En  el  rostro  del  sheriff se  apreciaba  un  gesto  de  pánico -  ¡Dios  mío!
-   No  te  preocupes, -  continuó  Jhon -  no  ha  habido  víctimas,  así  que  he  venido  aquí  antes  de  ir  al  rancho  de  Bob.

De  improviso,  alguien  abrió  bruscamente  las  puertas  del  local.  Un  joven  con  rasgos  indios  muy  marcados  en  su  rostro  se  adentraba con  paso  juvenil.
-  ¡Eh Jim! -  un  hombre  con  los  brazos  fuertes  se  levantó  de  una  de  las  mesas  del  fondo -  ¿Te  va  una  partida  de  pócker  con  Frank  y  conmigo?
-   No  gracias,  Tom.  No  tengo  plata.

Jim  era  indio  y  estaba  muy  orgulloso  de  serlo.  Conocía a  Jhon  y  a  Tony  desde  que  eran  niños  y  trabaja  con  Jhon  en  el  rancho  aunque  tenía  uno  propio.  Se  había  quedado  solo  desde  que  murieron  sus  padres.  Por  eso,  su  fisonomía  era  muy  notable.  Sus  anchos  hombros  habían  tenido  que  aguantar  mucho  peso  desde  entonces.  Él  sólo  había  levantado  su  patrimonio  con  la  fábrica  de  lonas  y  de  jeans.  Jhon  y  Tony  eran  socios  y  a  cada  uno  le  pertenecía  una  parte.  Estaban  muy  unidos.

Jim  movía  la  cabeza  de  un  lado  a  otro  y  sus  ojos  seguían  la  trayectoria  semicircular  del  local  intentando  divisarlos.
-  ¡Eh  Jim!  Aquí,  en  la  barra -  gritó  Tony  agitando  su  mano.

Adentrándose  con  paso  alegre  y  jovial  se  acercó  a  ellos.
-   Hola -  saludó  Jim  haciendo  un  cordial  gesto  con  la  mano.
-  ¿Quieres  algo  de  beber? -  preguntó  Harrison.
-   Sí.  Un  güisqui  doble,  por  favor.
-   Que  sean  dos -  añadió  Jhon.

Tony  permanecía  inmóvil  viendo  como  su  amigo  se  tomaba  su  segundo  güisqui  de  golpe.
-  ¿Se  puede  saber  qué  te  pasa? -  preguntó  éste.
-   Nada -  gruñó  tomando  la  botella  de  coñac  del  mostrador.
Tony  agarró  su  brazo.  Los  músculos  denotaban  una  cierta  tensión  y  rigidez.  Se  apresuró  a  dejar  la  botella  y  comenzó  a  hablar.
-   Se  trata  de  ... -  se  sirvió  otro  vaso  y  continuó -  se  trata  de  mi  padre.
-  ¿Tu  padre? -  exclamó  Jim.
-     mi  padre -  su  rostro  reflejaba  notablemente  el  pesar  que  tenía -  Mi  padre  ha ...

En  ese  instante  un  jinete  se  adentraba  a  la  ciudad  galopando  raudamente  su  caballo  y  disparando  jocosamente  un  rifle....

(Continuará...)

viernes, 31 de agosto de 2012

EL VIENTO Y EL IRLANDÉS FIEL

  El viento golpeaba violentamente las ramas de los árboles en la vieja Irlanda. El fuerte ruido del viento se unía al sonido de las gaitas que recorrían su precioso paisaje. Prados y montes verdes donde la gente pensaba con el corazón y no con la cabeza.
  A menudo celebraban fiestas al aire libre, si el tiempo se lo permitía, cantando y bailando al mismo tiempo que bebían su típico wiskhy irlandés. Las leyendas de ghomos y hombrecillos verdes siempre estaban presentes planeando sobre sus cabezas aunque nadie se atrevía hablar de ellas.
  Las tormentas eran frecuentes por aquellas tierras. Cuando llegaba una, el viento empezaba a sonar con más fuerza aún. Era como si estuviera enfadado, embravecido, parecía que estuviera gritando algo a los que ahí habitaban. Una vez pasaba, venía la calma y el sol se asomaba tímidamente por el horizonte, dando claridad al día e iluminando los campos que, todavía húmedos, enriquecían el aroma del aire que se respiraba.
  Los hombres eran rudos y fuertes pero de buen corazón, con el alma tan noble como el mismo viento, que, junto a un irlandés, forma parte de una de las leyendas más antiguas de esos lugares.
 Nuestro personaje, al que llaman, aún en nuestros días, "el irlandés fiel", coincidía perfectamente, detalle a detalle, con el perfil descrito. Su pelo era largo y rubio y sus vestimentas marcaban sus músculos tanto que parecía que fueran a estallar. Estaba soltero. No había encontrado a nadie a quien pudiera dar su amor ni entregarse lo con todo su espíritu. Tan solo había conocido a una rica señotita, con pocos dotes atractivos, quien le había prometido toda su riqueza a cambio de un poco de amor, pero se opuso a lo que para él era una negociación. Sus sentimientos no estaban en venta.
  Se oían corretear a unos niños en la lejanía. Estaban jugando en los terrenos colindantes a su pequeña casa de madera que delimitaban el paso de un pequeño riachuelo con aguas cristalinas. Todo era tan puro y sólo se respiraba felicidad, pero "el irlandés fiel" (nadie sabe como se llama) sentía envidia. El quería formar una familia, pero él era feliz de todos modos. Tenía un extraño pacto con el viento. Cada vez que éste soplaba con fuerza y las copas de los árboles empezaban a agitarse al son de su música el robusto muchacho salía al exterior y, con los brazos en cruz, sentía el viento en su cara y una extraña felicidad recorría su cuerpo y, finalmente, llegaba a su alma.
  El viento movía con fuerza su larga melena aquel día pero notaba que le faltaba algo. Pensativo dejó que el viento le acariciase una vez más. De improviso éste enloqueció golpeando violentamente las ramas y al joven tirándolo contra el suelo con fuerza. Se volvió a levantar, y subiendo otra vez los brazos se resistía a volver a caer sintiendo como si le estuviera gritando algo y presentía que le decía que tenía que buscar el amor verdadero. El muchacho, fiel al viento, seguía de pie, la  furia del viento se adentraba en sus entrañas. Quería sentirlo por última vez antes de emprender el largo viaje para encontrar a alguien a quien querer y ser correspondido.
  No había pasado ni diez segundos cuando un rayo le atravesó de cabeza a los pies perdiendo la visión. Al recuperarla, una bella y atractiva joven estaba ante él.
  Se enamoró de ella, se casaron y tuvieron muchos hijos pero él había seguido siendo fiel al viento durante todos los días de su vida.
  Ahora, cuando hay una tormenta y el viento empieza su peculiar canción, comentan que es "el irlandés fiel" diciendo a sus gentes que tienen que buscar su propio camino hasta llegar a ser felices.

miércoles, 29 de agosto de 2012

LA FÁBRICA DE SUEÑOS


Todas  las  personas  de  aquel  pueblecito  situado  en  la  ladera  tenían  por  costumbre  cumplir  todos  sus  sueños.
Nadie  sabía  como  pero  el  caso  es  que  cada  deseo  que  tenían  en  tres  días  les  era  concedido.
Investigadores  habían  venido  de  todas  las  partes  del  mundo  para  analizar  palmo  a  palmo  los  terrenos.  No  encontraron  absolutamente  nada  y  cada  vez  que  hablaban  con  los  habitantes,  éstos  decían  que  era  cuestión  de  suerte.
Yo  conozco  su  secreto.  De  pequeña  veraneaba  allí  y  mi  amigo  Daniel  me  lo  contó.

Tenia  yo  nueve  años  y  me  encontraba  de  vacaciones  en  aquel  sitio  en  medio  de  la  nada.  El  reloj  marcaba  las  tres  cuando  mi  padre  me  dijo:
-   ¡Niña!  No  te  alejes  demasiado.
Como  de  costumbre  hice  caso  omiso  a  sus  palabras  y  me  adentré  en  el  bosque  y  anduve  durante  una  hora  hasta  toparme  con  una  vieja  fábrica.
Un  niño  de  cara  regordeta  salió  de  ella  con  un  fajo  de  billetes  en  su  mano.  Iba  distraído  contándolos  hasta  que  se  tropezó  conmigo.
-   Me  llamo  Daniel.  Es  la  primera  vez  que  te  veo  -  dijo  él
-   Hola.  Soy  Malisa.  Estoy  aquí  de  vacaciones  -  respondí  yo
Se  me  quedó  mirando  de  arriba  abajo  como  si  no  hubiese  visto  nunca  a  una  niña.
-   ¿Dónde  has  conseguido  tanto  dinero?  -  me  atreví  a  preguntar.
-   Me  lo  ha  dado  la  vieja  fábrica.  En  ella  se  fabrican  todos  los  sueños  que  se  tengan  -  respondió  como  si  fuera  una  cosa  de  lo  más  normal.
-   ¿Qué...  cómo?  -  me  quedé  atónita  sin  poder  reaccionar.
-   Ven.  Te  lo  voy  a  enseñar.  -  dijo  cogiendo  mi  mano.
Me  llevó  a  la  fábrica  y  me  pidió  que  dijese  en  alto  tres  veces  algo  que  desease  con  todas  mis  fuerzas.
Yo  no  deseaba  nada  por  aquel  entonces.  Era  multimillonaria  y  tenía  todo  lo  que  un  niño  pudiese  querer.  Me  inventé  un  deseo,  dije  que  quería  muchos  caramelos.
Daniel  me  indicó  que  a  los  tres  días  volviese  dentro  a  recoger  mi  sueño.
Cuando  volví  pasado  ese  tiempo,  mis  ojos  no  daban  crédito.  Sacos  y  sacos  de  todo  tipo  de  caramelos  estaban  allí.
A  la  salida  me  encontré  a  Daniel.  Me  hizo  prometer  que  no  iba  a  decir  nada.
Nos  hicimos  grandes  amigos  y  pasamos  juntos  todo  el  verano.  Cuando  regresé  a  la  ciudad  quedamos  en  escribirnos.
Recibí  aquel  año  bastantes  cartas.  Me  decía  que  vivía  sólo  y  que  lo  cuidaban  sus  vecinos.  Durante  los  dos  meses  anteriores  al  verano  no  tuve  noticias  suyas.
Llegó  la  hora  de  ir  otra  vez  al  pueblo  y  lo  primero  que  hice  fue  ir  a   su  casa  a  preguntar  por  él.  Me  dijeron  que  había  tenido  un  accidente  y  que  estaba  en  el  hospital  muy  malito.
Durante  todo  el  año  había  estado  practicando  mucho  con  el  piano.  Quería  ser  famosa  y  ese  es  el  sueño  que  quería  pedir.
Me  dirigí  a  la  fábrica  de  sueños.  No  entendía  por qué  nadie  había  ido  para  desear  que  mi  amigo  se  recuperase. 
Cuando  entré  dentro,  grité  con  todas  mis  fuerzas:
-   Que  Daniel  se  ponga  bueno.  Que  Daniel  se  ponga  bueno.  Que  Daniel  se  ponga  bueno.
A  los  tres  días  me  dirigí  a  recoger  mi  sueño.  Allí  estaba  Daniel.  Mi  corazón  daba  saltos  de  alegría.
De  camino  de  regreso  le  pregunté  por qué  nadie  había  pedido  por  él  y  me  contó  que  sólo  se  fabricaban  sueños  para  ayudar  a  otros  cuando  alguien  sacrificaba  el  suyo.
Daniel  se  vino  a  vivir  con  nosotros  y  no  nos  hemos  vuelto  a  separar.
Cada  año  vamos  al  pueblo  para  que  se  cumplan  todos  nuestros  sueños  y  la  vieja  fábrica  sigue  funcionando  igual  que  el  primer  día.